Serie de TV
“Cazadores de Sombras (Shadowhunters)”
Título original: “Shadowhunters”
EEUU
2016
Sinopsis (Página Oficial):
Clary Fray nunca volverá a su vida normal de adolescente: ha descubierto que pertenece a una raza de cazadores de demonios y que tiene sangre de ángel.
Tras el fiasco de “Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso” se produjeron varias noticias que resultaban contradictorias para los fans de las novelas de Cassandra Clare. Constantin Film, después el monumental fracaso de taquilla estadounidense, decidió congelar el proyecto siguiendo la estela de otras sonadas decepciones como “Soy el número Cuatro”, “The Host (La huésped)”, “Hermosas criaturas”, “Eragon”, “La brújula dorada”, “El séptimo hijo” o “Vampire Academy”. Sonó de todo: desde una secuela con otro director a otro renovado reparto para alzar el vuelo. Fue, por el contrario, la televisión el destino que finalmente se anunció para esos ‘shadowhunters’ en busca de redención para los seguidores de ‘The Mortal Instruments (Los Instrumentos Mortales)’. Odiosas comparaciones con el film de Harald Zwart aparte, considero que el debate debe focalizarse sobre la ‘explotación’ del producto por parte de Netflix. Es cierto que formar parte del catálogo del gigante del streaming internacional ha dado vida a series con pésimas críticas y peyorativas reacciones por parte del público. Fuimos testigos con la canadiense “Between” y seguramente el futuro de la ficción, que originalmente emite ABC Family, se amplifique satisfactoriamente gracias a su ‘distribución’ en Netflix, que desea también rentabilizar el filón juvenil como parte de su estrategia de mercado y expansión internacional. Desconozco exactamente qué opinan los lectores de las novelas de Clare con un show televisivo que me atrevo a ratificar como una de las mejores comedias emitidas en los últimos años. Así, de momento, se constata desde su primer episodio, “The Mortal Cup” (1x01), dirigido por McG.
Las aventuras de Clary Fray, al alcanzar la mayoría de edad, nos introducen en un mundo sobrenatural donde una raza de cazadores, con sangre de ángel en sus venas, combaten a los demonios que osan inmiscuirse y poner en peligro el mundo terrenal. No esperen originalidad en lugares donde apenas se puede respirar extravagancia o novedad. ¿Está todo ya inventado en lo que sagas literarias de adolescentes y series de televisión con pulpa juvenil se refiere? Pudiéramos plantear la evolución de la descendencia bastarda de “Buffy Cazavampiros” utilizada por The CW en productos de diseño como “Crónicas vampíricas” o “Sobrenatural”. Precisamente “Shadowhunters” bebe directamente de la sangre y néctar de las producciones del canal filial de CBS y Warner. No faltan rostros bonitos atrapados en —muchas veces— un consciente ridículo orquestado por una banda sonora de éxito e intranscendente pose. Esos personajes se encuentran enclaustrados en la celebración de lo superficial, como si habitaran en un eterno comercial y clip de una canción de temporada mainstream. Nada importa, sino someter a esos ‘dioses’ a sentimientos y dramas terrenales sin que importe demasiado el cómo o el por qué.
Puede que el imaginario adolescente esté en cierto modo de enhorabuena con la irrupción de Clary Fray en la pequeña pantalla (y la red virtual). No por la propia serie sino porque muchas sagas literarias pueden encontrar otra vía de explotación por encima de la cinematográfica, aunque el ‘mundo mundano’ pueda resentirse de esa sobredosis ya vivida en la gran pantalla, con innumerables producciones muchas veces deficientes desde un punto de vista mínimamente exigente. “Shadowhunters” se recrea sobre su condición adolescente sin importar alejar a cualquier otro tipo de espectador que decida acercarse al Mundo de las Sombras que desarrolla. Su mitología va a ser apuntalada, al igual que el largometraje, respecto a su villano (Valentine Morgenstern) y esa red de secretos familiares que enmarañan el destino de la heroína. También a través del paradero de la Copa Mortal, capaz de controlar a los Demonios o crear nuevos Cazadores de Sombras, como si todo fuera tan sencillo como la eterna lucha del bien y el mal y las tentaciones para cruzar a ese lado oscuro. La serie de ABC Family explota bien las reglas del manual sin importarle en absoluto lidiar con diálogos bastante ridículos y torpes o someterse a los designios de múltiples lagunas de guión. Y no busquen tampoco profundidad en personajes trazados desde su superficie y concepto estético. Hasta los empollones son modelos de pasarela, los hombres lobos se depilan hasta el repliegue de las bolsas escrotales y las runas se transforman en tatuajes de diseño. En resumidas cuentas, lo místico se transfigura en lo más livianamente terrenal, en un acto de consumo y, por supuesto, en pura comedia involuntaria. Aunque, si alguien esperaba otra cosa…
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