“Boardwalk Empire” ha decidido (por obligación de HBO) finalizar su show con una temporada breve, intensa, rodeada de grandes capítulos que están brindando la dosis de licor seriéfila de calidad para que su excelente gozo dure con el paso del tiempo. La quinta entrega y broche final del drama centrado en Enoch 'Nucky' Thompson nos está regalando pequeñas joyas para el recuerdo, condensando el aroma de una gran serie que nos dice adiós. Que Terence Winter está en estado de gracia queda fuera de toda duda y “Devil You Know”, sexto capítulo de la quinta temporada y antepenúltimo de “Boardwalk Empire”, es buena prueba de este asumible acierto. Nos encontramos ante un capítulo inédito en la serie aunque con elementos ya divisados anteriormente, como la sorpresiva defunción de alguno/s de los protagonistas y una de esas tramas para que Nucky reflexione sobre los inminentes eventos que le han llevado a un enfrentamiento directo (y por su vida) contra Lucky Luciano, Meyer Lansky y Johnny Torrio. ¿Cómo encajará la muerte de Sally Wheet? ¿Conseguirán Nelson Van Alden y Eli Thompson ensombrecer a Eliot Ness? ¿Y Chalky White completar su venganza contra Valentin Narcisse?
“Devil You Know” juega con los mitos, el teatro y la ficción, con la concepción grandilocuente de las leyendas que tanto se han venerado, temido o iconizado por la sociedad estadounidense. El acierto siempre fue alejarse de Al Capone pero tenerlo en la mirilla dramática y narrativa, unirse al nacimiento y crecimiento de Atlantic City, al faraón que reinó después del Comodoro Louis Kaestner y el precio que tuvo que pagar para llegar a la cima. Los flashbacks explicativos de esta quinta temporada desean dotar de veracidad el pasado de Nucky Thompson, comprender sus sentimientos y motivaciones como aquel hombre que consiguió todo pero que empezó sin nada, que acabó odiándose a sí mismo. “Boardwalk Empire” es una transcripción con base histórica de la mano del libro de Nelson Johnson y ese juego teatral —bañado en violencia, sangre y humor negro— nos lleva a tres distintos escenarios y representaciones, donde el techo contrasta la miseria o divinidad del lugar. Nucky ahoga sus penas en el alcohol y soledad, huyendo de su encierro y teniendo un encuentro habitual que le ayude a avanzar en sus pensamientos. Eli y Van Alden protagonizan su misión suicida para robar los libros de contabilidad en la suite de Capone. Chalky tendrá que tomar una decisión sobre su venganza al toparse con el reverso del destino en ese reencuentro con Daughter Maitland y su hija. El incienso que se respira en ambos escenarios es tan escénico como premeditadamente artificioso, como si Winter quisiera ralentizar una despedida que sabemos que va a ser agónica.
La ficción es aplastada por la realidad aunque nos desvela la otra cara de la leyenda, como recreación de una verdad espolvoreada en murmullos y anécdotas. De este modo, pudiéramos entender “Boardwalk Empire” como la historia y ascensión de Al Capone hasta su caída y ajusticiamiento. Una historia verídica y paralela de la que el creador de la serie nunca se quiso desligar. Que el destino uniera a Van Alden y Eli al cierre de la cuarta temporada no es casualidad. Ambos son fugitivos de la justicia, asesinaron con sus propias manos sendos agentes del F.B.I. y trataron comenzar de nuevo una vida condenada al fracaso y el miedo. Van Alden se va a revelar, como ficción, al mito que tiene delante y que siempre le ha impuesto el terror como medida supresora y condicionante. Recordemos que en “Erlkönig” (4x05) ya pensó en acabar con Capone —siendo la vida de Frank Capone aquella que evitó su propia muerte— y sus aventuras junto a Eli nos va a revelar por qué ambos son los ‘losers’ más desafortunados de Chicago. Nada va a salir bien en su plan y pretextos cuando Ralph —tras un encuentro made in HBO— se da cuenta de que su entrega era una farsa repleta de periódicos cortados para la ocasión. Mike D'Angelo es llamado y les interroga siguiendo su propio guión de salvación para todos ellos pero Capone regresa con los hombres de Hollywood a los que ha estado entreteniendo y se divide ese mito, realidad y ficción en las salas de su suite. La leyenda cuenta que Al Capone nunca supo de Eliot Ness y la mención de Eli y Van Alden, como el agente que les ha convertido en ratas, no deja de marcar ese guiño a pulverizar las fábulas y sus mitos. Van Alden sabe que es un hombre muerto a manos de Capone y conoce que esta vez apretará el gatillo. Es momento de revelarse y reclamar una verdad para reventar el teatro del que siempre fue partícipe en su vida. La farsa llegó a su fin y también su propia vida, siendo víctima de un disparo en su cabeza por parte de Mike D'Angelo que se encontraba a su espalda. Ya nos anunciaron en el eslogan de esta temporada que nadie iba a irse tranquilo y en silencio. Los murmullos de Eli ante su inminente final contrasta con la indefensión de Capone, marcado por la sangre que delata su propio miedo. Es humano, no es intocable, ha quedado separado de su propio mito. Al Capone trata de pagar con el cadáver la pelea que le dejó en una posición de desabrigo y ordena a D'Angelo deshacerse de Eli sin importarle cualquier tipo de represalia por parte de Nucky. Al fin y al cabo, confía en que Luciano acabe con el Rey de Atlantic City… y precisamente el destino y sacrificio de Van Alden se enrosca cuando Ralph Capone da al agente encubierto del F.B.I. los famosos libros de contabilidad para que los proteja y los lleve a otro destino protegido de la organización. Suponemos que el cadáver con la cuenca ocular destrozada de Nelson Van Alden se reiría si pudiera ante el revés del designo. Posiblemente toda la leyenda sobre Capone y Eliot Ness a ese billete que lanza Mike D'Angelo a la cara de Eli Thompson para su salida de Chicago en autobús. Es la respuesta a esa ‘codicia’ que fingió declarar como el motivo de su traición. No es la primera vez que conspira e intriga el personaje, que es víctima del poder de otros. Forma parte de su propia penitencia y réplica de su destino porque nunca una leyenda fue tan desmitificada por el absurdo y tan bajo precio. ¿Reclamará ahora su identidad también Eli y volverá con su hermano?
