Páginas Bastardas

lunes, 14 de agosto de 2017

Juego de Tronos (7x05) Eastwatch (Guardiaoriente): Armisticio… antes de la Gran Guerra


Después del cierre en alto (y por todo lo alto) de The Spoils of War (Botines de guerra)” (7x04) los escritores han decidido despejar cualquier tipo de duda respecto al destino de Jaime Lannister. “Eastwatch (Guardiaoriente)”, quinto capítulo de la séptima y penúltima temporada de “Game of Thrones”comienza con Bronn quebrando esa irónica apacible calma de la pasada y vivida batalla de fondo. El mercenario es evidente que emerge del agua junto a Jaime y conduce al mismo a la orilla del río para que ambos discutan qué es aquello que les ha llevado allí. Ambos, en cierta medida y forma, han vuelto a nacer… y Bronn, siguiendo las credenciales de su personaje, se aparta rápidamente de cualquier clase de honor dedicando a su actual fuente de ingresos unas para nada positivas palabras. Bronn, al fin y al cabo, ha de cobrar su deuda y nos deja a nosotros, los espectadores, cualquier otro concepto sentimental sobre sus acciones. ¿Ha tenido sentido que ni siquiera Tyrion trate de buscar a su hermano en ese río? ¿No debería haber tenido en cuenta Daenerys que un rehén de la talla del hermano y amante de su rival pondría suponer un punto de giro a su contienda? No hay tiempo para pensar a estar alturas del relato sino zambullirse y emerger de las profundidades para volver a respirar. El egoísmo de Bronn es evidentemente el motor de ese sentido de la derrota en la que la acción suicida de Jaime sobre Daenerys, con su dragón por medio, otorgaba otra clase de conflicto a la imposibilidad de derrotar a esa Reina Dragón. No es que Cersei tengan que ser vencida (y vendida a intereses argumentales) de inmediato sino que Bronn se va a dar cuenta de su asociación carece de valía ante la desesperanzadora realidad: la Khaleesi solamente utilizó uno de sus tres dragones para desintegrar, literalmente hablando, el ejército de retaguardia de los Lannister. La mirada de Jaime se dirige a la del horror de su hermano al ver los efectos que ha causado de arma de destrucción masiva de la reina a la que venera y asesora. Esa destrucción va a hacer mella en el interior del Lannister siendo conocedores, tanto el protagonista como los televidentes, que Tyrion no es el primer campo de batalla que pisa. Ni parece que andará.

Hemos visto en otras batallas cómo los ganadores iban rematando a los heridos aunque los Dothraki simplemente aquí pueden recoger objetos que consideren de valor o que hayan sobrevivido al aliento letal de Drogon. Daenerys Targaryen también tiene claro que ese fondo que establece su dragón es el telón apropiado para su discurso hacia sus cautivos y prisioneros: hincar la rodilla o morir. Todo se ha reducido a la elección por encima de la empatía o la lógica. ¿O qué se puede esperar en una guerra? En cierta forma, el conflicto de la Rompedora de Cadenas esta temporada es conseguir que el pueblo de Poniente la reivindique como Reina de los Siete Reinos y distanciarse, así, de su rival a todos los niveles. Al contrario que Cersei Lannister, Dany lo único que quiere es destruir la rueda que genera la separación entre ricos y pobres. Es obvio que es complicado aferrarse a ese alegato cuando es una extranjera y su padre conduce a la incertidumbre para seguir los pasos del Rey Loco. ¿En qué punto invisible su destrucción para conseguir el Trono de Hierro infundirá el terror al mismo tiempo que instaurará la locura en su ser? El miedo es un arma de control para que Daenerys consiga su objetivo pero comprobará en la reacción de Randyll y Dickon Tarly y algunos otros nobles que todo ese arsenal de razones de poco o nada sirven. Curiosamente los Randyll, que traicionaron a los Tyrell y cuyo sentido para las alianzas es sumamente flexible, ahora se niegan en rotundo a aceptar a una nueva reina para salvar sus vidas. Esa rueda de la que hablaba Daenerys se ha convertido, en parte, en una espiral a la perdición dentro de ese sinsentido que es toda contienda. Este elemento de guion puede ser confuso para la audiencia aunque el plan de Randyll era sacrificarse por el honor de su Casa y que su hijo Dickon hincara la rodilla. No obstante, Dickon elige el mismo camino que su patriarca y los Tarlys son sentenciados a morir. Tyrion trata por todos los medios de hacer cambiar de opinión a su reina pero irónicamente Randyll destruye alguno de sus argumentos. Daenerys ha dejado claro que ha llegado a Poniente para postrar a los nobles ante su poder y necesita un ejemplo que haga seguir al resto sus mandatos. Aunque Daenerys de la Tormenta diga que no ha venido a este continente a decapitar a nadie, su dragón es un acto de justicia similar al de una guillotina. El honor o cualquier tipo de disidencia se pagan con una sentencia de muerte y el mensaje será captado por todas esas rodillas que hasta ese momento no se habían doblado. La impasibilidad de la Targaryen preocupa notablemente a Tyrion y tendrá que pensar, de nuevo, en alguna estrategia que aparte a su reina de un rumbo que no la diferencia en exceso de Cersei Lannister. 


