Páginas Bastardas

domingo, 2 de febrero de 2014

La caza: Tenemos que hablar de Woody

“La caza”
Título original: “Jagten”
(The Hunt)
Director: Thomas Vinterberg
Dinamarca
2012

Sinopsis (¿Oficial?):

Tras un ‘divorcio’ difícil, Lucas Woody Allen, de cuarenta años, ha conocido a otra mujer, tiene un nuevo trabajo y se dispone a reconstruir la relación con Marcus, su hijo adolescente. Pero algo va mal. Un detalle. Un comentario inocente. Una mentira fortuita. La nieve comienza a caer, las luces navideñas se encienden y la mentira se propaga como un virus. La sorpresa y la desconfianza crecen hasta alcanzar proporciones inimaginables, y la pequeña comunidad se sume en un estado de histeria colectiva. Lucas Woody no tendrá más remedio que luchar en solitario para defender su dignidad y su vida.

Crítica Bastarda:

Desconozco hasta qué punto el oportunismo y la caza de la carroña aporta algo al cinéfilo o a su dieta diaria de información cinematográfica, aunque en el cine todo (o casi todo) trate sobre el don de la oportunidad. Podríamos entender que el Globo de Oro honorífico recibido por Woody Allen levantase la lava (y pus) interior que albergan las (presuntas) heridas de Dylan Farrow y Ronan ¿Sinatra? y que ambos desencadenaran una tremenda erupción de mierda, condensada y reciclada en su ventosidad final en una carta abierta publicada en el blog del periodista de ‘The New York Times’, Nicholas Kristof. Escrito que, a su vez, ha levantando un estallido mundial de heces, copia-pega, excrementos, copia-pega y más copos de caca para justificar el final del invierno. Apostamos a que ha sido el sueño-shit-ematográfico que Roland Emmerich siempre ha querido filmar: una hecatombe de mielda-de-la-güena y lluvia clónicas de boñigas, cual meteoritos asesinos, de la que no va a poder escapar nadie vivo. No se esconda y salga para recibir su chapapote de cagalera líquida y, después, trate de hablar… o escupir… o escupir y escupir antes de que su torturada lengua pueda soltar una palabra. Si no ha se ha enterado todavía láncese con los brazos abiertos, como si fuera el barro del Festival de Woodstock, a ese lodazal de shit (y copy-paste o, mejor dicho a estas alturas, creepypasta) que nos deja el cierre de la carta abierta de Dylan Farrow:

¿Qué hubiera pasado si hubiera sido su hijo, Cate Blanchett? ¿Louis CK? ¿Alec Baldwin? ¿Y si hubiera sido tú, Emma Stone? ¿O tú, Scarlett Johansson? Me conociste cuando era una niña, Diane Keaton. ¿Te has olvidado de mí?
Woody Allen es un testimonio vivo de la forma en la que nuestra sociedad falla a los supervivientes de abusos y agresiones sexuales.
Así que imagine a su hija de siete años de edad siendo conducida a un ático por Woody Allen. Imagine que ella pasa toda la vida sintiendo náuseas ante la sola mención de su nombre. Imagine un mundo que ovaciona a su torturador.
¿Es usted capaz de imaginar eso? Ahora, ¿cuál es su película favorita de Woody Allen?
De cómo sujetar la mielda y no poder evitar mancharte

Querida Dylan, ya que es una carta abierta te respondo: mi película favorita de Woody Allen sigue siendo “Annie Hall”, antes y después de soltar tu shit, al igual que mi cinta preferida de Charles Chaplin fue (y será) “Luces de la ciudad” tras conocer su lado oscuro de la mano de Kenneth Anger en ‘Hollywood Babilonia’. Que la víctima no sea capaz de separar el arte de los actos del artista es consecuente pero, ¿puede obligar a hacerlo al resto de espectadores? Por ejemplo, ¿cómo podemos afrontar un análisis de las pinturas del joven Adolf Hitler? ¿Acaso no tienen la culpa, ejerciendo como abogado del diablo, el rechazo y el insulto de la Academia de Viena de crear a uno de los más grandes villanos del Siglo XX? ¡Si ustedes no le hubieran llamado inepto habrían evitado un genocidio y una Guerra Mundial! ¡USTEDES, vieneses nazis de mielda, son realmente los malos de la historia! ¿Es usted capaz de imaginar eso? Ahora, ¿cuál es su crimen favorito de la Academia de Viena? Situemos en el punto de vista de la víctima y oleremos más a ‘mielda’ que a auténticas lágrimas… y verdad. O utilicemos el cine (y su mielda) para hablar de cine (y su mielda). Así, llegamos a “La caza” de Thomas Vinterberg, uno de los tótems cinematográficos de los últimos años que se han ido consolidando desde su paso por Cannes en 2012 e ir creciendo a su paso por la carteleras de todo el mundo en 2013 para acabar nominada a los BAFTA, Globos de Oro y Oscars (y su mielda) en 2014. 


