Serie de TV
“American Horror Story: Coven”
[Antología. Parte III]
EEUU
2013-2014
Sinopsis (Página Oficial):
“American Horror Story: Coven” cuenta la historia secreta de las brujas y la brujería en Estados Unidos. Pasaron más de trescientos años de los turbulentos días de Salem y las brujas que lograron escapar están prácticamente extintas. Misteriosos ataques se han producido contra ellas, cada vez más graves, y por eso las niñas son enviadas a una escuela especial en Nueva Orleáns para aprender a protegerse. En medio de la confusión, se encuentra Zoe, una recién llegada que oculta un espantoso secreto. Alarmada por las agresiones recientes, Fiona, la bruja suprema, ausente desde hace tiempo, vuelve a la ciudad decidida a proteger el aquelarre y dispuesta a destruir a quienquiera que se interponga en su camino.
Con el paso del suficiente tiempo para alejarse del encantamiento de “American Horror Story: Coven” es momento de tratar de recopilar las sensaciones que nos ha dejado la tercera temporada de AHS. Podría resumir que a título personal se ha quedado entre ‘Murder House’ y ‘Asylum’ y que el gran mérito de Ryan Murphy y Brad Falchuk ha sido siempre construir mediante apropiaciones una amalgama de diseño como gran escudo ante cualquier crítica. Sus títulos de crédito, su producción, sus actrices, sus cameos y participaciones de estrellas invitadas, su percepción de mash-up referencial bajo asuntos o temas emocionales para el colectivo norteamericano han generado un potente entretenimiento adictivo y más sólido o adulto (y sin pelos en la lengua para sobrepasar cualquier tabú) que cualquier otra ficción de índole fantástico. Realmente considero que la serie funciona cuanto mayor sea el espacio provocando que el resultado sea más satisfactorio para la propuesta. Si esa casa —en la que tenían que lidiar los Harmon con espectros peligrosos (y asesinos) de diferentes épocas— se quedaba pequeña en la primera temporada, en Briarcliff se encontró el gran espacio para que copiosas tramas evolucionaran junto a un montaje y ritmo frenéticos. La Academia para Excepcionales Señoritas de Miss Robichaux es más holgada, pero no evita que ciertas tramas se solapen e incluso ahoguen en ese juego de personajes que aparecen o desparecen a conveniencia del guión. No es el peor de los defectos de “American Horror Story: Coven”, ya que la falta de convicción de enfocar ese coral empacho de discursos sociales —entre ejes dramáticos, familiares y personales— deja cierta huella de pluralidad que no complejidad.
Apropiándose de leyendas reales de Nueva Orleans como Madame Delphine LaLaurie y Marie Laveau (o el Asesino del Hacha) pasamos al glamour que impone Jessica Lange y la sofisticación de un aquelarre donde las juventudes y distintas protagonistas aportan una totalidad distintiva. El feminismo ha encontrado aquí un nuevo punto de giro: todo aquel personaje que muere puede resucitar. Y, así, “American Horror Story: Coven” juega con la magia como comodín y motor de cambios aportando un punto inusual a las torturas sufridas por los esclavos afroamericanos y proyectándola en el tiempo al black-power sobre esa permuta y constante que interpretan Kathy Bates y Angela Bassett, dos de los aciertos y novedades del universo AHS. Desde “Dark Shadows”, “Frankenstein”, “La bella y la bestia”, “Begotten”, “La noche de los muertos vivientes”, ‘Compendium Maleficarum’, “Brain Dead”, junto al imaginario de las brujas de Salem, el vudú de Nueva Orleans y algún guiño al universo de “Embrujada”, el glamour o perversidad que desprende el conjunto nos deja magia y la capacidad de sorprender al ritmo de la musicalidad catártica. En la Academia de la señorita Robichaux no faltan cazadores de brujas, cameos como los de Stevie Nicks y una fina línea entre el humor negro, la maldad y la democratización del poder en un cambio de ciclo.
Como si fuera una dictadora, la Suprema desea aferrarse a su poder y vida eterna tratando de masacrar a cualquier aspirante a su trono. Nada es lo que parece aunque esta vez la capacidad de sorprender en el universo AHS dejó una gran incógnita (¿Quién es la nueva Suprema?) como contrapunto final de cierre y cierta divagación sobre sus méritos y carencias. “American Horror Story: Coven” se ha cocinado a fuego lento, cual poción de brujería, y ha conjugado su vocación de inquebrantable feminismo con un texto en paralelo sobre la esclavitud y el black power. Lo ha hecho con una Reina del Vudú, ese personaje potente y bitch que encarna Queenie y reformulando los pasajes reales más oscuros de la historia del país gracias a otro personaje de carne y hueso (Madame Delphine LaLaurie). Después de las Siete Maravillas (Telekenesis, Concilium, Transmutation, Divination, Vitalum Vitalis, Descensum y Pyrokenesis) y al grito de «¡BALENCIAGA!» nos quedamos satisfechos del círculo kármico que han propuesto Ryan Murphy y Brad Falchuk bajo los infiernos personales y redenciones de sus protagonista y esa gran frase para el recuerdo seriéfilo: «La única cosa a la que tenéis que tener miedo es a mí». A la espera de un Menú Fleetwood Mac Supreme con muñequitos (descabezados y parlantes) de la witches más bitches del lugar celebremos que La Suprema ha muerto… ¡Viva la Suprema!
Historias Bastardas Extraordinarias by Maldito Bastardo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Lea antes los Mandamientos de este blog.