Precisamente en Desembarco del Rey, Jaime tiene que informar a su reina, amante y hermana del fracaso absoluto frente a su rival. Daenerys ha pasado por encima de ellos y les ha superado con suma facilidad. En esa secuencia también se establece un punto de ruptura para la pareja ya que la confesión de Olenna Tyrell sale a relucir y la interpretación de Lena Headey facilita esa evolución de la incredulidad a esa línea que habita entre la confesión de un crimen y verdad absoluta. Sin embargo, el guion quiere posicionarnos en cierta justificación por parte de Jaime al asesinato de su propio hijo. Joffrey Baratheon era un monstruo difícilmente controlable y las maquinaciones de la Reina de las Espinas tenían un sentido para manipular más fácilmente a Tommen, aquel que finalmente se desposaría también con Margaery Tyrell. El poder, en definitiva, siempre ha sido un fin en “Juego de Tronos” y “Eastwatch (Guardiaoriente)” también nos recuerda el acto suicida de mantener y conservar el mismo. A Cersei le da lo mismo cualquier tipo de acción porque el resultado será el mismo: morir. Da lo mismo que luchen o se sometan, su destino está ya consumado. De este modo, Cersei determina que su elección será la oposición y la guerra como el escudo que dignifica su casa. La leona va a sacar sus garras y mostrar su afilada dentadura, por muy arrinconada que parezca. Entendemos que haber saldado su deuda con el Banco de Hierro de Braavos y que su Mano desee hacerse con los servicios de la Compañía Dorada no deja de remarcar sus maquinaciones para conseguir desde su posición una improvisada victoria. 


