Páginas Bastardas

domingo, 15 de marzo de 2015

Cincuenta sombras de Grey: CIPOTO, la película

“Cincuenta sombras de Grey (CIPOTO)
Título original: “Fifty Shades of Grey”
Director: Sam Taylor-Johnson
EEUU
2015

Sinopsis (Página Oficial):

“Cincuenta sombras de Grey” es la esperadísima adaptación al cine del best seller que se ha convertido en un fenómeno mundial. Desde su publicación, la trilogía de ‘Cincuenta sombras de Grey’ ha sido traducida a 51 idiomas en todo el mundo y ha vendido más de 100 millones de copias tanto impresas como digitales, convirtiéndose así en una de las sagas más señeras y rápidamente encumbradas a la categoría de superventas de toda la historia. Jamie Dornan y Dakota Johnson dan vida a los protagonistas, Christian Grey y Anastasia Steele, personajes ya emblemáticos para millones de lectores. “Cincuenta sombras de Grey” está dirigida por Sam Taylor-Johnson y producida por Michael De Luca y Dana Brunetti con la colaboración de E L James, creadora de la saga. El guión lo firma Kelly Marcel

Crítica Bastarda:

Después de la tormenta de flujos y millones de orgasmos —brutales y supuestamente tan placenteros como dolorosos latigazos— y huracanes de controversia originadas de noticias del tipo «la secuencia del tampón no ‘encajaba’ dentro de la película», debemos asimilar “Cincuenta sombras de Grey” como efusión pasajera (y pajillera). Es nuestro deber como parte de lugar que conforma dentro de la cultura popular, porque se quiera o no hemos quedado impregnados de esa secreción global que ha empapado a la humanidad y expuesto sus vergüenzas. Precisamente —y dentro de esa polémica que marca el ADN de su semilla— el film de Sam Taylor-Johnson quedó desnudado en su póster ucraniano donde GREY fue traducido como CIPOTO. Sobran las palabras aunque no los hechos. Y es que dentro de esa vorágine de pelotera y prohibiciones —como material conductor del film-acontecimiento de la temporada junto a El francotiradorde Clint Eastwood— nadie ha estado a salvo de esa lluvia que articula desde su principio y final la cinta condenada a tomar el relevo a todos los niveles de La saga Crepúsculo. Ya la propia novela de E. L. James se apropiaba de Edward Cullen y Bella Swan como referentes con un nuevo contexto más obsceno (e igualmente ridículo).


Ese diluvio de fluidos irónicamente estigmatiza el destino de una lucha interna entre la liberación y la esclavitud, entre una auto-impuesta castración de cualquier componente que pueda ser considerado explícito. El resumen de “Cincuenta sombras de Grey” pudiera ser el de diez azotes y un sexo tan pasional (y pornográfico) como el de una película de Pajares y Esteso. Se entiende que Tinto Brass debe haber considerado tan polémica obra como un telefilm del Disney Channel y que Bigas Luna se está revolviendo en su tumba… de la risa. Seamos sinceros y no nos creamos nada hasta que Hollywood se atreva a adaptar para la gran pantalla (con pelos y señales) la Trilogía de la Bella Durmiente que escribió Anne Rice bajo seudónimo. Y es que la cinta de Sam Taylor-Johnson es tan asexuada, fingida y ‘Loreal’ que el conjunto resulta tan aséptico como indiferente y aburrido. El comentario generalizado tanto para la novela y ahora para su adaptación cinematográfica— fue, es y será el siguiente: «la vi/leí por curiosidad… y es muy mala, es basura, es porno para marujas». Sepa que la curiosidad mató al gato y, en este caso, el minino es su propio cerebro. Si usted quiere morir, adéntrese en esa habitación roja que representa a su propio encéfalo (y deseos). Déjese seducir y golpear hasta la vergüenza por una obra condenada al mismo escándalo y perversión que un programa de ‘Sálvame Deluxe’ o ‘Gran Hermano Vip’. Que la biografía de Belén Esteban y las novelas de E. L. James compartan estantería va más allá de lo simbólico. Vivimos en tiempos en la que la basura vende y la polémica traspasa y genera el acontecimiento. “Cincuenta sombras de Grey” llegó en San Valentín para revelarnos el equilibrio del poder entre una impresionable y virginal universitaria y un calculador y manipulador sádico hombre de éxito. La autoridad contractual es simple papel sin rúbrica, meras palabras y expresiones sexuales que no se recalcan más allá de la mención y el mero contraste del blanco y negro entre una iluminación impuesta y atmosférica. Pinzas vaginales, cuerda, muñequeras, esposas… Nada de fisting vaginal ni anal pasando del BDSM nocturno a unas ‘tortitas’ (y panqueques) al alba. 


