“Terminator Génesis”
Título original: “Terminator Genisys”
Director: Alan Taylor
EEUU
2015
Sinopsis (Página Oficial):
Cuando John Connor (Jason Clarke), líder de la resistencia humana, envía al Sargento Kyle Reese (Jai Courtney) de regreso a 1984 para proteger a Sarah Connor (Emilia Clarke) y salvaguardar el futuro, un giro inesperado en los eventos genera una línea de tiempo fracturada. Ahora el Sargento Reese se encuentra con una nueva y desconocida versión del pasado donde debe colaborar con improbables aliados, incluyendo un nuevo Terminator T-800, el Guardián (Arnold Schwarzenegger), distintos enemigos peligrosos, así como una inesperada nueva misión: Reorganizar el futuro…
“Terminator Génesis” resume perfectamente los intentos de ese presente y retrospectivo Hollywood que no para de viajar al pasado para manipularlo y exhumarlo a convicción, deseando sostener su futuro a costa de reciclar toda obra que considere vieja, que no obsoleta. En esa aniquilación y reconstrucción en regresión se encuentra su propio conflicto: reinventarse o morir… según lo dictamine el pertinente estudio de mercado. La cuestión es que no queda claro si el film de Alan Taylor confirma la definitiva muerte emocional para los fans de la saga o si nos encontramos ante un nuevo, claro y planificado —aparte de descarado— intento de justificar un reboot para una inmediata trilogía. Sí es evidente que la película sintetiza y compendia el encaje actual del mainstream: puro frenesí y elasticidad digital. Y es que “Terminator Génesis” vive demasiado de la pulpa de Michael Bay y de la propia evolución de James Cameron y sus paraísos digitales, convirtiendo a las propias máquinas (y generadoras de efectos visuales y personajes) en los nuevos dioses del séptimo arte. Dentro de ese proceso de (re)construcción, sorprende ver el rejuvene/enveje/cimiento de Arnold Schwarzenegger para someterlo a un juego de espejos respecto a su propia transformación dentro de la franquicia, enlazando incluso con su propio guiño en la cinta donde no participaba… y que el propio actor confesó que apestaba.
El film de Taylor se reduce a un juego de fechas y nombres, de cambiar a convicción el Día del Juicio y manipular las reglas reescribiendo el pasado y generando un futuro alternativo con nuevas caras y reflejos. El espectador se convierte también en un exiliado en el tiempo, atrapado esa maquinación de proto-pre-se-cuelas y reboots de una franquicia que desea transformar un único camino en muchos otros repletos de incógnitas. La cinta del director de “Thor: El mundo oscuro” también se encuentra apresada en su propio tiempo y las líneas alternativas que trata de establecer, como si ese intento de ‘protección’ al pasado de la saga acabara generando una nueva reprogramación impredecible aunque estableciendo una nueva paradoja. Dentro de ese nuevo viaje al pasado se establece una nueva versión ‘redux’ articulada en el primer acto de la película, llegando a una (re)compresión tanto de “Terminator” (1984) como “Terminator 2: el juicio final” (1991) y así propulsar el leitmotiv que justifique la presente propuesta y su premisa: «El futuro no está escrito». No hay tiempo para reorientarse, siendo guiados bajo el inicial punto de vista de Kyle Reese y un destino de una única dirección y posibilidad esculpida en un «ven conmigo si quieres vivir». O lo que es lo mismo, el viaje a la propia consciencia de que esos grandes estudios —que desentierran cadáveres de renombre para recomponerlos cual Víctor Frankenstein— han sido víctimas de su propia paradoja y principio de autoconsistencia de Novikov. Finalmente Hollywood ha acabado convertido en Skynet AKA Genisys, creando infinitos tiempos para darse cuenta de que John Connor era su eje y perdición. Es hora de sobrepasarlo, de olvidar “Terminator 3: La rebelión de las máquinas” (2003) y “Terminator Salvation” (2009), de mutar al héroe e incluso mancillarlo en un objeto que acaba siendo tan inevitable como prescindible.
Prisionera de la mercadotecnia y los fuegos de artificio (y artificiales), “Terminator Génesis” quiere hacer que el espectador eluda en su paladar el néctar sentimental, mostrando personajes fuertes que han basado toda su vida en convertirse en máquinas de guerra por y para sobrevivir. La propia cinta trata de utilizar el sentido del humor —y cierta autoironía— ante esas líneas dramáticas como el enfrentamiento de Sarah Connor a sus sentimientos respecto al padre del que será su hijo y líder de una futura resistencia. Incluso descubrir que éste se ha convertido en su Némesis no deja de ser una vuelta de tuerca mascada desde la premisa que establece su propio trailer y material viral. Sí existe un matiz condescendiente a esquematizar una disfuncional familia compuesta de seres humanos y máquinas, de que efectivamente todos los involucrados en el argumento de la película son los ‘padres’ de ese futuro cada vez más inestable e irreal. Por el contrario, no se explota del todo esa sensación y conflicto de la heroína en paralelo al del propio espectador porque, en cierto modo, el personaje que ha interpretado Schwarzenegger durante toda la franquicia también se sitúa como una figura paternal para los fans de la saga. ‘Pops’ ha sido ese padre para el género fantástico aunque precisamente ese T-800, que reivindica que su vejez no es sinónimo de ser obsoleto, representa el concepto de “Terminator Génesis”: una constante ya demacrada como molde pero reclamando su funcionalidad entre toneladas de efectos visuales y nuevas estrellas emergentes como Emilia Clarke. El propio ‘Pops’ encuentra también su vía para reinventarse (antes de morir) aunque el propio discurso de la obra desmienta su resultado. Hollywood no ha otorgado un libre albedrío autoral a Taylor sino que lo ha sometido, como a John Connor, a rescribir su propio destino privándole de cualquier clase de libertad tanto a él como a los propios espectadores. Dentro ya de esa maquinaria vemos que no hay ningún tipo de alma sino una calculada inteligencia —completamente artificial y sibilina— a un fin recaudatorio. Finalmente, Hollywood AKA Skynet AKA Genisys se comporta como aquel criminal que acaba volviendo al lugar del crimen o, lo que es lo mismo, a esos post-créditos del film para desmentir y dejar hueco el monólogo del cierre de “Terminator Génesis”: el futuro (de esta saga) sí está escrito.
P.D.: Aquello que estamos pidiendo los fans del cine cutre es un remake de la monumental “R.O.T.O.R.” y no que hagan de “Terminator” cine cutre con fans. ¿Se me entiende?
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