En el otro lado de la balanza, Tyrion Lannister tendrá que meditar esa dictomía establecida tanto en él como en su reina: es su ‘mano’, no su cabeza. No podrá tomar decisiones por su reina ya que ella tendrá siempre la última palabra. La conversación con Varys vuelve a dejar claro que ambos no están respaldando ni asesorando a una futura Reina Loca pero alguien (o algo) tendrá que reconducir sus pasos… ¿Será ese alguien Jon Nieve? El regreso de Daenerys a Rocadragón, a lomos de Drogon, nos regala esa secuencia de la que ya nos avisaba el avance de este episodio. “Eastwatch (Guardiaoriente)” desea conectar la sangre Targaryen del bastardo a la de esa bestia. La escena desea ser guiada por la emociones de Jon y Dany a través de ese punto de encuentro que supone Drogon. Está claro que los escritores desean conducirnos hasta un Jonerys y ese sentimiento del tacto revela esas vibraciones que sienten el uno por el otro. Pasamos de la impresionar, al temblor y a la decisión final. Jon decide tocar a esa bestia sin importar las consecuencias y se encuentra con un animal con un alma que conecta a la de su madre. ¿Los primos por fin se han conocido? La belleza puede ser subjetiva y esas hermosas bestias son, en realidad, los hijos de La que no Arde y parte de la familia de aquel joven que ahora se atreve a tocarlos. La otra batalla (la alejada del corazón de Jon Nieve), sin embargo, ha ido rápido y, ahora, la Khaleesi de los Dothraki tiene muchos menos enemigos que ayer. Da la impresión de que Daenerys es conocedora de que el uso de la fuerza, que han empleado ambos en sus batallas, es un acto terrible pero justificado para luchar y defenderse de los monstruos que acechan. Jon sacrificó la vida de muchos aliados en la Batalla de los Bastardos y Daenerys, por el contrario, ha puesto un precio moral a su victoria al utilizar un arma de destrucción masiva. El propio sacrificó de Jon será eludido porque, tal vez, hablar de la muerte y resurrección sea establecer una profunda y muta conexión desconocida por la pareja. Aquí lo que importa son esas dos visiones de la guerra completamente distintas y entendemos que la llegada del Rey de la Noche supondrá una tercera variación: la de la unión por la supervivencia ante una amenaza común que desea acabar con todos ellos. El regreso de Ser Jorah Mormont rompe ese debate y reabre viejos conflictos en esa pareja. Jorah se ha recuperado de su psoriagrís y a Daenerys parece excitarle la pleitesía de los hombres que la rodean. ¿Un abrazo de la reina con su súbdito es lo que deseaba Jorah? ¿Es conocedor el servidor de la Khaleesi de una nueva presencia masculina alrededor de la Targaryen? 


Sea como fuera, vimos a Bran Stark llevar a una bandada de cuervos a más allá del Muro desde Invernalia. El Cuervo de Tres Ojos desea ver el avance de su enemigo y la imagen puede ser tan brutal como desalentadora: miles y miles de espectros sirven para conformar el gran Ejército de los Muertos. El Rey de la Noche tiene el control en esa zona y es capaz de desconectar con suma facilidad a Bran de esos cuervos con los que pretendía captar más detalles de esa armada de muerte, frío y destrucción. Bran es conocedor de que necesita enviar cuervos a lo largo y ancho de los Siete Reinos y así se lo hace saber a Wolkan. Precisamente ese mensaje llegará por mano de Varys a Jon Nieve. De poco sirven las buenas noticias (Arya y Bran viven y se encuentran en Invernalia) cuando el Ejército de los Muertos está cada vez más cerca. El Rey del Norte ya no puede perder tiempo y necesita regresar a su hogar para preparar a sus hombres para la Gran Guerra. Está solo en su lucha ya que Daenerys no puede respaldarlo ya que si envía sus ejércitos al norte, Cersei se aprovechará de tal beneficioso movimiento y oportunidad. Tyrion, por el contrario, ve en esa crisis el ideal momento de sugerir una idea que supone un cambio de rumbo prestablecido por muchos televidentes. Se pensaba que la Guerra de Reinas daría paso a la lucha frente al Rey de la Noche pero, sin embargo, los guionistas desean entrelazar ambos conceptos. Para ello, la sugerencia de Tyrion es que una tregua y armisticio se instaure en los Siete Reinos para traer de más allá del Muro una prueba irrefutable que confirme la existencia del Ejército de los Muertos. Esa prueba es evidentemente uno de los soldados de la horda de terror, frío y muerte… Tyrion están convencido que a través de Jaime puede llegar al corazón de Cersei y, de este modo, unir a su causa a su hermano. Se trata de una obvia jugada para evitar el horror desatado por Drogon y aquello que podría seguir pasando a lo largo y ancho de Poniente. No hay nada, en definitiva, como un mal mayor que haga a amigos y enemigos plantearse su conflicto y lucha. Mientras que todo el mundo mira a Davos para infiltrar por Aguasnegras a Tyrion en Desembarco del Rey, Jorah se ofrece como voluntario para capturar a un soldado del Ejército de los Muertos. Aquí se establece también un paralelismo con esa lucha de poder entre Euron y Jaime por el corazón de la Reina Cersei. Jon, por su parte, no va a poder quedarse quieto ni en silencio con la heroicidad de la que fue ‘mano’ de Daenerys y él mismo también se ofrece voluntario para una misión en la que no se ve como el rey que es, sino como otro hombre al servicio de una gran causa. Jon no va a hincar la rodilla pero pide la misma correspondencia a su cruzada, como un extraño (y extranjero) para Dany, que la que él mismo ofreció a esa aspirante al Trono de Hierro. 


