Páginas Bastardas

lunes, 4 de agosto de 2014

True Blood (7x07) One Last Time: Vergüenza ajena

Con siete de los diez capítulos emitidos, que darán forma al final de “True Blood”, podemos confirmar que nos encontramos ante el entierro más traumático y aberrante para la serie de HBO. El escenario más decadente posible ha sido plasmado en un funeral torpe, sobredimensionado y aburridísimo donde los asistentes hemos quedado sometidos a un alto índice de exterminio por muerte cerebral o vergüenza ajena. Para esto… que hubieran hecho un telefilm de sobremesa cutre y barato… ¿y apañados todos? “One Last Time”, séptimo capítulo de la séptima y última temporada de “True Blood”, ratifica que un juguete roto en manos ajenas ha sido transmutado en una marioneta fracturada e inadmisible para aquellos que lo utilizábamos como jocoso pasatiempo. Ya no hay chispa ni humor, provoca bochorno y sonrojo a niveles de suicidio. Si en la sexta temporada la poca gracia que pudo tener Vamptánamo con Billith en plan Jesucristo Superstar —y un hada vampiro merodeando por los pliegues de las bragas de Sookie Stackhouse para completar la mitología de la serie—, en su final vamos a tener la decepción por bandera y una retahíla de comparaciones con el mediocre e incoherente desenlace de Dexter que no dejó contento a propios ni a extraños. Ni siquiera la polémica alrededor del abandono de Luke Grimes y su homofobia han creado una tormenta mediática. “True Blood” se hunde en su sepulto y es hora de repasar “One Last Time”.

Es cierto que los actuales showrunners de “True Blood” han tratado de formalizar un gran homenaje a los personajes de la serie rememorando todo el pasado del drama vampírico (y consciente comedia) de HBO. Otra cuestión es que el material haya sido tan resobado que gestionar la crisis de la Hepatitis V sobre Bon Temps y completar un círculo con Eric (y Pam) junto a la Corporación Yakonomo y la ‘Bodhisattva de la Earth’ (Noomi AKA Sarah Newlin) para ofrecer un prisma de luz y salvación a esa alegoría del VIH/SIDA. Todo se reduce en la secuencia final de “One Last Time” donde gratuitamente Sookie luce camisón robado del canal Playboy, para unos, o un anuncio de lencería de Carrefour, para otros. Corre y corre hacia su amado con la llegada del anochecer para echar un polvo con esa sangre oscura yaciendo por las venas de su vampiro soñado. Bill y Sookie vuelven a estar juntos y al chupasangres le quedan dos telediarios. Y la culpa la tiene la bitch… aunque ella siempre fue su bitch. Recuperar a la enana Dra. Ludwig para ratificar que la sangre de hada amplifica los efectos de la enfermedad o a Niall Brigant (Rutger Hauer), para entrelazarlo con los recuerdos vitales de Bill y trollear a su tatara-tatara-tatara-tatara-y-mucho-tatara-nieta y conseguir un plato de espaguetis, no deja de confirmar a los espectadores que nos importa una ‘shit’ si Bill la palma o Anna Paquin se convierte en la reina de drama tróspido. Lo dicho: nos importa un ‘shit’. Que forniquen, que forniquen, que luzcan culo y pezón porque nos importa una ‘shit’. Uy, un culo... uy, un pezón, uy, ¡qué venas más feas! ¿De verdad que no son varices de la tía-agüela Eustaquia? Pues eso, ascopena.


Si esa trama troncal es la más fuerte a nivel sentimental y dramático, el resto se cae en el lodo fecal donde está siendo enterrada “True Blood”. La evolución de la cooperación de Pam y Eric con la Corporación Yakonomo y el japo-tejano Mr. Gus se salda con el finiquito de Amber Mills y la revelación del plan: cazar a Sarah Newlin, sintetizar su sangre, sacar al mercado ‘New Blood’ y que Eric sea su imagen internacional para ganarse la confianza de los vendedores y la comunidad vampírica. Pam mojando las bragas con la idea. Sarah, para completar el círculo y homenaje, se refugia en el abandonado Light of Day Institute para recordar sus tiempos de la Hermandad del Sol y a sus viejos amantes para el momento tróspido del capítulo. Todos coinciden en una cosa: Sarah es una mujer muerta en 3,2,1… 


Andy y Holly van a Fort Bellefleur para localizar a sus hijos fornicadores y se encuentran únicamente con sus smartphones. Andy necesita la ayuda de Jessica y confirma que su hija no está en peligro de momento… Y es que, mientras a Andy le da la llorera al ver la casa del lago cerca de la ciudad de Oklahoma y supuesto picadero, Violet conduce a la pareja compuesta por Adilyn y Wade a su palacete de perversión. Allí, los jóvenes podrán trotar y eludir los aparatos y artefactos sexuales que Violet ha ido recopilando a lo largo de los siglos. Un momento, ¿no era Violet una hija de la Inquisición, religiosa y formal en cuanto al sexo? Va a ser que no porque nos encontramos ante la enésima ex novia loca de Jason que va a dejar claro, después del plazo de cortesía, que Wade y Adilyn son sus nuevos juguetes sexuales. Jessica, por fin reacciona pero teniendo en cuenta su nivel y juventud… la lucha está tan perdida como las lágrimas monger de Andy. 

¿Y qué paso con Jason? Pues está ocupando desentramando el acento de Hoyt y ocultando su erección ante la nueva novia de aquel que fue su mejor amigo hasta que se enrolló con su novia vampiro y esa shit que creíamos formaba parte del pasado pero nos acaba de explotar en la cara. ¿Intercambio de parejas a la vista? Nos importa una ‘shit’ salvo si Ashley Hinshaw (About Cherryy Chronicle) luce lo que tiene que lucir junto al premeditado culo de Ryan Kwanten. ¡Cuidado! Que la chica es lista y sabe que si se van a un sitio en el que nunca anochece los vampiros no son un peligro. ¡Cuidado! Que la chica es lista pero perderá las bragas por Jason en 3,2,1… 


¿Y el resto? El problema de “One Last Time” y de este terrible cierre de “True Blood” es que no hay nada… Podemos cavar como locos a lo Lafayette y Lettie Mae para extraer tierra o algún mojón resecado o esperar cual folclórica a lo Arlene el último baile con un vampiro al que no te puedes follar. Así es el final de “True Blood”: un se mira pero no se toca, un escaparate al que no se le puede hincar el diente y en que el se siente la publicidad engañosa desde el primer reflejo y mirada. Por favor, que acabe ya “True Bood”. ¡Que la maten! ¡Que la entierren! ¡Que acaben con ella ya y la den muerte verdadera! ¡Y que deje de sufrir! ¡Torturadores! ¡Hijos de fruta! ¡Hijos de Sookie Stackhouse! 

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1 comentario:

  1. Cruel crítica, pero muy divertida y aún más certera. Que termine ya esta agonía!

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