Los abusos sexuales a menores han tenido varias perspectivas cinematográficas y ojalá los de Dylan Farrow fueran tan planos y transparentes como los de Klara en la cinta de Thomas Vinterberg. No hay senda para el doblez en una historia en la que nos posicionan junto al sufrimiento de un falso acusado y perseguido por aquellos que eran anteriormente sus compañeros de baños nudistas. De hecho, la persona causante del bulo es precisamente la hija de su mejor amigo, para simplificar todavía más esa mirada enturbiada de lágrimas y heridas sin cicatrizar bajo el perdón de la comunidad. Un perdón que nunca se completará, por ‘divina o natural’ que sea la puesta en escena y entorno, al habitar la ausencia de la presunción de inocencia en este mundo hipócrita (y eternamente de caza) en el que vivimos y formamos parte. Una noche te encuentras aplaudiendo a “La caza” y te sientes súper-proge y, a la mañana siguiente, te hallas a ti mismo insultado a Urdanguin, a la Infanta o a la folclórica de turno que pase imputada por unos juzgados. Bajo la anterior premisa, da lo mismo que la justicia no encontrara indicios para construir un caso contra Woody Allen hace más de 20 años y que el oportunismo de su separación de Mia Farrow engendrara la primera bocanada de mielda originada por ese volcán que ahora vuelve a escupir fuego y, por supuesto, mucha shit. ¡Da lo mismo! La mierda, al final, es mielda. No se moleste ni se preocupe, usted ya ha sido salpicado. Escupa, escupa... si quiere sobrevivir. O trague, trague... si quiere rebatir.


El debate está servido, como aquel que proponen esos tiralíneas básicos para potenciarlo en el libreto de Thomas Vinterberg y Tobias Lindholm. Nos conocemos la historia, la hemos visto desde en “Falso culpable” o “Furia” e incluso podemos criticar que la enorme interpretación de Mads Mikkelsen oculta ese telefilme convenientemente inflado para la pantalla grande. Todo es tan simplista (la caza, la iglesia, la comunidad, el mejor amigo, el perdón… y la eterna duda) que el merito del director de “Celebración” es potenciar sus escuetas aristas para formular un magnífico conjunto. No hay hueco para la vuelta de tuerca, el truco o el doble significado que nos haga sentir incómodos. No estamos ante de “De nens (De niños)” ni ante una maléfica comedia negra con ese protocolo de abusos sexuales que, al parecer, tienen que seguir cualquier guardería o colegio danés en estos casos, que se potencian con la pésima praxis de un psicólogo infantil. Tampoco bajamos a otros infiernos ya que, una vez confirmada y forzada la mentira, no jugamos a hacer el mal con esos niños realmente diabólicos, que se inventan unos abusos sexuales como se cuentan el último capítulo de Bob Esponja, que pudieran dibujar una fábula sobre ese virus que se expande y en el que Lucas (Mikkelsen) sea la primera de muchas de sus víctimas. Esas inocentes criaturas pueden ir destrozando a aquel con el que jugaban en un patio y consideraban su amigo e incluso a sus propios padres con un nuevo juego que convierte en paria a todo aquel que mencionan. «Los niños nunca mienten» y cuando mienten nuestro sistema se viene abajo o nos adentramos en la mentira para convertirla en verdad. Y aquí aparece otro terrible espectro que tampoco Vinterberg se encarga de pulir: la repetición de la mentira acaba banalizando (y erosionando) la verdad. Y podemos recordar al profesor Garrison en “South Park” traumatizado porque su padre no abusó sexualmente de él en su infancia o, ahora, leyendo la carta abierta de Dylan Farrow para sospechar de que una posible mentira impuesta por su madre durante su niñez, cual Dom Cobb en Origen, puede haber originado una verdad tanto para ella como para su entorno. Considero que a muchos nos importa poco su lanzamiento masivo (en misiva) de shit a la carta, pero la duda está sembrada… y el oportunismo realmente enmarca el momento y el motivo de este post: criticar la lluvia de shit... con más shit a la hoguera. Creo que el blog de a pie, que trata de ganarse un hueco en el complicado mundo de la red recurra al sensacionalismo por un puñado de visitas, está más exento de cualquier crítica que titulares como Dylan Farrow cuenta cómo Woody Allen abusó de ella cuando tenía 7 años en Fotogramas o Todo lo que querías saber sobre el escándalo sexual de Woody Allen (y no te atreviste a preguntar) en Cinemanía. Las webs de cine se han convertido en franquicias de Ana Rosa Quintana y pronto tendremos a los periodistas del medio y críticos de cine de tertulianos hablando del trenecito de la Farrow y lanzando a la audiencia preguntas tan abiertamente metafísicas como ¿Cuál es su abuso sexual a un menor (en cine o no) favorito? Todo esto forma parte de un aviso o tal vez de un oportuno comienzo pero, tristemente, la temporada de caza ha comenzado. Apunte, disparen, y no se olviden de lanzar toda su mielda al grito de fuego.


P.D.: Me ha costado acabar horrores toda esta shit por la muerte de Philip Seymour Hoffman. Sigo impactando... pensando que el actor que ganó un Oscar por “Capote”, que fue nominado por “La guerra de Charlie Wilson”, “La duda” (más incisiva en el doblez que “La caza”) y The mastery que trabajó a las órdenes de directores tan variopintos como George Clooney, Charlie Kaufman, Sidney Lumet, Bennett Miller, J.J. Abrams, Anthony Minghella, Spike Lee, David Mamet, Cameron Crowe, Joel Schumacher, los hermanos Coen o Todd Solondz será recordado (por ese mundo al que le encanta la mielda de Dylan Farrow) por interpretar a Plutarco en Los juegos del hambre: En llamas. En fin, a la palabras necias… ¿oídos sordos o llenos de mielda?

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3 comentarios:

  1. Aplaudo, como siempre.

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  2. Muy buena reseña.

    Es de esas películas que sales diciendo: "ya no vuelvo a juzgar a nadie más sin saber. Veréis lo justo que me vuelvo. Seguro que me vuelvo mejor persona" y a los cinco minutos ya estás despotricando de todo lo que sale en el telenoticias.

    Un saludo!

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  3. Esta crítica condensa un buen puñado de mielda, y eso me encanta jajja

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