“Eastwatch (Guardiaoriente)” confirma tanto la celeridad de los argumentos, a golpe de esa elipsis con la que parece que se teletransportan los personajes a lo largo y ancho de Poniente, como esa pérdida de calidad acusada por muchos espectadores en los diálogos. Tengo que confesar que bastardo servidor, ya sea por ver la serie en versión original o centrarse más en la entonación de los actores, no ha notado esa flagrante ausencia de George R. R. Martin citada hasta la extenuación en cualquier red social de internet. Conviene recordar, ejerciendo como abogado del diablo, que en la pasada temporada el autor de ‘Canción de Hielo y Fuego’ no estaba presente en la salas creativas de la ficción y poco o nada se escuchaba de las actuales quejas y lamentos. Sí hay que considerar que actualmente el espectáculo de HBO se mueve por la celeridad en dar un sentido de cierre a “Juego de Tronos” y están moviendo muchos elementos a un ritmo que antes mantenían pausado de modo caprichoso. De este modo, la llegada de Daenerys Targaryen fue evitada con infinitas escusas (ya sea de peso o simplemente fortuitas) para eludir que llegara a Poniente hasta este punto de la historia. Una vez allí, todo da la impresión de haberse convertido en una premeditada montaña rusa que, no obstante, fue avecinada por los productores para estos 13 capítulos finales divididos en dos temporadas: más épica, más batallas y más acción. ¿Más cangrejo fermentado en vena de los escritores y productores? ¿Y dónde quedan las intrigas de palacio? Bien, se entiende que Invernalia y Meñique tienen las respuestas aunque es un bagaje algo parco al parecer para una audiencia que siempre ha cuestionado a la serie. Si los diálogos de calidad tomaban el poder, “Game of Thrones” era una serie lenta y pedante. Si, por el contrario, una batalla espectacular se hacía con control, entonces, se decía que la propuesta de HBO solamente funcionaba en sus capítulos más belicosos, espectaculares e independientes. En estos momentos, los escritores han optado por ese carrusel de acción desmedida y la aceleración es bastante visible en todos los arcos argumentales. No hay tiempo ni lugar para la retórica o la floritura sino para el diálogo directo embutido en apenas media hoja de guion. Ahora ya solamente habita una única trama y eje primordial y toda la integración de las piezas en una da la impresión de ser tan caprichoso como ilógico y forzado. Ya todo vale, ya es el final de la aventura…


