Páginas Bastardas

viernes, 9 de junio de 2017

Testigo (Eyewitness): Secretos inconfesables

Serie de TV
“Testigo (Eyewitness)”
Título original: “Eyewitness” 
EEUU
2016

Sinopsis (Página Oficial):

El thriller toma Calle 13. El canal estrena “Eyewitness”, de USA Network (“Mr. Robot”), una adaptación de la serie noruega del mismo nombre protagonizada por Julianne Nicholson. En “Eyewitness”, dos chicos adolescentes que tienen una relación furtiva presencian un asesinato. Y para ocultar su secreto tendrán que guardar otro mucho más peligroso. El reparto de la serie está liderado por Julianne Nicholson, conocida por sus papeles en “Agosto” o Masters of Sex. La serie explora un macabro crimen desde el punto de vista de los testigos. La adaptación de la serie, de 10 episodios, corre a cargo de Adi Hasak (Shades of Blue), que también es productor ejecutivo junto a Jarl Emsell Larsen, creador de la serie original.

Crítica Bastarda:

Basada en la serie noruega “Øyevitne”, la nueva propuesta de USA Network fue ideada como antología como punto de arranque aunque su cancelación —junto al adiós de American Crime o el hiato de True Detective— pone en duda en éxito de dramas criminales y la moda de adaptaciones televisivas de éxitos nórdicos. Para entender los problemas de la ficción creada por Adi Hasak podemos centrarnos contrariamente en sus méritos. La idea de alejarse de ciertos elementos característicos del género —a través de una premisa prototípica— puede ser sumamente sugerente: un par de testigos de un crimen comparten un secreto que podría exponerlos si confiesan, mientras que el asesino comienza a darles caza. Sobre tal proposición, “Testigo (Eyewitness)” se aparta de esos lastres para profundizar en los conflictos de sus protagonistas y entablar otro tipo de espectáculo más intimista. Poco o nada, en definitiva, importa saber quién es responsable sino que interesa conocer los detalles alrededor de su identidad y los motivos que han originado una consecución de asesinatos. La indagación de ese trasfondo emocional de los protagonistas y esas contradicciones que podían desenmascararlos ante la sociedad debido a su auténtica naturaleza. Aquí aparece la homosexualidad como un tabú todavía presente y los problemas de los adolescentes para salir del armario y enfrentarse a un pacto en que la verdad quede sellada. Es evidente que el funcionamiento de las mecánicas de la serie pivota sobre los secretos que esconden todos los partícipes de una gran trama e investigación en la que no faltan agentes encubiertos del FBI, drogas y peligrosos criminales. 



“Testigo (Eyewitness)” está caracterizada por ese choque de clichés y elementos característicos del ‘nordic noir’ aunque, no obstante, la extrapolación a un territorio estadounidense (o canadiense por la naturaleza de los costes de producción) no ha funcionado de un modo satisfactorio. ¿Está demasiado trillada la crónica de la américa rural y la exploración de personajes con secretos ocultos? En realidad, el material más jugoso de la adaptación de “Øyevitne” es que perpetuar esa incapacidad de los seres humanos para aceptarse a sí mismo. Sobre tal material, se fusiona el propio conflicto del asesino y principal antagonista, que inmortaliza en su secreto la condena a seguir desatando su propia locura sobre otros inocentes. Ese camino a la muerte y la perdición conforma el germen en el que el misterio sea cómo los protagonistas descubren los secretos de los otros y todos quedan expuestos en el proceso a los demonios que comparten. La catarsis es la propia aceptación de la verdad. La incomodidad y el suspense de la ficción quizás no despegara correctamente en sus diez episodios y un forzado ‘happy ending’ resulte conclusivo de cara a la galería y ese sentido de una antología. En cierta forma, el espectador también acaba siendo un testigo de los prejuicios y de las debilidades de la televisión actual en la que la credibilidad acaba siendo cuestionada por reflexiones sobre el miedo a la verdad por parte de la sociedad. No sé hasta qué punto “Testigo (Eyewitness)” podría ser mejorable y si el trabajo de Julianne Nicholson ha quedado delimitado por los propios clichés del género y el socorrido conflicto de su personaje. La propuesta de Adi Hasak tal vez sea tanto un punto de advertencia para la moda de acaparar remakes de series europeas, por parte de la industria televisiva, y que más que lo original aquello que marca la diferencia —valga la redundancia— es la propia diferencia.

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2 comentarios:

  1. Señor bastardo, para cuándo la crítica del bodrio de la Mujer Maravilla?

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    Respuestas
    1. Hola Anónimo!

      En mi aldea no se ha estrenado todavía...

      Saludos bastardos.

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