Serie de TV
“Black Box”
EEUU
2014
Sinopsis (Página Oficial):
La Dra. Catherine Black, neuróloga de fama mundial, está en la cima de su carrera. Cada semana, esta hermosa y brillante médica intentará desentrañar los misterios del cerebro mientras que oculta su propio secreto: ella es bipolar. Las historias médicas avanzan a través de un extraño espectáculo visual con historias personales fascinantes. El siglo XXI es la era del cerebro, y “Black Box” se montará en esa ola en la vanguardia de la medicina. El cerebro es la fuente de todo —de todo aquello que nos gusta o la forma en la que actuamos y sentimos—. Es el último misterio, por lo que los médicos llaman la ‘caja negra’. Catherine y el personal de “Black Box” serán constantemente desafiados por casos nunca vistos antes en la televisión. Los pacientes tienen enfermedades raras, muy visuales, a menudo alucinógenas y sorprendentes, que vamos a ver a través de sus ojos, como pacientes mientras Catherine les trata.
Podemos entender una serie como “Black Box” desde dos líneas que están afectando a las series sobre las queda marcada la serie. La primera es evidentemente la falta de ideas de los nuevos dramas de hospitales que han dominado en la última década “Anatomía de Gray” y “House, M.D.”. “The Mob Doctor”, “Emily Owens, M.D.” o “Monday Mornings” trataron de hacerse un hueco en distintos tipos de audiencia o hallar nuevas vías fracasando todas ellas y siendo canceladas en su primera temporada. Pronto veremos “The Night Shift” donde NBC va a probar con el legado abdominal de “Chicago Fire” en busca de fortuna. La segunda línea es la del personaje (femenino o no) bipolar o con algún trastorno o tara que potencie al personaje. Carrie Mathison ha impuesto modas y el reciente fiasco de “Mind Games” ciertas alertas. Digamos que en este punto podemos llegar a un punto en común en ambas líneas, la de los intentos de hacer algo original en el subgénero televisivo y aquella que marcan los desórdenes bipolares generando a dos personajes dentro de uno a modo de trastorno de personalidad. Las intenciones de la penosa “Do No Harm” iban posiblemente por esos derroteros y en “Black Box” con Catherine Black, una neuróloga que mantiene en secreto su enfermedad y deja de tomar la medicación para convertirse en una especie de Chica Maravillosa o Fénix poseyendo el cuerpo de una Carrie Mathison repleta de alucinaciones y así alcanzar la perfecta brillantez de ideas.
Hacer un personaje complejo no equivale a meterle enfermedades o trastornos metales, “Black Box” es prueba de ello. Uno de los focos va a ser el tratamiento de la propia Dra. Black con su psiquiatra, la Dra. Helen Hartramph (Vanessa Redgrave), que conforma el asesoramiento necesario y potenciador catártico para el personaje. La madre de Black también padecía el trastorno y acabó suicidándose y la doctora da la impresión de estar condenada a ese fin, atrapada entre dos mujeres, dos hombres y una hija biológica que cuidan su hermano y cuñada. El conflicto del personaje es claro: cuanto más deja paso a su enfermedad a tomar el control, más cerca está de la perfección… y de la muerte. Los fallos de la serie queden reflejados en el piloto dentro de unos márgenes confusos, no porque no se entiendan sino porque parecen imprecisos por falta de brillo en el guión. Me interesa más los puntos de valentía de “Black Box” que sus múltiples (e imperdonables) deslices pero la serie de Amy Holden Jones a veces profundiza en una comedia involuntaria y realmente pudiéramos considerar que se equivocaron de género a potenciar. Y es el que drama o la tensión sexual son tan insostenibles que el conjunto no funciona, se atasca, resulta tan inverosímil como si el espectador estuviera también sufriendo una alucinación en el peor sentido.
Para algunas personas el show pudiera ser lo más vergonzoso e insultante que han visto en tiempo con esa doctora que pierde completamente los papeles cuando deja de tomar la medicación. Volvemos a esa nueva revisión de Jekyll y Mr. Hyde pero esta vez con otro matiz distinto al de la mediocre “Do No Harm” dejando el thriller o el suspense para potenciar esa ‘caja negra’ que da título a la propia serie. Y es que el cerebro y sus 100 mil millones de neurona con 100 billones de conexiones entre sí pudieran dar el suficiente juego para entender que la enfermedad mental solamente se puede curar ¿una enferma mental que comprende los trastornos y alucinaciones de sus pacientes? Que se mencionen los desvaríos de Van Gogh, Hemingway, Sylvia Plath, Billie Holiday, Charles Dickens, Herman Melville como grandes mentes que acercaban su brillantez a su locura (y muerte prematura), no es casualidad. La Dra. Black va a tratar a sus pacientes sin distinción entre ese muro llamado paciente y médico, pero el problema es que esta ‘gran mente’ no cuenta con una ‘gran serie’. “Black Box” tampoco es brillante, como esa neuróloga a la que vemos perder el control y darnos (cierta) vergüenza ajena, mientras se persona posiblemente una revisión en calve femenina del Oliver Sacks. Ni tan visual como pudiera ser ni mucho menos con la sensación de estar ante una doctora ni tan resplandeciente, ni mucho menos para calificarla una genio… aunque sí lo suficientemente descerebrada para protagonizar una comedia involuntaria. Ay, el cerebro, misterio y (car)caja(da) negra. Ay, Carrie Mathison, ay. ¡Tú tienes la culpa de que ahora todas las series estén protagonizadas por bipolares! Ay.
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