Por parte de Tyrion, su hoja de ruta es que Bronn convenza a Jaime de asistir a un entrenamiento en las catacumbas de la Fortaleza Roja para forzar así el encuentro con su hermano. Aquí hay asuntos pendientes que resolver… aunque la propuesta de fondo es tentadora. Que emerjan los sentimientos enterrados de ambos no deja de remarcar ese curioso vaso comunicante que suponen ambos hermanos en toda esta guerra de reinas: son los elementos, a fin de cuentas, que puede determinar la contienda si hallan un punto de entendimiento. Davos, por el contrario, decide buscar al bastardo de Robert Baratheon y lo encontrará en el lugar que irónicamente visitará en última instancia. ¿No está realmente hablando Ser Davos a la audiencia por todos los memes y chascarrillos que hemos hecho en internet desde el adiós de Gendry? Todo va a ir muy rápido en esta parte de la trama y vamos a pasar de Tyrion y su humor, para frenar la ira de su hermano Jaime, a una pulpa netamente dramática que cortará de raíz el Matarreyes. El reencuentro entre hermanos tendrá un extraño cariz sentimental y trágico en el recuerdo de ese padre, que estaba dispuesto a matar a su propio hijo sabiendo que era inocente. Esos ecos de furia tal vez sean disipados por el miedo escénico de Jaime a enfrentarse con la derrota y la desaparición. Después de todo, estuvo cerca de esas fauces de una bestia que podía haberlo borrado de la faz de la tierra… Con Gendry completamente dispuesto a dejar la capital de Poniente, no sin antes agarrar su martillo de guerra, tendremos una secuencia para dejar claro el potencial del joven al ser descubiertos por culpa de un par de capas doradas ante la presencia de Tyrion. «Nada os jode más que el tiempo», declaraba Davos al ser su propio rostro el mejor camuflaje en Desembarco del Rey. Sin embargo, un enano es y será siempre un enano. Y más si tiene una cicatriz en su rostro… Repetimos, no hay lugar para la sutileza más allá de la acción y prueba de ello es la presentación de Gendry ante Jon Nieve en la que confiesa ser el hijo bastardo del Rey Robert. A fin de cuentas, ambos tienen mucho en común aunque sus destinos fueran diametralmente opuestos. Jon, por su parte, valora la sinceridad de ese nuevo aliado que desea unirse a su misión por loca que parezca ya que, en cierto modo, desea revivir las vivencias de su padre junto a otro Stark. La épica y el pasado aguardan para cerrar un círculo en el que los escritores desean introducir algo de humor con el reencuentro de Tyrion y Jorah, dando la actual Mano de la Reina una moneda a aquel hombre con el que compartió aventuras siendo un esclavo. La buena fortuna por las guerras que están por llegar siempre será bien recibida. No esperen tampoco una despedida sentimental de Daenerys Targaryen a ese Rey del Norte que ya tiene un pequeño (o gran) hueco en su corazón y la distancia es la medida para que las miradas hagan el resto. 



Pero, para emociones, aquellas que vamos a vivir en Desembarco del Rey. Mientras los susurros determinan la conversación de la Mano de la Reina con Cersei, no esperen que la madre de la locura se quede petrificada con la confesión de su amado. Y es que seguramente la actual ocupante del Trono de Hierro ha utilizado la red de ‘pajaritos’ de Qyburn para conocer anticipadamente los movimientos de Jaime y su reencuentro con el hermano de ambos. ¿Tiene sentido que el odio de Cersei no se haya apoderado de su alma para acabar con uno de sus mayores rivales? ¿Hasta qué punto odia Cersei a su hermano Tyrion? Matarlo era destruir una tregua y puente a una salvación de cara a sus futuras maniobras. Cersei, además, parece una estatua ante el relato de ese Ejército de los muertos que podría poner en peligro todos su diseño para Poniente pero, sin embargo, está más interesada por la traición de Bronn sobre Jaime. ¿Cómo lo castigaría su hermano? ¿Hará algo? Ese golpe de efecto deja claro que Cersei desea estar por encima de todo y todos porque tiene claro que da lo mismo que los muertos se alcen en la noche más larga o que la reina de los dragones envíe a sus hijos monstruosos a Desembarco del Rey. Todo cuánto se interponga entre Cersei y Jaime será derrotado… Ése es su leitmotiv. Pero, evidentemente, existe otra razón en su propio vientre que deja conmocionado al padre de esa criatura. Cersei no va a mentir sobre la identidad del páter y su halo de felicidad se transforma en un viento susurrado a través de los pequeños espacios y la cercanía: «no vuelvas a traicionarme otra vez». La amenaza es latente ante los planes de una reina que ve con buenos ojos la tregua de Daenerys de la Tormenta tanto por el futuro de su hijo como para sus maquinaciones todavía en movimiento en el otro continente. ¿O es que nos hemos olvidado de la Compañía Dorada? También aquí existe una doble jugada de Cersei para retener al hombre que ama cerca de ella. Su embarazo va a ser clave aunque desconocemos cómo se lo tomará Euron.


