Serie de TV
“Paquita Salas”
España
2016
Sinopsis (Página Oficial):
Paquita, una de las mejores representantes de actores de España en los 90, se ve buscando nuevas estrellas desesperadamente, después de perder a su mayor cliente.
Yo soy exactamente como este cuadro. Una mujer a la que el tiempo ha pintado por encima y que ya no tiene sentido.
Hablemos por fin de “Paquita Salas” y toda una serie idolatrada por crítica y público aunque, sin embargo, no parezca que su fama en internet se traslade a un sinónimo de éxito mayoritario. Tratar una producción, que ha supuesto una pequeña una revolución perpetrada por los Javis, pasa por hallar la calidad alejada de cánones o grandes presupuestos, pero que —irónicamente— en absoluto tiene un acabado amateur. Todo lo anterior ha supuesto una pequeña dosis y aire fresco para las producciones audiovisuales patrias y que no se necesitan grandes nombres o un primer time para transcender. Las limitaciones siempre fueron las ideas y sobre todo contar con un personaje central construido desde el desnudo más explícito a nivel argumental. El propio título establece que Paquita es el gran eje de todo: se guisa y se come cualquier premisa y proposición narrativa. Brays Efe ha construido un personaje capaz de sumergir al espectador en su vida con un simple contoneo y mirada directa rompiendo la cuarta pared. La razón es que “Paquita Salas” es toda una declaración de intenciones quitando conceptos ya bastante trillados y vistos como una especie de falso documental y una mirada siempre desgarrando la ficción hacia un espectro cercano a la (auto)parodia amparándose en la decadencia y la ruptura de normas televisivas en nuestro país.
En la serie no solamente es referente la actuación de un actor sino también es un concepto el éxito como disposición argumental. También aparece la estela de una profesión un tanto desagradecida (?) como los representantes. Da lo mismo ser 360 o estar fuera totalmente de las nuevas tecnologías. En realidad, un poco Paquita parece una vieja dinosaurio dentro de la profesión pero, sin embargo, un poco tarde a simbolizar los valores respecto a esa necesidad de triunfar con estrellas pasajeras por su agencia a la gente que realmente sigue estando con ella tras el paso de los años. Aquí se incorpora esa capa nostálgica que se explora bastante bien en un toque un poco almodovariano y también servido por ese personaje principal llamado a la audiencia a sentir un concepto metaficcional. En esencia, “Paquita Salas” funciona sobre esos conceptos de metaficción yendo en paralelo de una ruptura de tabús e incluso plantear un espejo no tan distorsionado de la realidad. Ciertamente, el personaje principal marca la pauta y se transforma en el santo y seña. Paquita puede hacer lo que desea siguiendo la doctrina de ciertos conflictos y evoluciones interiores marcadas por el guion. Simplemente, da la impresión que lo importante es seguir con la cámara al personaje principal y ver esas tonalidades sobre un libreto que bien pudiera ser esquemático o poco elaborado, como si el trabajo de los actores facilitará al montaje un tono y toque de telerrealidad. En la segunda temporada, ya en Netflix, los horizontes se vuelven más oscuros y dramáticos, sin perder un ápice de cameos descacharrantes o situaciones embarazos. Estamos ante la caída libre de Paquita Salas como si fuera Don Draper para, seguramente, ascender cual ave fénix tras arrastrarnos por sus orígenes y todo su pasado. ¿De verdad que estamos ante el retrato de una mujer a la que el tiempo ha pintado por encima y que ya no tiene sentido? Tal vez el futuro de la comedia televisiva nos lo dirá…
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