“Máquina de guerra”
Título original: “War Machine”
Director: David Michôd
EEUU
2017
Sinopsis (Página Oficial):
Cuando un orgulloso general recibe la misión de ganar una guerra poco popular, se lanza a ello de cabeza sin saber que el orgullo puede ser su peor enemigo.
Netflix está tratando por todos los medios de ofrecer productos cinematográficos llamativos aunque sus grandes apuestas, con grandes actores, se están quedando solamente en el relumbrón previo que rodea a su marketing publicitario. “Máquina de guerra” ha llegado antes de “Bright” de David Ayer y “Okja” de Bong Joon-ho para revelar los problemas del gigante del streaming en un territorio que no sea el de las series de televisión. El filme de David Michôd, que adapta el libro ‘The Operators: The Wild and Terrifying Inside Story of America's War in Afghanistan’, podría ser un interesante punto de partida para que una producción de Brad Pitt brille como sátira y comedia bélica. Independientemente de los números que maneje Netflix, en cuanto número de visionados y beneficios, tal vez el proyecto no haya llamado la atención de crítica y público debido a la escasa capacidad de la película para dar forma a las aventuras y desventuras del General Glen McMahon por liderar las tropas de la ONU en Afganistán y ser defenestrado, tras un prometedor ascenso, debido a una serie de polémicas declaraciones realizadas a un periodista. “War Machine” trata de abarcar demasiado material dentro de sus diferentes márgenes y modulaciones de comedia bélica y, presumiblemente, todo ese cúmulo de elementos no acabe por dar un sentido a una historia descentrada entre diferentes y variopintos arcos argumentales. Podemos entender que la propuesta de Michôd se quede en una simple reflexión sobre los problemas que todavía afectan a un mundo embarcado en conflictos bélicos que no conducen a nada positivo o esclarecedor y, además, engendran nuevos problemas. Y aquí subyace un discurso sobre los problemas de información que tienen los estadounidenses respecto a la política exterior de sus dirigentes. Si los ciudadanos han de enterarse por la revista Rolling Stone (con Lady Gaga en portada) de aquello que sus políticos están haciendo mal —y los problemas de comunicación con su comandante en jefe del contingente militar de su país en Afganistán— mal vamos. Y más si todo queda en manos de personas irresponsables, un tanto perturbadas y con delirios de grandeza.
Brad Pitt produce, Brad Pitt interpreta… pero Brad Pitt no escribe. El libreto del propio David Michôd se aprovecha de la excentricidad de McChrystal/McMahon y la estrella trata de hacer suya una parodia marcada por el histrionismo y previos guiños a papeles como el que protagonizó en “Malditos bastardos”. No obstante, su rostro puede ser puro estreñimiento como parte de un sketch al «Yes, we can» de Barack Obama. Tal perspectiva de la ineficacia —y marketing retorcido hacia la hipocresía— no es interpretada satisfactoriamente por el director de “Animal Kingdom”. Michôd da la impresión de quedarse muchas veces en la superficie de esas mentiras estratégicas que conforman la política internacional en la actualidad. Algo está fallando pero, por el contrario, “War Machine” queda limitada por un panfleto antibélico bastante difuso, poco incisivo y generalmente aburrido. Los problemas de toda esa maquinaria beligerante y política es que sobre el papel el proyecto podría parecer algo que finalmente no acaba de conceptuar. Existe un planteamiento de imposibilidad en por poder dar paz cuando uno genera guerra y las observaciones de nuestro narrador confrontan con el plano que protagoniza el General Glen McMahon. Ese enfrentamiento queda a la deriva debido a los distintos temas que trata de plantear el libreto. El problema es que si analizamos todos y cada uno de esos esbozos, respecto al material de Michael Hasting sobre la locura de la guerra mundial estadounidense, poco o nada funciona en realidad. Resulta sugerente que nos remarquen la diferencia entre las guerras pasadas (ejércitos de hombres/nación) y los nuevos designios del mapa mundial sociopolítico: «Cuando vas a invadir un lugar, que probablemente no deberías haber invadido, acabas luchando contra gente normal vestida con ropa normal». Las incoherencias de esa guerra moderna demuestran que la contrainsurgencia no funciona con datos empíricos en la mano. Y es que nadie ha podido ganar la confianza de un país invadiéndolo debido a la simplista idea de la imposibilidad de construir una nueva nación a golpe de pistola. Ciertamente aquí surge la propia confusión del soldado: ¿cómo proteger a aquellos que están tratando de matarte? O, lo que es lo mismo: ¿cómo hacer que aquellos a los que matas se sientan protegidos? La guerra, al fin y al cabo, es caos y enfrentarse a civiles no suele desatar nada tangible y esperanzador. “Máquina de guerra” nos habla de cómo arreglar un desastre produciendo otro mayor y es una pena que la propuesta de diluya en sus diversos planteamientos. Ni hay ejercicio de conciencia ni espacio respecto al drama personal de todos y cada uno de los personajes… Y es que los grandes momentos que uno espera de la vida puede que no sean tan grandes como podrían esperarse… La vida puede sea, efectivamente, una puta mierda pero irónicamente Michôd (y de forma implícita Hasting) desean quedarse en ese cambio de caras que revela la ineficacia política y una preocupante estupidez y falta de miras por norma general. Tal vez el auténtico drama y miseria existencial sea el de esas personas que sufren la invasión y la espiral de perdición que engloba un círculo condenado a repetirse. Queda claro que el filme de Netflix está más preocupado de contar uno de los dos dramas y ahí pueda residir su principal deficiencia. O, quizás, todo quede resumido en el simple y absurdo hecho y chiste final que entabla el diálogo entre la premisa y el discurso: ¿qué coño hacia Glen McMahon hablando con un periodista de Rolling Stone?
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