En Antigua tenía que suceder algo para que Samwell Tarly se diera cuenta de que esos maestres simplemente se limitan a compilar los logros de hombres mejores, sin ofrecer ninguna clase de respuesta o interferencia en actos que bien pudieran evitar. Su neutralidad y su posicionamiento de perfil han convertido a esos hombres en simples espectadores de todos sucesos de Poniente. La carta enviada por Wolkan, respecto al terror y peligro que se avecina sobre todos, no deja de ser la última gota que colme la paciencia de Sam. No hace falta que los maestres pongan nombre a un lisiado porque Sam es conocedor de la identidad de ese narrador. Sam intenta por todos los medios hacer que esos hombres, que podrían definir el futuro de los Siete Reinos, escuchen aquello que tiene que decir Bran Stark. No tiene sentido que se ignore el relato de un joven tullido que logró sobrevivir más allá del Muro. Sobre todo cuando esa amenaza es real y así lo vivió el propio Sam. Que nuestro pequeño héroe consiga de esos despectivos hombres una solicitud de aclaración, a lo expresado por Wolkan, no deja de remarcar ese fuego interior de alguien que no puede evitar ser un simple espectador de una gran e inminente tragedia que acabará con todos ellos. Hay que hacer algo, Sam tiene que hacer algo. “Eastwatch (Guardiaoriente)”, igualmente, desea  transformarse tanto en un episodio bisagra como en un aluvión informativo. Los escritores por fin se van a atrever a lanzar una de las más suculentas piezas informativas en esta temporada y Gilly leerá el diario del Septo Supremo Maynard, una persona que plasmaba todo su día a día con todo lujo de detalles. La palabra anulación es la clave… aunque Sam tiene sus propias inquietudes y la mala pronunciación de Gilly seguramente evite que se encienda su bombilla. Al fin y al cabo, él desconoce que Jon Nieve sea hijo de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark pero los televidentes, por el contrario, tenemos ese detalle junto al relato que ya nos avanzaba Oberyn Martell. Que Rhaegar anulara su matrimonio con Elia Martell y se casará con Lyanna da un rumbo definitivo al concepto que tenía Poniente sobre la Rebelión de Robert. Ya todo carece de sentido y las acciones del usurpador seguramente fueran objeto de su egoísmo y celos al tener otro hombre el corazón de su primer y único gran amor. De este modo, la gran noticia y revelación es que Jon deja de ser un bastardo y se convierte en el heredero legítimo al Trono de Hierro. ¿El problema? Ni siquiera Sam es conocedor todavía de ese detalle aunque Bran Stark tiene la otra parte necesaria de la historia… Sam, por su parte, se ha hartado de los archimaestres de Antigua y de que se nieguen a utilizar sus conocimientos para detener al Rey de la Noche. Sam empaca todos esos libros fundamentales y prohibidos a su misión vital y se embarca con Gilly y el pequeño Sam rumbo a Invernalia. Su destino como héroe y protagonista de la historia le aguarda. Él, a pesar de todo, es otro de los muchos héroes de una gran historia que contarán esos necios e insensatos archimaestres un día.


