Episodes: Quinta temporada

—¿Exigencias? ¡Se masturbó delante de todo el país!

•Y el país ha dicho «gracias».

Sin comerlo ni beberlo, “Episodes” ha preparado su funeral y despedida y ha no querido irse sin que recordemos su capacidad para romper todo tipo de tabús y regalarnos piezas para el recuerdo de la comedia televisiva de la presente década. Aunque estos siete últimos episodios hayan pasado un tanto desapercibidos —incluso este post llegue tarde—, la sitcom creada por David Crane y Jeffrey Klarik se ha lanzado a regalarnos un completo catálogo de divertidísima incorrección política. La razón es que el último escándalo televisivo de Matt LeBlanc sea un punto de partida para seguir por toda esa corriente que sirva como reflejo satírico de la industria y las debilidades de Hollywood. «No veíamos cifras así desde el 11-S». Que nuestro popular protagonista enseñe su gran miembro a todo un país y se masturbe delante del mismo podía ser el final de una carrera. En “Episodes”, sin embargo, se transforma en esa radiografía de la doble moral latente en una nación donde lo más importante —en lo que popularidad se refiere— es ser el centro de atención… por escandaloso y políticamente incorrecto sea el motivo. ¿Nos insinúan, por lo tanto, que la población estadounidense es adicta al bullicio y estruendo de la equivocación? LeBlanc pasa del despido a la recontratación porque EEUU vive de/por/para los escándalos. He ahí su realidad. David Crane y Jeffrey Klarik nunca han confeccionado una serie política sino satírica y sabíamos que los caminos de Sean y Beverly estaban condenados a encontrarse de nuevo con su ‘amigo’ LeBlanc. Pensemos en que el trío ha vivido mucho y estos capítulos finales van a dar un sentido de resolución y coherencia a todas sus peripecias. Sabíamos que el futuro de los Lincoln no iba a pasar por su sitcom en manos del insoportable Tim Whittick y, de este modo, los escritores articulan vías para que tanto LeBlanc como Sean y Beverly acaben atrapados de nuevo en otro proyecto juntos. ¿Será el definitivo? 

La quinta y última temporada de “Epispodes” nos va a llevar tanto a combinación de “Uno de los nuestros” y “Cocoon” como a los fuegos artificiales de esos círculos del infierno donde han quedado atrapados Sean y Beverly. En realidad, podemos entender la serie de Showtime como una especie de ‘lugar malo’ de “The Good Place” diseñado para todos aquellos relacionados con el mundo de la televisión en Hollywood. La idea, por lo tanto, es que todos los protagonistas y secundarios se enfrenten a sus demonios personales y nos regalen absolutas joyas cómicas en el proceso. Tenemos chistes sobe judíos, escándalos sexuales, muertes paternales y bromas sobre paralíticos. No hay tabú en el que David Crane y Jeffrey Klarik desea introducir su afilado bisturí sobre ese cadáver exquisito que conforma su creación. Tras muchos pormenores, LeBlanc va a traicionar de nuevo a la pareja para un piloto que preparaban juntos. ¿Podía caer más bajo el personaje? Ciertamente, LeBlanc —dentro del universo de “Episodes”— ha sido un ser que se ha caracterizado por destruir todo lo que ha tocado. La cuestión, sin embargo, es que el fondo era apropiado: el libreto que los Lincoln estaba lleno de problemas y falta de inspiración. ¿El problema? Las formas… ¿Las tuvo alguna vez Leblanc?

Que estuvieras en una serie llamada “Friends” supera los límites de la ironía. 

LeBlanc va a darse cuenta de que era el padre de ese proyecto que nunca llegará a protagonizar y que, en realidad, él era todo lo que odiaba de esa figura. Por parte de Sean y Beverly, ambos se resarcirán con ese odioso personaje que ha arruinado sus sueños en tierras americanas y lo harán de la única manera que podría encajar en “Episodes”. Posiblemente en otra serie un cierre como el propiciado por el espectáculo de Crane y Klarik huela a postureo e imposición gratuita por los cuatro costados pero, sin embargo, en la propuesta de Showtime era la única solución posible. Quizás nunca podamos saber si Morning Randolph tenía 898 años (o 759) pero sí intuíamos que la sitcom, que nos ha arrastrado a todo tipo de carcajadas e incorrección, iba a satisfacer a propios y extraños buscando un destino apropiado y justo para sus personajes. Que Carol Rance y Helen Basch iban a volver era la crónica de una reconciliación anunciada e incluso los guionistas desean dar una salida al indeseable de Merc Lapidus. La idea es que unos simples títulos de crédito —los de la propia serie transformados para la ocasión— sean el clímax a todo el trabajo del matrimonio protagonista y la forma de expresar toda esa arcada y vómito que les ha producido el camino hasta ese mismo punto. De este modo, “Episodes” se conforma como una sitcom circular condenada a repetirse, dejándonos esa sensación de un círculo eterno de perdición para todos los implicados… y todos aquellos que vayan uniéndose. ¿Nosotros repitiendo una y otra vez en el universo de Showtime? Ese torbellino de la aclamada y premiada serie también nos plantea cómo surge la inspiración en la escritura de un guion y que muchas veces un fracaso creativo puede llevar a una vía de talento repentino. Crane y Klarik han creado una metapropuesta dentro de otra metrapropuesta, que nos invita a ser espejos de ese juego de realidades alternativas. ¿Bienvenidos Emma Thompson y Kenneth Branagh? La cuestión es que Matt LeBlanc sea siempre la constante y que él mismo solamente pueda interpretarse a cualquier variación de su personaje (dentro de otro personaje). La burla, al fin y al cabo, depende del sentido del humor propio (y saber reírse de uno  mismo) y LeBlanc siempre sintetizó las luces y sombras de la industria televisiva. Pero, pese a todo, nosotros somos ese elemento sobre el que “Episodes” tenían que reflejarse y fortalecer su sentido del humor sobre nuestra realidad. Una realidad que, a partir de ahora, quedará más vacía tras el adiós de la serie de Showtime. ¿Y el país ha dicho «gracias»? 

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