Páginas Bastardas

lunes, 10 de marzo de 2014

True Detective (1x08) Form and Void: Luz y oscuridad


Hay demasiado material y homenaje dentro de “True Detective” para ir desgarrando sus cuantiosas capas de piel y llegar a palpar con nuestras manos su esqueleto. Tampoco es necesario, el conjunto se muestra tan cristalino y expuesto como el propio universo pero a la vez tan impenetrable dentro de la oscuridad que genera desde su infinita distancia. Estamos limitados desde nuestra percepción para sentir aquello que es desmedido y nos conformamos con nuestras sensaciones y experiencias para trazar la línea que una los puntos que generen estrellas ya separadas por un abismo entre sí. Todo trata sobre la perspectiva y hemos llegado a un season finale que desea atar todos sus signos luminosos bajo el margen de la oscuridad infinita. Realmente “True Detective” no engaña a nadie al retratar la historia de dos detectives y sus matices psicológicos y vitales sobre la maldad que puede generar el ser humano. “Form and Void”, octavo episodio y último de la primera entrega de la nueva joya de HBO, nos va a posicionar en el mundo y punto de vista del asesino para definir el escenario final y la locura implícita en todos sus crímenes. En especial el de uno de ellos, el cometido sobre Dora Kelly Lange…

La estructura de “True Detective” ha reformulado el policíaco sobre todos sus esquemas, patrones y referencias, pero dotando al conjunto de una atmósfera de misterio más cercana al Lynch de “Twin Peaks” que al Fincher de “Se7en”. Con la presentación de Errol Childress en el que es posiblemente el episodio más convencional [After You've Gone” (1x07)] concluimos la recapitulación para someternos al clímax final que propone “Form and Void”. De nuevo, la serie de HBO no quiere inventar nada sino pulir los matices, revelar el misterio principal sin insultar al espectador en la peor variación de J.J. Abrams o Damon Lindelof y dejando la libertad al público de entrelazar el resto de pistas, mecanismos y teorías dentro del manto de referencias. El macabro hábitat de ese jardinero de parroquia no es tampoco un deus ex machina ya que el propio Rustin Cohle habló con él en 1995 en el cierre de “The Locked Room” (1x03)… aunque una barba y suciedad en su cara camuflaba (incluso para el propio espectador) su identidad y posibilidad de conexión con el ‘monstruo de espaguetis’. Nic Pizzolatto y Cary Fukunaga han sido muy inteligentes en presentarnos el horror de la morada del asesino (y su loca familia) desde una mirada furtiva y poco intrusiva, dejando los detalles mórbidos y macabros a la propia imaginación del espectador. Podríamos hacer nuestra la propia frase de Marty Hart ante las averiguaciones finales de Gilbough y Papania y detener (y no querer saber más sobre) la leyenda de un caso que nos remite a todo el imaginario y también realidad de asesinos en serie en EEUU con incesto por medio y el mantenimiento del patriarca muerto a lo Norman Bates o Ed Gein. De hecho, una conexión con el reciente capítulo emitido de “Hannibal” [Sakizuki 2x02] nos descubre esa relación entre la bóveda donde se halla el altar a Carcosa (y el Rey Amarillo) y la de ese asesino que hacía esculturas a sus víctimas con resina y formaba un gran mural en el interior de un gran contenedor metálico de maíz para ese «ojo que ve más allá de este mundo hacia el otro y vea el reflejo del hombre mismo». 


Como sabemos que Marty Hart y Rustin Cohle tienen que llegar al pasaje de los horrores, las piezas expuestas en toda la serie van a apilarse como pistas invisibles y donde Steve Geraci será obligado a ver el vídeo robado Billy Lee Tuttle en el que se muestra el asesinato de Marie Fontenot. Ted Childress desestimó el caso en su momento y ascendió a un Geraci para mantener su silencio. Robert Doumain, el socio de Cohle, será aquel encargado de ejercer de Badger y Skinny emulando el series finale de Breaking Bad… pero esta vez con balas de verdad. La columna principal de “True Detective” ha sido la relación de los detectives y vamos a tener mucho de Cohle y Hart y su recuento (reencuentro) con el pasado. Será precisamente Marty aquel que dé con la pista definitiva al comprobar la capa de pintura de una de las casas del barrio donde desapareció Dora Lange. La fresca y verde pintura revela que el asesino y ‘monstruo de espaguetis con las orejas verdes’ era el propio pintor de la casa. Su investigación les lleva a una anciana llamada Lilly Hill que recuerda a los pintores de la parroquia y al hombre de cicatrices. Si la Sra. Hill hubiera sido una mala ciudadana y no declarado sus impuestos, no hallarían la conexión con la empresa registrada por Billy Childress en el 78 y que conecta todos los crímenes con los trabajos realizados por toda la costa en escuelas y patios de recreo. Conectaremos rápidamente con esa imagen previa de Errol Childress pintando el patio de un colegio y echando el ojo a sus futuras víctimas. 