Con los flashbacks de ese joven (clon) de Enoc viajamos a 1897, con Mabel a la situación actual de Nucky, preparando un discurso para el triunfo de su rival (Jim Neary), —designado como concejal— ante las nulas oportunidades de futuro que le brinda el Comodoro. Mabel está embarazada y Enoc tiene que progresar. Enoc, en definitiva, tiene que empezar a llamarse ‘Nucky’ y asumir el apodo que le imponen los demás. Veremos cómo recoge dinero por ‘protección’ en un negocio —técnica similar a la de la mafia salvo que Nucky representa a la ley— y en la misma secuencia se unirán dos elementos: el comerciante se queja de que el dinero que da no sirve para nada, al comentar que un chico pelirrojo le ha estado robando, y que los gustos del Comodoro pasan por la pedofilia. Enoc, acompañado de su hermano Eli, identificará al ladrón pelirrojo y le perseguirá sin poder cazarlo aunque localizará sus ‘tesoros’ robados. A ambos no les costará esperar al chico que evidentemente se desvelará que se llama Gillian y es una joven mujer. Unan piezas y hallarán la verdad… como ese nombre con el que se identifica y esa carta que Nucky recibió de ‘Nellie Bly’ en “What Jesus Said” (5x03). El pasado persigue a Nucky Thompson en ese imaginario presente y posiblemente se replantee un futuro que ya está escrito y el precio que ha ido pagando por llegar donde se encuentra. Nucky ha escapado de Old Rumpus para acabar en un bar de mala muerte y emborracharse, coquetear y llorar sus penas por la última mujer que perdió. En realidad, la fatalidad siempre le ha rodeado de cara al romance tal vez como coste a su éxito en los negocios truculentos. Dinah Linehan es su conquista en este capítulo junto a su amiga Irene dentro de ese teatro en el que todos se engañan y en el que no falta una pelea con un viejo que reclama el bar como suyo. La borrachera y la victoria dan la impresión de que va a acabar en un trío sexual que se convierte en un atraco. Dinah deja a Nucky fuera de combate fácilmente con una pequeña maza con la que golpea su cabeza. Recordemos, todo era un teatro. Joe Harper, ese joven al que ‘reclutó’ Mickey Doyle, le recoge y no acepta el dinero que le quiera dar Nucky. Al fin y al cabo, ya trabaja para él… pero todo esconde esa réplica del destino a la que se enfrentan todos los personajes. No basta con recordar ‘The Song of Hiawatha’ de Henry Wadsworth Longfellow o remarcar la épica como error citando el Ritz Carlton. No, se trata de enfrentarse al pasado y ese joven es, en cierta medida, un reflejo de 'Jimmy' Darmody y, por extensión, de su madre Gillian. Ante la ausencia y caída de nuevo a ese fondo de odio a sí mismo y frustración con todo el peso emocional que le rodea, Mickey Doyle ejerce como el héroe de Old Rumpus. Realmente es ‘lo único’ que le queda a Nucky y es seguro que analicemos tan odiado personaje como ese perro fiel al que tanto maltrato su amo. Las tropas, no obstante están preparadas para la batalla y quedan dos episodios para una guerra en la que sabemos —por la historia de sus personajes— que se esperan sorpresas de esa crónica no escrita tan habitual en esta gran serie.
En Harlem teníamos pendiente cómo encajaría Chalky White encontrar a Daughter Maitland en el prostíbulo de Narcisse. Sabemos que esa niña es su hija, que el encuentro con Valentin Narcisse es inevitable y que el drama bien pudiera estar inspirado en una secuencia cinematográfica de un vodevil del cine mudo. La pequeña Althea ejerce como moneda de cambio ante los descubrimientos de la trama con un Narcisse más preocupado por las medidas de presión de Luciano para someterse a su esquema de negocio que ante una amenaza directa de muerte a punta de pistola. Daughter dejó su carrera como cantante y ha estado trabajando en la casa de un hombre blanco en Memphis, ya que Narcisse detuvo y estancó su carrera musical. Será un disco aquel que quiebra la negociación, que haga sacrificarse a Chalky para pertenecer a Valentin Narcisse y dar una oportunidad a la mujer que amó y a la hija que le devolvió el destino. No hay lugar para él en ese mundo y sabemos que Narcisse no cumplirá su palabra respecto al destino de Chalky. Era inviable que coexistieran y las palabras de Daughter para que no confiara en Narcisse ya resonaban previamente en la cabeza de Chalky. Es hora de cerrar los ojos y esperar el fuego y pólvora, de sentir ese contacto con el cielo como recuerdo musical y épica del anonimato en un callejón sin salida ni historia. Porque nadie fue ni será libre… y mucho menos si forma parte de esa ficción que enmarca “Boardwalk Empire”. Es la condena y precio de todo final. La muerte es, por lo tanto, ese fonógrafo sin disco dentro de unos créditos finales y el espacio que los separa del sentimiento de la propia audiencia. De ese suspiro que desparece de nuestros oídos y rememoramos una y otra vez, como los grandes momentos que nos está dejando esta gran serie que no se quiere ir en silencio. Escuchemos, pues, antes de que llegue la paz y oscuridad, el final del disco.
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