Su poesía —demasiado reiterativa en vuelos orgiásticos— es la misma que aquella que desprende el sonido soft-porn de las palomitas, del erotismo de la mantequilla —de anuncio y pose— que se derrite ante el consumismo del paladar. Anastasia Steele (Ana para gente que se masturba pensando en ella), prototipo de colegiala y estudiante de Literatura de la Universidad de Washington, mira el edificio de Christian Grey como un mastodóntico e inalcanzable falo para someter su inocencia y virginidad al juicio y perversión de su entrevistado. A la salida, una lluvia dorada y lasciva, propiciada por la mismísima naturaleza, cae sobre su cara. Siente el placer… chupa un lapicero con el nombre de Grey, de su nuevo objeto sexual… pero no la punta sino la goma del otro lado que está más blanda. Nunca hay dolor. Por el contrario, Christian desea que lengüetee la parte dura y afilada, que su lengua y piel sienta la punción; el dolor. Ella es tonta e inocente, siempre la comen la tostada… aunque en su propia candidez se encuentra su arma para luchar contra un hombre que desea controlar todo en su vida… incluida la sexual. Grey no es Dorian Gray ¡Es CIPOTO! Utilice los puntos suspensivos porque no va a poder escapar de su impuesta prisión como la propia protagonista… como usted viendo esta película. ¿“Cincuenta sombras de CIPOTO” es la mejor tortura de la historia del cine y toda aquella persona que no lo vea así merece verla diez veces? Descubra los límites de sus más oscuros deseos… ¡Siéntase violado/a, humillado/o, torturado/a…! ¡Sienta ese choque entre el HAMOR y el odio! ¡CIPOTO, te amo! ¡CIPOTO! Después del orgasmo, uno se da cuenta de que todo es marketing.



Planteemos que los gustos peculiares de CIPOTO, que sonríe lo mismo que Grumpy Cat… pero resulta irresistible, se simplifican en una vulvitis. Todo el film está articulado sobre contraplanos en un ascensor y con los amantes enunciando el nombre de su opuesto. El elevador simplifica un orificio y conducto vaginal, esas puertas que se abren y cierran son sus labios… Después llega la inflamación, el ardor y el enrojecimiento. “Cincuenta sombras de CIPOTO” esconde una película sobre el consumismo para (y por) el consumismo y el BDSM, planteando un mercado como cualquier otro. Precisamente CIPOTO utiliza las mismas técnicas con sus clientes y rivales en los negocios que con sus amantes sumisas en su habitación roja. Se trata de dominar y estar por encima en ese fálico rascacielos que consensúa el éxito, de controlar el producto a cualquier nivel y doloroso precio. Y, ahí, aparece el amor como redención y cambio radical de ese tránsito del amarillo al rojo, de dejar de estar atado a esa melodía tan triste que CIPOTO únicamente puede tocar en su piano y pieza alegórica de su psique. El único interés de “Cincuenta sombras de CIPOTO” es el propio debate que pueda originar y el problema del film de Sam Taylor-Johnson es que éste siempre estará por encima de la propia obra; aunque gran parte del ‘violado’ y escandalizado público denote que no sabe distinguir entre la ficción y la realidad. Y ésa es la principal y más grave dificultad de la sociedad que convierte en acontecimiento cualquier controversia que la saque de su aburrida vida. El film, fuera de la pantalla, nos remite a que la salvación se encuentra en convertirse en una fangirl sectaria (o maruja sin cerebro) que moje sus bragas y esconda el pecado en la lavadora ante el recuerdo de un éxtasis que fue simple imaginación. Y la imaginación es poder. Y el poder, dominación y sumisión.

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2 comentarios:

  1. "Vivimos en tiempos en la que la basura vende y la polémica traspasa y genera el acontecimiento" bien dicho!! he ahí la razón del éxito de semejante esperpento..

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  2. No a todas nos cautiva Grey, no he visto la película, pero si traté de leer el primer libro. Mal escrito, no es el tema en sí, sino que EL James no es escritora. Leí La trilogía de Bella y después de esto, Grey y sus 50 sombras son un bodrio.

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