El plan de los detectives es que Doumain (abuelo para todo) envíe 10 paquetes (con toda la información del caso) a diversos medios y organismos si no tiene noticias de él en 24 horas, mientras que Hart tantea a Papania para recibir la llamada que destape todo. Ambos investigadores saben que la dirección de Billy Childress les llevará a su hijo y aquí el espectador hallará ese laberinto retorcido en la mente del asesino en serie y su familia bajo las miradas de Hart y Cohle. Es tiempo de oler a aluminio y ceniza, de recordar esas visiones y consolidar el teatro del clímax del género. Pero Pizzolatto y Fukunaga han preferido ceñirse a la visión de uno de sus personajes como punto de giro delante de ese altar que venera a aquel que se come el tiempo y es un viento de voces invisibles. Como Hart no tiene cobertura en una zona tan alejada de la mano de Dios, tiene que hallar el teléfono en la casa de los horrores de Betty Childress (volvemos a los 90)… mientras que Cohle se enfrentará al altar del Rey Amarillo teniendo una visión que le distraerá lo suficiente para ser atacado y empalado por un cuchillo que empuña Errol. Marty llegará allí para disparar a Childress pero un lanzamiento de un hacha parece sentenciar el destino del propio detective. Tendremos más de ese teatro ante los ojos de los dioses (y espectadores de la serie) para que Marty pueda disparar en la cabeza de Childress antes de que asesine a su compañero. Da la impresión de que es el final de Rust aunque, recordemos, la muerte no es el final… y, en realidad, aparece la luz como destello (y bengala) en esa bóveda para dejar más clara la metáfora de luz y oscuridad. 


Llegamos al epílogo y Hart se recupera en el hospital mientras que Rust sigue en coma después de la operación a la que tuvo que ser sometido. Hart recibirá la visita de Gilbough y Papania para ponerle al día del caso (les faltó hacerle una mamada allí) mientras los medios vinculan los asesinatos con el encubrimiento del senador Edwin Tuttle. Marty llorará con la visita de su ex mujer y sus hijas y, por fin, sentiremos la redención del personaje. El caso de los detectives acabó y el reflejo de Rust sobre la oscuridad y la noche estrellada (en plan monolito de Kubrick) no deja de remarcar la alegoría sobre la luz y oscuridad, sobre la vida y la muerte. El recuentro de ambos detectives seguirá el tono repleto de ironía y humor negro que únicamente comprenden ellos pero aquí llega la evolución del personaje de Rust: sintió su propia muerte y a su hija que le esperaba con la sensación de amor en esa completa oscuridad. Su vuelta a la vida nos confirma su frase de que no debería estar allí y sus momentos dramáticos repletos de desesperación, dejando claro (más si cabe) que el Emmy y Globo de Oro al mejor actor de televisión del año tienen dueño, serán reconducidos por su mejor amigo. Y llegamos a las estrellas, a la luz y oscuridad y al propio punto de vista que imprime en cada una de sus historias el narrador dentro de ese universo tan ennegrecido como el alma de hombres como Errol Childress. La muerte no es el final y Rust Cohle emerge en nuestra última y blanca hoja como ‘predicador’ y estandarte de otra luminosa fe. Y esta serie se levanta entre las sombras e infinitas posibilidades como ese brillante diamante a ojos de esas otras deidades llamados espectadores. Es momento de alzar nuestra mirada al cielo y venerar la primera (y posiblemente irrepetible) temporada de  “True Detective”.

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5 comentarios:

  1. Para mí ha sido una serie interesante con algunos detalles que la alejan del resto de series de su género. Pero no veo la obra maestra que dicen por ninguna parte. Para mí 6/10.

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    1. Hola Rammsteiniano!

      Mucha gente opinó lo mismo de The Wire, Los Soprano o A dos metros bajo tierra en su primera temporada... (y sigue opinando lo mismo). Hay que esperar pero esta primera temporada de "True Detective" no me parece perfecta en el sentido absoluto pero sí una obra maestra por encima del hype habitual en estos casos.

      Saludos y gracias por el comentario (y diferente punto de vista). ;)

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  2. Bastardo, que opinarías si te contara que creo que la interpretación de Matthew McConaughey como Rust Cohle es la mejor que se ha hecho nunca en TV? Más que el Walter White de Mr.Cranston o el Tony Soprano de Mr. Gandolfini

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    1. El problema, es que posiblemente Matthew no seguirá en la serie y no podrá igualar a Gandolfini o Cranston por el simple hecho de que no tuvo tiempo para ello. Sopranos 6 temporadas, Breaking Bad 5...

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    2. Las comparaciones son horribles cuando además se cambia el modelo de ficción. Si "Los Soprano" o "The Wire" cogieron la esencia de "Twin Peaks" de fulminar el episodio y transformarlo en algo sin fin hasta la propia serie, "True Detective" es una antología que sigue esos pasos en los que AHS ha demostrado que puede funcionar el formato en nuestros tiempos de excelencia catódica. Tarantino, por ejemplo, ya ha dicho en muchas entrevistas que le atrae el formato televisivo como aquello a donde el cine no puede llegar. "Mildred Pierce" de Todd Haynes es otro ejemplo de película hecha miniserie.

      Muchas de las primeras series norteamericanas de televisión de éxito eran historias / adaptaciones independientes que cambiaban con cada capítulo y que utilizaron estrellas cinematográficas. Realmente no se puede inventar nada nuevo a estas alturas y cada uno tendrá sus gustos (McConaughey ahora es el Rey de la Interpretación), pero "True Detective" no me parece una moda (como tampoco lo fue "Breaking Bad") sino un nuevo ejemplo a seguir mucho más certero que "Top of the Lake" o "The Killing" (de la que pocos se acuerdan después de su primera temporada). Puede que sea principio de algo grande o tal vez se quede en su primera temporada pero sus méritos ya están plasmados.

      Saludos y gracias por los comentarios.

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