“Star Trek: Discovery” comenzó como una de las series más cuestionadas de la temporada otoñal televisiva y prueba de ello fueron un cúmulo de furibundas críticas con las que se atacó a la producción distribuida internacionalmente por Netflix. ¿Tenía realmente un espíritu trekkie o, sin embargo, su oscuridad y sus toques ‘warsianos’ —en lo que construcción del espectáculo se refiere— alejaban la propuesta de aquello que esperan los fans del universo de “Star Trek”? ¿Era “The Orville” la respuesta a las plegarias de los puristas? Quizás en los 15 episodios que han compuesto la primera temporada se ha notado tanto la marca impuesta de J. J. Abrams en el ‘reboot’ cinematográfico y, sobre todo, la mano Bryan Fuller, pese a su propio abandono del proyecto. Aquí hemos tenido a personajes completamente rotos por dentro que han dejado un hueco a sus heridas en el exterior y que, al mismo tiempo, han revelado un interesante camino de desarrollo y evolución dentro de sus conflictos. La historia de Primera Oficial Michael Burnham (Sonequa Martin-Green), por ejemplo, ha tenido un recorrido emocional y dramático desde “The Vulcan Hello (El saludo vulcano)” (1x01) hasta “Will You Take My Hand? (¿Me coges la mano?)” (1x15). La idea ha sido revelar, en todo ese proceso zigzagueante desde su odio hacia otra raza que destruyó a su familia e infancia, aquello que significa la Flota Estelar y revelar un inteligente contraste en ese juego de dobles representativo que establece la Capitana Philippa Georgiou y el reverso oscuro que representa el Emperador terrano. En realidad, podemos entender esta primera entrega como ese camino de la oscuridad a la luz de Burnham y su aprendizaje para dar un sentido al simbolismo y épica que representa aquel ideal de la Federación. La épica nos espera a partir de ahora…
No me gustaría despedir a “Star Trek: Discovery” sin aplaudir sus méritos. Considero que el principal riesgo del espectáculo de Alex Kurtzman ha sido introducir numerosos cliffhangers en cada uno de sus capítulos sin que, no obstante, tal locura de proposición desestabilice su conjunto. En realidad, todos esos giros de guion —muchas veces capaces de cambiar el rumbo de la serie— han ido determinando un camino hacia el notable cierre de la temporada. La cuestión es que todos esos cliffhangers tenían un claro sentido y eran completamente justificados. Nada era gratuito… Pocas producciones en la actualidad pueden permitirse una estructura similar, sacrificando personajes similares en el proceso o ideando cada episodio como si fuera un ‘season finale’. Pese a todo, la sensación ha sido de una clara entidad de conjunto, que queda remarcada en ese viaje de la oscuridad a la luz de Burnham y los caminos que han ido recorriendo el resto de protagonistas. Otro de los riesgos de los libretos ha sido que ninguno de esos personajes nos caigan simpáticos sino que, además, nos arrastren a sus conflictos y dudas morales. Esas heridas interiores, que los desgarran, se han integrado en ese choque con sus reversos oscuros, tanto en el sentido alegórico como físico. La introducción de una línea temporal oscura, que haría las delicias de Abed de “Community”, ha servido para dotar de sentido a Gabriel Lorca y, al mismo tiempo, del regreso de la Capitana Philippa Georgiou. Incluso, tal ofrecimiento argumental, ha servido para integrar el rumbo del cierre de la temporada.
Con «somos la Flota Estelar» se ha alcanzado uno de los momentos más épicos que hemos visto en la televisión en el comienzo del año. “Will You Take My Hand? (¿Me coges la mano?)” (1x15) desea ser un espejo del arranque de la temporada y construir la evolución de Burnham a través de esos dos motines que reflejan la construcción del personaje. La proposición nos llevó a ver cómo la Federación estaba dispuesta a convertirse en monstruos con tal de salvaguardar la especie humana y proteger a la Tierra de la amenaza klingon. La elevación de la Flota Estelar a una entidad heroica, que no busca atajos para la justicia, también da un sentido para un posicionamiento tanto al futuro de L'Rell o Ash Tyler y, sobre todo, de cara al cliffhanger que supone todo un brillante broche final. El encuentro con el USS Enterprise es un interesante giro que nos deja en un mar de dudas. ¿Se trata de un nuevo cambio de rumbo en el guion o las intenciones, por el contrario, son recuperar a esos fans de las series originales tras su decepción con el arranque el espectáculo de Bryan Fuller y Alex Kurtzman? Quizás todo sea el punto de partida para la esperada segunda temporada y la cuestión sea cimentar la mitología de ese universo del que poco hemos visto e intuimos tras los filmes de J. J. Abrams. Es evidente que la guerra entre la Federación y el Imperio Klingon fue parte de una concepción temática y, ahora, vamos a tener otro nuevo viaje para seguir delante de un camino que esperemos sea tan notable y arriesgado como el presente.
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