Ya no quedan más páginas en el diario de Rae Earl… Al menos, que queden por escribir delante de los espectadores y tendremos que imaginar el resto de una vida ya plasmada de manera homónima en ‘My Fat, Mad Teenage Diary’. ¿Ha merecido la pena el camino? ¿Ha servido de algo este veraniego regreso formulado desde “Who Is Stan Ford?” (3x01)? ¿Necesitaba el show de Channel 4 de una despedida formulada en estos tres episodios finales o ya nos bastaba y sobraba con “Not I: Part 2” (2x07)? Puede que pidamos a la cadena que nos canceló “Utopia” y que no dice (ni quiere saber al parecer) nada de “Dates” o “Scrotal Recall” el mismo tratamiento para el resto de shows que sí necesitaban un punto final y/o continuación. En realidad, creo que aquí existe un pensamiento de no generar dulces (y falsas) expectativas de un ‘happy end’ como plasmación y culminación a cualquier problema o trauma mental que pudiera tener un adolescente y “My Mad Fat Diary” ha querido representar, a modo de moraleja, que la propia felicidad debe partir de uno mismo y de su capacidad para enfrentarse a los problemas. Este libro de auto-ayuda que ha ido escribiendo Rae a lo largo de la serie es, ha sido y será su propio diario y “Voodoo”, series finale, representa precisamente un recopilatorio de esos instantes que han provocado que la heroína ponga cierre a su terapia y se enfrente al futuro y a la propia vida como más dura y diaria prueba de supervivencia. Repasemos “Voodoo”.
Podemos criticar muchas cosas a esta póstuma temporada de “My Mad Fat Diary” pero los libretos de George Kay han conseguido algunos buenos momentos para dar sentido a esta mezcla de homenaje y despedida. Sobre todo en este capítulo en su sentido emocional, haciendo que Rae tenga que hallar las respuestas en todo aquello que ha ido escribiendo en su diario, que tenga que sobrellevar los clichés y estructuras ya trilladas del propio show para atravesar ese bosque con el que identifica sus propios traumas:
Es como que si estuviera caminando a través de un bosque todo el tiempo y, en su mayor parte, todo está bien. Puede ser hermoso e incluso pacífico… pero siempre sabes que en algún momento vas a tener que atravesar esas partes del bosque que no reconoces. Esas esquinas oscuras que no pensabas que estaban allí, aunque siempre supieras el tipo de cosas con las que te ibas a enfrentar. Y, entonces, es cuando el mundo se vuelve aterrador, cuando sientes que te puedes perder por el camino. Pero gracias a que tengo grandes amigos y personas que me hacen sentir y ser valiente, que me lo recuerdan todo el tiempo… Incluso cuando me golpeo con esas partes oscuras del bosque… sé que sólo tengo que seguir caminando. Te dices: sólo sigue caminando y voy a estar bien. Voy a estar asustado pero estaré bien.
El desenlace de “Rewind” (3x02) no dejaba en buen lugar a nuestra protagonista en un encadenado de malas decisiones y decepciones de sus ‘hombres amados’. Tanto Finn como Kester han engañado a Rae y volvimos a las auto-lesiones y su posible nuevo ingreso en el hospital psiquiátrico. Ciertamente la Dra. Allen ve el truco de esa paciente que utiliza su propia enfermedad como el caparazón de una tortuga, evitando enfrentarse a ese mundo que la rodea, sumiéndose en la medicación como única solución. La ansiedad se ha apoderado de Rae desde que Kester quiso prepararla para el final de su terapia y que se enfrentara a las dificultades reales pensando en la universidad de Bristol como futuro para superar sus problemas de autoestima. La crisis con Finn no ha ayudado y descubrir que Kester tampoco trabaja ya en el hospital despuntó ese nuevo ‘contratiempo’ y falta de confianza. El terapeuta de Rae le anima a mirar en su diario para dejarnos entrever ese final: la historia de una chica increíble que logra todos sus sueños… (pero que tendrá que superar sus miedos con ayuda de su familia y amigos). Por el contrario, Rae únicamente ve escrito allí gilipolleces.
