Título original: “Cloudy with a Chance of Meatballs”
Directores: Philip Lord, Chris Miller
EEUU
2009
Sinopsis (Oficial):
En ‘Lluvia de albóndigas’, Flint es un inventor que durante su niñez creó inventos fallidos para impresionar a la inteligente niña llamada Samantha aunque él nunca lo consiguió. Pasados los años, Flint se encierra cada vez más en sus inventos mientras que Sam comienza a trabajar en la cadena local de noticias como chica del tiempo, mientras que sueña con una gran historia del tiempo que lance su carrera. Flint finalmente inventa algo que funciona...una máquina que hace caer comida del cielo.
El cine de animación generado por ordenador ha engendrado productos de toda índole, calidad o enfoque, aunque, tal y como ha demostrado la reciente “La LEGO película”, funcionan mucho mejor cuando conjugan una revisión de clásicos populares pasados por el filtro de la parodia y locura que posibilita el medio. En “Lluvia de albóndigas” el cuento infantil de Judi Barrett escrito a finales de los 70, expandió su premisa para potenciar un largometraje demasiado infravalorado para sus muchos méritos. Que los nerds dominarán el mundo junto a esos inventores de artilugios aparentemente inútiles es una realidad siempre y cuando su familia y la propia vida se lo permitan. Ese cosmos que nos narran Philip Lord y Chris Millera aislado del mundo y sometido a su propio negocio de sardinas enlatadas, no es una alegoría de aquel que ocupa el contraplano en la pantalla pero su potencial es que un cambio (en este punto fantástico y ciencia ficción) sea aprovechado para el resurgir de la ciudad y los habitantes de la isla que la ocupa.
“Lluvia de albóndigas” nos sitúa en Chewandswallow bajo el mandato de lo absurdo y el humor caricaturesco y satírico con padres inexpresivos o policías imposibles, donde crece hasta la locura argumental del mismo modo que esa máquina pierde el control. A mayor exceso, mayor absurdo y viceversa. El chiste se convierte en una desagradable mueca que se aleja de los clichés del cine de animación familiar, como si fuera poseída por el espíritu de “Braindead” en formato gastronómico porque no hay nada mejor que el ridículo para retratar el ridículo. Y es ahí donde todo el ingenio y originalidad explotan el lado creativo del cuento pero revelando una vertiente afectiva que invite a una conexión sentimental con los espectadores con la moraleja: el mundo se ha vuelto loco y hay que comérselo.
Título original: “Cloudy with a Chance of Meatballs 2”
Directores: Cody Cameron, Kris Pearn
EEUU
2013
Sinopsis (Oficial):
El inventor Flint Lockwood pensó que había salvado el mundo cuando destruyó su invento más infame, una máquina que convertía el agua en comida y causó lluvias de hamburguesas con queso y tornados de espaguetis. Pero Flint descubre muy pronto que su invento sobrevivió y que ahora une comida y animales para crear ‘comidanimales’. Flint y sus amigos se embarcan en una deliciosa aventura para luchar contra hambrientos tacodrilos, gambancés, burguerarañas y otros comidanimales para salvar el mundo... ¡otra vez!
Crítica Bastarda:
La continuación de “Lluvia de albóndigas” pudiera estar más encasillada los márgenes del cine de animación actual, labrado por antagonistas, conspiraciones gracias al poder y necesidad y, por supuesto, aprovechamiento de los éxitos de los héroes para lucrar a los intereses de un sistema mayor capaz de manipular las expectativas de los individuos… como si en realidad les contaran a los más pequeños su futuro dentro del propio sistema del que formarán parte.
Vamos a perder el slapstick sugerente y absurdo de “Lluvia de albóndigas” para pasar directamente a un remolino de surrealismo y una fauna gastronómica que bien pudiera estar creada bajo los efectos del ácido. ¿Estamos ante un homenaje y crossover ‘bizarro’ de “Avatar” y “Parque Jurásico III”? ¿O ante una pirueta (con sabor a piruleta) asada con microondas directas a nuestro cerebro? En tiempos en los que la comida basura es tan cuestionada como el tabaco hace varias décadas, llegamos a la utopía de la libertad alimenticia y una fábula de las repúblicas bananeras independientes enfrentadas al poder corporativista en el que está sometida toda la democracia. Cody Cameron y Kris Pearn no quieren dar un mitin político y “Lluvia de albóndigas 2” se ciñe a su hilo narrativo sentimentaloide en el que el protagonista deberá enfrentarse a sus propios sueños y mitos del pasado, encontrando que la comida basura también tiene sentimientos. ¡No insulte a esa hamburguesa T-Rex nunca más! ¡No es basura! ¡Y tampoco comida!
Esas líneas convencionales de la historia y su propia estructura no excusan que la cinta se regocije sobre la forma y el subtexto con esos surcos que ha dejado “La pequeña tienda de los horrores” como pincel para crear todo tipo de creaciones mutadas por la máquina (FLDSMDFR) que protagonizó la primera parte. Toda esa creatividad expuesta no deja de circunvalar el destino de toda comida a intereses capitalistas y su utilización a fines amorales, de crear otro sugerente entorno ante tan alienígena fondo. Es una pena que esa anarquía ecológica sea una dictadura en sus cánones para formular un entretenimiento de los más pequeños, ya que todo está empaquetado contrariamente al mensaje de libertad y comprensión para todos los seres sobre los que oscila la propuesta, en los que los inventos más absurdos son realmente aquellos que salvan el mundo. La caricatura, no obstante, tiene sus momentos, propicia análisis ácidos y nos hace aplaudir esa original forma imaginativa de embutir un producto de animación. En definitiva, “Lluvia de albóndigas 2” se hizo comida y no para que la comamos sino para que la respetemos como organismo propio (aunque algo disfuncional y caricaturesco).
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