“Lovelace”
Director: Rob Epstein, Jeffrey Friedman
EEUU
2013
Sinopsis (Página Oficial):
En 1972 —antes que Internet, antes de la explosión de la pornografía— “Garganta profunda” fue todo un fenómeno: el primer largometraje para cine pornográfico con guión, con una historia, chistes, y una estrella desconocida y poco factible, Linda Lovelace. Escapando de una estricta familia religiosa, Linda descubrió la libertad y la buena vida cuando cayó enamorada y se casó con el carismático estafador Chuck Traynor. Veremos cómo Linda Lovelace se convirtió en una sensación internacional —dejando de lado la imagen de la encantadora chica corriente gracias a una capacidad impresionante para realizar una felación—. Completamente entrando en el papel de su nueva identidad, Linda se convirtió en una portavoz entusiasta de la libertad sexual y el hedonismo sin inhibiciones. Seis años más tarde se presentó al mundo con otro papel completamente opuesto y contradictorio, explicando su nuevo lugar en el mundo misma— y a ella misma como una superviviente de una historia mucho más oscura.
No te olvides de respirar, sueltan a Linda Lovelace antes de iniciar su mito y leyenda gutural en la gran pantalla. Simplifiquemos todo mejor al acto: “Lovelace” no es una buena película, aunque tampoco excesivamente mediocre. Es más, podría ser mejor que la presumible etiqueta de fallida que le será colgada…porque de etiquetas pudiera tratar la cinta de Rob Epstein y Jeffrey Friedman. ¿Se esperaba algo más de los directores de “El celuloide oculto” (1995) o ya quedó todo dicho sobre la película que cambió la manera de ver/hacer/entender el cine pornográfico en “Inside Deep Throat” (2005)? Realmente para entender el planteamiento que quiere exponer este desmitificador biopic de la estrella de “Garganta profunda” nos tenemos que remitir a su recta final donde Lovelace, interpretada por Amanda Seyfried, se somete a la prueba del polígrafo para publicar su biografía llamada ‘Calvario’ donde quedará reflejada la otra realidad que yacía entre las bambalinas de “Lo que el viento se llevo” de la pornografía. Con sólo 17 días en la industria del porno la persona quedó marcada con el más duro estigma que la definiría para el resto de su vida.
Basada en el libro ‘The Complete Linda Lovelace’ del periodista Erick Danville, los créditos finales refuerzan el contenido de la obra: “Garganta Profunda” recaudó alrededor de 600 millones. Linda recaudó 1,250 dólares. Su libro ‘Calvario’ se agotó en sus tres ediciones. Linda habló contra la pornografía y la violencia doméstica por 20 años. Chuck se casó con Marilyn Chambers, la segunda estrella porno más famosa de la época. En 2002 Linda murió de las heridas sufridas en un accidente de auto, tenía 53 años. Chuck murió de un ataque al corazón tres meses después. ¿El resumen de la otra historia y leyenda? La idea es mostrar una versión y reformular a golpe de polígrafo y multitud de flashbacks… la otra cara mostrada inicialmente, como si aquello que parece un retrato del triunfo, la liberación y la felicidad escondiera una oscura película de terror, malos tratos y ‘cautiverio’ en vida. No sé si centralizar todo el poder dramático de la cinta en dicha dicotomía interna denota cierta impotencia en el conjunto. ¿El montaje paralelo nos hubiera ayudado o cambiaría esa redención familiar con la que pretende emocionar? Podría interesarnos más el ajusticiamiento y persecución al que fue sometido Harry Reems, por ejemplo, dentro de ese ataque contra la libertad de expresión que sufrieron cintas que tuvieron un éxito en salas comerciales como “Garganta profunda” o “Pink Flamingos”. Obviamente es otra historia… pero moralmente podría ser tan apetecible como el retrato de que hizo Milos Forman en “El escándalo de Larry Flynt”.
Que ha hecho más daño a Nacho Vidal su posible implicación en la Operación Emperador que las 1.585.569.734 penetraciones que ha realizado en su carrera es evidente y la historia de Lovelace es, en cierta medida, a la inversa en esos 17 días en la industria para generar una lacra social. Me puede interesar como simple cita dentro de su discurso para amparar la persecución de señoras que salen en televisión o realitys y ejercieron la prostitución o hicieron vídeos pornos amateur. Que la productora que posee los derechos de “Garganta profunda”, además, haya demandado a los productores para impedir el estreno no deja de ser curioso y voltear el mito. “Lovelace” cuenta lo que quiere y cómo lo quiere contar. Que Rob Epstein y Jeffrey Friedman hayan optado por una purificación y destilación del mito para pasar de Linda Lovelace a Linda Marciano, no deja de ser un error de enfoque más allá del material con el que contaba el guionista Andy Bellin. Prefiero quedarme con sus intenciones, con ese cartel donde unas letras rosadas con LOVELACE fortalecen un fondo con en blanco y negro que forma una X… porque, en resto, hay poco más que remarcar.
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