Galactica. Estrella de Combate: Todos somos Humanos, todos somos Cylon

Serie de TV
“Galactica: Estrella de Combate”
Título original: “Battlestar Galactica”
EEUU
2004-2009

Sinopsis (Filmaffinity): 

Hace cuarenta años que las doce colonias en las que se reparte la humanidad fueron atacadas por unas criaturas robóticas, los cylons, que desaparecieron poco después. Ahora han reaparecido nuevos cylon, biológicos, más devastadores y con intenciones más malignas. Para ello tienen infiltradas entre las filas humanas a varios de sus androides más peligrosos, algunos de los cuales desconocen su condición de cylon. Bajo la constante amenaza enemiga, el comandante Adama y la presidenta Roslin lideran a los supervivientes en la búsqueda de un nuevo hogar, un planeta llamado Tierra… 

Crítica Bastarda: 

«Todo esto ha ocurrido antes y volverá a ocurrir otra vez». 

La marca de una serie señala su destino y el viaje en nuestros recuerdos. Muchos habíamos dados tantos saltos entre series de ciencia ficción que sabíamos que este último podía llevarnos a un agujero negro. Nuestros Dradis emocionales se toparon con una gran serie que iba a impactarnos para destrozar las corazas de esas ‘estrellas de combate’ del seriéfilo llamadas corazones. ¡Y gritamos Frak! Muchos medios importantes han realizado listas sobre las mejores series de todos los tiempos y uno de los mínimos comunes denominadores era “Battlestar Galactica”. El motivo es que sorprendió tanto a la crítica como al público en general, sin contar con ese detonante ‘fan’ que la condenó a la perpetuidad. Su final no decepcionó a una amplia mayoría como “Lost” y es más ‘genérica’ que “Star Trek”, “Star Trek: La nueva generación”, “Babylon 5” o “Firefly”. Llegó como un ejército de Cylons y replicantes hechos a imagen y semejanza que abrían nuevas posibilidades, como los cristianos monoteístas para alzarse sobre la humanidad pagana y politeísta. La serie mostró rápidamente sus cartas: intensa, eficaz y con un enfoque global como una “The Wire” en el espacio. Desde la política, la democracia, el ejército, la filosofía y religión pero enfocados siempre sobre el poder. Desde choques laborales, diferencia de clases, golpes de estado hasta crisis políticas en un mundo agónico. Todo un microcosmos social que incluso se permite incluir a la prensa para realizar un episodio documental. Al igual que hizo años más tarde “The Walking Dead” un apocalipsis de la humanidad supone el resurgir de la misma y se establecen sus puntos cardinales. 

Con un gran prólogo en formato miniserie y un gran episodio inaugural como “33”, la serie desplegó todo un arsenal de cliffhangers, incógnitas, todo tipo de ubicaciones y grandes personajes para plegar un entretenimiento mayor para todos los públicos. Los villanos inicialmente son los Cylon pero a medida que avanza la serie las máquinas se humanizan y, al mismo tiempo, los humanos se convierten en fríos seres que harán cualquier cosa por sobrevivir. Esas dualidades y grises, entre lo bueno, lo malo y lo divino, establecen ciertos aspectos morales y filosóficos sobre la humanidad como sinónimo de debilidad. La división interna entorpece… pero, claro, seríamos hormigas, ultracuerpos o simples enjambres mecánicos. Seríamos máquinas si no fuéramos humanos. 

Desde la ocupación a Irak y ciertos resortes ecológicos “Battlestar Galactica” podía mutar a un drama político, a un debate religioso, a un gran suspense psicológico, a una aventura de ciencia-ficción, a una serie de paralelismos y metáforas profundas o simplemente a una diversión brillante desde todos los ángulos. El drama aplasta a la acción pero la acción amplifica el drama. Cuando se muestra todo el universo los otros cosmos que ocupan nuestras pantallas quedan empequeñecidos y diminutos, carentes de cualquier sentido. Como si fuera una gran batucada cósmica, “Battlestar Galactica” creó un nuevo planeta de salivación y esperanza en nuestros televisores, con un imponente campo gravitatorio, del que fue imposible escapar. Definámosla como una serie que quema y marca porque, “Battlestar Galactica”, no caerás en el olvido…

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