Showtime ha decidido renovar tanto “Homeland” como “The Affair” para alegría de sus seguidores e incondicionales. A la espera de conocer qué nos puede esperar en su quinta entrega es el momento propicio para repasar “Redux”, séptimo capítulo de la cuarta temporada de la serie. Junto a “From A to B and Back Again” (4x06) forman el gran bloque sobre el que sustenta el futuro de la propuesta. Previamente habíamos desavisado los elementos y articulaciones para regenerar una ficción cuestionada en esa tercera entrega que puso punto final a la saga ‘Nicholas Brody’ y abría nuevos horizontes. “Homeland” quiere sorprendernos pero, al mismo tiempo, jugar con la audiencia que debate y discute todo aquello que se proyecta sobre la pantalla. “Redux” es un nuevo contraataque sobre los espectadores para seguir ofreciendo amor y odio sobre esos polémicos personajes y decisiones argumentales diseccionadas y ampliadas en su (a)moralidad. Es hora de introducirnos en el universo que nos plantea “Redux”, en esas bolsas de basura en las que queda reducida el poder de los países más poderosos e influyentes en la política internacional.
Hay demasiada polémica que se suma a lo ofrecido previamente empezando por la figura de Carrie Mathison, la Reina de los Drones, que parece haber perdido su humanidad y que es capaz de manipular mediante el sexo a un joven para reclutarlo. En el clímax final de “From A to B and Back Again” (4x06) comprobamos que no le importa en absoluto sacrificar a Saul Berenson para erradicar de la faz de la tierra a Haissam Haqqani, nuevo villano de la serie. Desconocíamos si Carrie también se movía por venganza tras el asesinato de Aayan Ibrahim a manos de su tío o seguíamos con su tónica anímica y profesional donde el fin justifica los medios. Cualquier medio. Ya comprobamos que Carrie es un peligro incluso para su hija Franny y el resto de personajes son el contra-plano moral que no para de recordar sus desvaríos ciertamente carentes de ética. Quinn, por ejemplo, es el eterno resorte que habla con propiedad en base a su experiencia y sigue tratando de cerrar esas heridas provocadas por sus traumas y errores. Quinn quiere que Carrie abra los ojos, que sienta remordimientos por sus decisiones y pensamientos, que tenga una báscula moral como aquella que siempre ha tenido su mentor Saul Berenson. De hecho, Saul es vital para entender esta temporada al quedar relegado no sólo como un escudo humano perfecto a los intereses de Haqqani sino como ese bastión ético que deja en simple demagogia el discurso del talibán sobre los excesos de los cristianos como justificación a sus actos y atrocidades presentes. Saul, aparte de indicarle que es judío, le deja claro su monstruosa visión del Islam y, sobre todo, que masacró a su familia sin argumentación posible salvo su propio poder y hegemonía. Haqqani, como cualquier fanatismo religioso, sigue anclado en la Edad Media y en una ‘Guerra Santa’ inexistentes ya en el mundo occidental, donde la religión apenas gobierna a los hombres.
Si “Homeland” fue capaz de presentarnos un nuevo personaje (Sandy Bachman interpretado por Corey Stoll) en su season 4 premiere para liquidarlo a las primera de cambio, ¿por qué no va a ser capaz desenterrar a Nicholas Brody y que Damian Lewis tenga un nuevo cameo en la serie? Para llegar a tal fin, “Redux” abre con la producción de unas pastillas en una farmacia que son facilitadas a Tasneem. Sabemos que la agente del ISI es aquella que es la mano ejecutora de toda la operación y conspiración, aquella que seguramente se reunía con Sandy para compartir información clasificada, que ha retomado el contacto y control con esa rata llamada Dennis Boyd, que tiene a Farhad Ghazi en nómina y que coordinó el secuestro de Saul. Ella está implicada con los talibanes pero desconocemos si es el cerebro de la operación y si Aasar Khan se encuentra en las sombras en referencia a esa conspiración que nace desde su agencia. Dennis es la pieza clave, aquel que siente su valía como espía y donde los guionistas están posibilitando ciertas líneas de humor negro en sus acciones para dar información sobre Carrie y, en este capítulo, sustituir las pastillas por las suministradas por Tasneem. ¿Qué efectos producirán en Carrie? ¿Quieren envenenarla, drogarla para sacar toda la información que puedan o facilitar un motivo y puente entre la CIA y ISI? La llegada de Lockhart a Islamabad también es otro de los alicientes en esas negociaciones que se convierten en una acusación directa a los paquistaníes de ser cómplices de las acciones de Haqqani. Las amenazas del gobierno estadounidense son puestas sobre la mesa y Martha Boyd queda en evidencia al ser mantenida en la desinformación. ¿El dinero puede arreglar todo? ¿O tendrá EEUU que ceder por otra vía diplomática?
Mientras que vemos cómo Haqqani se reúne con su familia gracias a su ‘escudo humano’ y nos insisten en toda esa mecánica, la CIA estima que el lugar donde se encuentra el yihadista con su familia es impenetrable. Carrie contacta con Khan que se muestra cooperativo en saber quién secuestró a Saul en el aeropuerto. ¿Vive en la ignorancia o es el cerebro de la conspiración en el seno del ISI? ¿Tiene otros planes o se la están dando con queso? ¿O él es el queso? Da la impresión de que Khan quiere cooperar y conocer por qué el operativo de cámaras y grabaciones en el aeropuerto misteriosamente se redujeron esa noche en la que el ex director de la CIA fue secuestrado. Los efectos de las pastillas que ha tomado Carrie no se hacen esperar y la paranoia vuelve a “Homeland”. Max y Fara investigan los pocos flecos pendientes sobre la Aayan. Descubrirán que la enfermera que le proporcionó las medicinas ha desaparecido (o seguramente esté muerta) y su única vía de indagación es la ex novia de Aayan, Kirin, que trabaja en un hospital. Carrie toma más pastillas y los efectos la llevan a un estado de alucinación y pánico que hace huir a Kirin y que ella misma tenga atacar a un guardia de seguridad en el hospital, representado como Quinn. Sus confusiones mentales la llevan a disparar a unos hombres en la calle que la seguían con una imaginaria pistola. Finalmente, la policía la arresta mientras llora. Carrie ha tocado fondo y en el espectador se produce una mezcla de sentimientos, como si se considerara todo el conjunto una justicia kármica por la que debe pasar. El resto de líneas argumentales nos posicionan a esa vía pretendida por Haqqani, ya en Afganistán junto a Saul, en la que le informa que tanto el Presidente como Lockhart están involucrados en un intercambio de prisioneros y Martha —alentada por su marido, feliz de ser un espía— confirma que está trabajando de nuevo en los canales diplomáticos. ¿Y qué ocurrió con Carrie? La agente de la CIA es víctima de sus delirios y se enfrentará a sus demonios al ser llevada a una casa residencial y ser despojada de su camisa de fuerza por esos hombres que la siguieron. En la casa alguien entra en la habitación donde se encontraba y en su lucha y forcejeo descubre que es Brody. Sí, Nicholas Brody. El reencuentro es tremendamente impactante para Carrie que no sabe si es real o no. En realidad, veremos que toda esa catarsis nos lleva a la realidad: Carrie se encuentra acurrucada junto a Khan. Quién es Brody, al fin y al cabo ya en esta nueva “Homeland” salvo un espejismo de esa gran serie que fue pasado y que quiere reformular un nuevo y notable futuro.
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