Los cambios continúan en la vida de Rae y su madre le informa que Karim consiguió un nuevo trabajo en una fábrica en Túnez durante al menos seis meses… Rae ve clara la oportunidad de su madre para empezar allí una nueva vida pero se da cuenta de que precisamente es ella esa ‘pesada’ ancla que su amada progenitora no puede dejar atrás. ¿Quién va a cuidar de Rae… de su bebé? Luego están el último examen de artes escénicas y el silencio ‘administrativo’ de Rae para no contar a la pandilla la infidelidad de Finn… Y hablando de cuernos, diablesas y azufre. Katie Springer se ha convertido en uno de los personajes antagónicos de esta tercera y última temporada de “My Mad Fat Diary” aunque trate de hacer las paces con Rae. Pese a que le informa que prácticamente no ocurrió nada con Finn y que su relación (basada en besos, besos negros… o blancos) acabó. Del todo. Para siempre. Katie se ha convertido en la peor variación de negativismo para Rae, explotando sus traumas y temores y posicionándola a un abismo existencial. Es normal que Katie no tenga amigas. ¡Todas acabaron suicidándose! Precisamente su ‘shit’ para hacer sentirse peor a Rae: tanto Finn como su familia y amigos son aquellos que sienten el dolor de sus lesiones, como si ella fuera una muñeca vudú. Una temporada de “My Mad Fat Diary” sin que Rae piense en suicidarse no es una temporada de “My Mad Fat Diary” y los guionistas encuentran en el despiste una secuencia para gestionar una anticlímax y, al mismo tiempo, un punto de ascenso para la protagonista. Veremos a Rachel Earl enfrentarse a dos posibilidades: o ella se quita del medio o trata de desprenderse de sus problemas para no envenenar a las personas que ama. Su suicidio es un pensamiento, una vía de que alterar la realidad e imaginar que Finn acudirá a su rescate para salvarla en el último suspiro. Es una mentira, una burla publicitaria a golpe de banda sonora de Radiohead con lágrimas y cristales pulverizados en el aire a cámara lenta. La realidad es que nadie va a salvar a Rae salvo ella misma: tendrá que ser la propia heroína de su cuento e historia. Rae tendrá que leer a través del dolor de su diario y rememorar su pasado, de plantearse ser honesta consigo misma, de superar sus problemas de autoestima… «Tal vez mi enfermedad no era un problema. Tal vez era sólo algo con lo que necesitaba aprender a convivir». Rae se da cuenta de que si ella es una muñeca vudú precisamente es la clave para poder desprender del dolor a aquellas personas que se lo causó. Adiós pastillas, bienvenido examen, hora de hablar a la pandilla sobre Finn… Adiós a la ‘bitch’ pesimista y fuerza-suicidios de Katie y hora de dejar las cosas claras con mamá: próximo destino Túnez y abrir una cuenta de correo electrónico.
Rae comienza a aprender a manejar las cosas, de ayudar a Chloe a superar sus temores y lidiar con la separación de esas inseparables amigas e incluso también es el momento de enfrentarse a un reencuentro con Finn en el baile de graduación… aunque la banda sonora la pongan Wham!, All Saints o Boyzone. Finn y Rae quedan bien, como amigos y cada uno parte por su camino. El futuro ya dirá… si existe una aproximación, si ambos cumplen las expectativas del otro, si esa idealización y dudas que provocaron su ruptura se desvanecen con el tiempo. Es un punto y aparte, todos los sabemos. Ni siquiera existe un beso final pero sí la celebración del adiós a la adolescencia y la llegada de la madurez aunque el tatuaje de Izzy para corresponder al de Chop diga lo contrario. Stan Ford Forever! con ‘Lucky Man’ de The Verve como canción y cover final. Otro buen momento del show para el recuerdo. Una elipsis marca el camino para que sepamos que Izzy consiguió entrar en la Escuela Superior de Diseño en Peterborough, que Chloe reprobó todo con grandes notas mejores que ni el más optimista esperaba y que el futuro de Rae es un sobre cerrado que abrirá Kester para desvelar que la felicidad a veces parte de una gran despedida, de poner cierre a una terapia para aprender a vivir. Alex Winckler y George Kay han optado por utilizar ‘Creep’ de Radiohead y un viaje en tren para que Rae mire atrás en su pasado, que escarbe en esa oscuridad que se refleja a su alrededor pero que descubra, en definitiva, que todos los seres a los que ha amado y que se vieron reflejados en su diario siempre viajarán con ella, que formarán una radiante luz que guíe su camino. El series finale de “My Mad Fat Diary” aprovecha el momento para incluir a Liam Owen y Tix en ese sentido homenaje que sirve para poner la frase final de Rae en ese diario con muchas páginas por escribir ya en nuestra imaginación. Podemos ser malpensados y entender que esta última temporada de la serie de Channel 4 ha sido como ese hiyab de la madre de Rae, que aparecía y desaparecía por necesidades del guión en este último episodio: simple postureo. O podemos ser más positivos y pensar que ya sea por la colección musical de este capítulo (The Charlatans, PJ Harvey, Radiohead, Beta Band, Eels o Fatboy Slim) y las secuencias finales el viaje ha merecido la pena desde un punto de vista fandom e incluso realista. Porque es cierto que la vida acaba siendo un viaje en el que llenamos equipaje gracias al pasado y los errores que cometemos, a los reflejos de esos buenos momentos que desprenden la gente que vamos conociendo y que dejamos atrás. “My Mad Fat Diary” siempre fue un viaje de crecimiento de su protagonista, no de acostarse con el chico de sus sueños (húmedos). Por lo que este adiós es mucho más correcto y certero a las intenciones finales de un show de culto que revitalizó la ficción televisiva británica sobre adolescentes. Lamentablemente tuvo que desarrollarse en los 90 para dejar claro que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. ¿La culpa la tuvo la llegada de los móviles y del correo electrónico? Amemos los 90 y, por supuesto, a Rae Earl.
P.D.: el tren descarrila y Rae muere cuando acaba la serie. Por eso un poco antes comenzó a ver gente muerta sentada en la iglesia del final de “Perdidos”. ^_^
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