Páginas Bastardas

domingo, 5 de julio de 2015

Bosch: The Black Echo

Serie de TV
“Bosch”
EEUU
2015

Sinopsis (Página Oficial):

Basada en las exitosas novelas de Michael Connelly, Harry Bosch (Titus Welliver), es un detective de homicidios del LAPD y es sometido a juicio por la muerte a tiros de un sospechoso de ser un asesino en serie. Un caso abierto por los restos de un niño desaparecido obliga Bosch a enfrentarse a su pasado. Mientras que una recluta atrevida llamada Julia Brasher (Annie Wersching) le llama la atención y la política departamental se va caldeando, Bosch perseguirá la justicia a toda costa.

Crítica Bastarda:
El filósofo Friedrich Nietzsche dijo: «Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti». Señoras y caballeros, sobre esto va este caso. El detective Bosch ha mirado al abismo más de una vez. Y en esa noche de noviembre cuando mató a Roberto Flores, el abismo miró dentro de él.
Considero que la propuesta de Amazon queda sintetizada en ese póster de un film que cuelga del lujoso piso del protagonista. Esa ficticia película de Paramont (The Black Echo) es aquella que propició que Harry Bosch (Titus Welliver) viva sobre un acristalado castillo que hace transparente a la audiencia sus traumas y pasado. “Bosch” acentúa la sensación de ese lento pasar del tiempo en los diez capítulos que componen su primera temporada… Pasamos de ese soleado y ‘hollywoodiense’ verano-otoño a la navidad, a ese Año Nuevo como un claro contexto y alegoría pero siempre haciendo hincapié en el pasado… Nunca podemos escapar del pasado y toda esa sobreimpresión argumental enfatiza los crímenes cometidos por un asesino en serie, una trama judicial respecto a un posible error del protagonista al poder haber acabado con la vida de un inocente —integrado por un flashback inaugural— y un caso de un homicidio de un niño, que sufrió malos tratos físicos todos los días de su vida, cometido décadas atrás. Nada va a resultar simple y sencillo ya que el guión no nos va a facilitar nunca la verdad absoluta, dejando al espectador al mismo punto de vista que la investigación policial. El show de Amazon desea recuperar todos los elementos clásicos como grandes planos generales a modo de despedida del clímax entre luminosas luces de ambulancias y coches patrulla. También quiere contar con un protagonista esculpido sobre patrones idealistas e irónicos, con un tono agridulce y trágico por ser el hijo de una prostituta asesinada y haber sufrido en sus propias carnes los abusos e injusticias de ese niño asesinado. Esa vida personal bien pudiera ser algo caótica, con un personaje siempre encaramado a tener romances y rupturas con compañeras de trabajo, condenado a la soledad, a sobrevivir… aunque su hija trate de conectar con él y ofrecer una perspectiva optimista. Bosch se relaciona bien con sus superiores y el libreto aprovecha para radiografiar la escena política y las altas esperas policiales pudiendo tener un empaque simplista si alguien espera algo parecido a The Wire. Bosch, por el contrario, nos vende ética y moralidad pero también cede a la hipocresía: respeta las reglas… excepto cuando no le interesa en lo que romances se refiere. 


Ciertamente “Bosch” no se trata de un relato sobre la decadencia sino de la amarga nostalgia por ese tiempo que se esfumó. Harry Bosch luce un tatuaje que indica «So it Goes» (Así es la vida) para marcar esa especie de conformismo ante la aflicción que le rodea, pero también ante ese aviso nietzscheano en el que pudiera convertirse lentamente en un monstruo al enfrentarse a otros. Estamos ante una serie sólida e interesante para desarrollar los casos de ese héroe cuyo nombre hace referencia a El Bosco pero el concepto pasa por rehuir del procedimental y agrupar los casos extraídos de las novelas de Michael Connelly‘La rubia de hormigón’ (1994) y ‘Ciudad de huesos’ (2002) en esta temporada— para construir una especie de modelo similar al ofrecido por una miniserie, concluyendo esas tramas argumentales troncales al cierre de cada entrega. La cuestión es el propio entorno televisivo actual. Vivimos en tiempos en los que desde “The Killing” ha existido un gran perfeccionamiento del género policial/criminal. True Detective, Fargo”, Broadchurch, Top of the LakeThe Missing han aportado distintas peculiaridades marcando siempre su calidad como credencial… El aterrizaje de “Bosch” ofrece patrones clásicos como gran medida de contraste, posicionando la potencia presencia de Titus Welliver como marca de tonalidades dramáticas. La sobriedad y el clasicismo del show de Amazon también remiten al espectador al pasado, a una adaptación con un enfoque que bien pudiera ser un sumatorio de clichés y estereotipos pero, al mismo tiempo, su dureza, tempo y concisión narrativa aportan incluso un aire fresco a la televisión actual formulada por la inmediatez.


“Bosch” decide cocinarse a fuego lento, a posicionar sus conflictos y elementos sobre tramas argumentales encadenadas. El descubrimiento de esos huesos que confirman el asesinato de un niño, que desapareció en 1994, da la impresión de ser un anzuelo argumental para introducir a un asesino en serie, mientras que Harry lidia con ese caso judicial y una demanda civil que cuestiona su profesionalidad. La idea es sorprender dentro de esos márgenes de clasicismo y clichés como introducir a la madre de ese psicópata en una extraña y afectiva relación que va desarrollándose al mismo tiempo que ese pensamiento y ritual de despedida. Todo tiene que acabar siendo pasado, concluir y cerrarse y ese sentimiento amargo se traslada al resto de tramas, dejando claro que resolver algunos crímenes puede trasportar a los personajes a callejones sin salida o puntos sin retorno donde la ética y moral choca con la propia justicia. En ese juego del gato y el ratón entre un experto manipulador y asesino y nuestro héroe el desarrollo es premeditadamente flemático, exponiendo las necesidades y conflictos de ambos para dar cierre a ese tiempo que se esfuma, que resulta inevitable dentro de ese ritual y caza sobre el criminal y villano. Todo, al fin y al cabo, se resume en un juego de roles en el que nadie puede eludir el destino impuesto. Bosch se ve reflejado por su hija como esperanza de ese futuro esquivo, de esa melancolía y amargura que pudiera conducirlo a la desesperación e incluso a la metamorfosis en ese monstruo profetizado por Nietzsche. El pasado es dibujado en la serie como una tumba escasamente profunda, siempre a la vista pero nunca visible al completo, al contrario que esa acristalada ‘mansión’ desde la que observa la ciudad que protege el héroe. Pero el protagonista decide echar tierra y ‘huir’ en “Chapter Ten: Us and Them” (1x10), escapar de ese pasado y presente y mirar al futuro que le propone su propia hija. Sabemos que regresará para enfrentarse nuevamente con sus monstruos y demonios pero Bosch, por encima de todo, necesita sentirse humano para poder sobrevivir en ese mundo donde impartir justicia acaba siendo un acto odioso y contrariamente injusto.
—La lluvia acabará llegando, se llevará toda esta mierda. 
×Sí. Por la enorme alcantarilla y de ahí al mar.
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