En Invernalia, sin embargo, seguramente estarán las aguas revueltas a su llegada. Y es que Meñique va a comenzar a aquello que mejor sabe hacer para manipular a las Stark y enfrentarlas para salir favorecido de todo ese proceso. Supuestamente la idea es deshacerse de Arya o forzar, por el contrario, a Sansa a posicionarse en contra de su hermana. Arya se dará cuenta rápidamente que la sed de poder de Sansa y se enfrenta a su familiar al conocer aquello que está pensando y, pese a no quererlo, no poder eludir tal pensamiento… Que el Rey del Norte esté ausente dota de sentido las expectativas para una joven que supuestamente fue educada para convertirse en reina. Sansa no va a admitir el pecado de querer acaparar la ausencia de su hermano y, su dejadez para protegerlo frente a los orgullosos señores norteños, facilita a Arya una vía para comenzar a espiar a aquella figura que se ha convertido en una especie de Mano (que mueve los hilos) de la actual gobernanta. La cuestión, más allá de una referencia a la espera de Fantasma, es que Arya observe a ese hábil maquinador de conspiraciones que ya hizo oscuros pactos, en su momento, con Tywin Lannister delante de la joven Stark. No entiendo demasiado que ahora el público desea lapidar a un personaje que ha generado prácticamente una completa amalgama de giros de guion dentro de la serie. Si no fuera por Meñique no se hubiera puesto en marcha el juego de tronos en Desembarco del Rey y, por lo tanto, no tendríamos “Game of Thrones”. Precisamente la gracia del espectáculo de HBO era ver parte del recital de acciones de uno de sus diablillos más hábiles en el arte de manipular a otros y ver cómo escalaba dentro de todo el caos desatado a su alrededor. Aunque Arya crea que tiene el control de la situación, Meñique va un paso por delante de ella y preparará en sus aposentos una pequeña trama en forma de trozo de pergamino. En el interior se encuentra la firma de Sansa y si nos fijamos en los detalles se trata de esa carta que escribió la joven Stark en la primera temporada de la serie. En la misma, deseaba enviar a su hermano Robb un mensaje para que jurará lealtad a la causa del Rey Joffrey y finalizase su participación en la Guerra de los Cinco Reyes. En su momento, Robb y Catelyn vieron que era una carta escrita por una rehén aunque, ¿qué pensará Arya si se saca la misma de contexto? La observadora pasa a ser la observada y Meñique, desde las sombras, ha sembrado el caos en el que tan bien se mueve; en el que tan bien vive. 


“Eastwatch (Guardiaoriente)” va a finalizar bajo el escenario que remarca su título y el lugar que se encuentra bajo el control de Tormund Matagigantes. Allí llegarán Jon, Jorah, Davos y Gendry para dejar clara su misión suicida al gigante en la que no participarán ni el asesor del Rey del Norte ni Brienne de Tarth. Como esto no sería un cruce bastardo (con bastardos) de “Los siete magníficos” y “El Señor de los Anillos: la Comunidad del Anillo”, la Hermandad sin Estandartes se encuentra retenida por los salvajes al dirigirse también al norte por la visión del Perro. Es hora de que aparezcan viejas tiranteces en el grupo y Gendry recuerde a aquellos que le vendieron a la sacerdotisa roja o, por el contrario, el apellido Mormont sea poco querido entre los salvajes. No importa la disputa porque todos están en el mismo bando al estar vivos —y respirar— y ser ese frente necesario para poder traer a un espectro con vida (?) al otro lado del Muro. En realidad, esa guerra de reinas pudiera ser un simple chiste de mal gusto en la disputa de dos aspirantes al trono: una tiene dragones y la otra fornica con su hermano. Jon, evidentemente, está en medio de esa disputa pero su intereses siempre han sido y serán acabar con el Rey de la Noche. Hay un propósito más elevado para ese grupo de hombres que se adentrará en ese terror blanco desconocido porque la gran cuestión actual de “Juego de Tronos” —y justificación de todas sus licencias ilógicas e incluso desvaríos— es que todos los personajes (por ínfimos que parezcan) están en las entrañas de un mismo y gran conflicto. La nieve y lo inigualado aguardan a esos exploradores en una misión imposible y sumamente atractiva para la audiencia al otro lado de la pantalla. La aventura ha comenzado… cuando irónicamente estamos tan cerca del final.


Este post está dedicado a la figura del tristemente ignorado por la audiencia Rickon Dickon Tarly. Todo el mundo habla del verdugo: que si lo monta una reina dragona, que si lo toca su primo, que si arrasa a cien hombres por minuto. Pero aquí nadie dice ni una palabra de la víctima. ¡Pero si salvó a su Jaime Lannister, panda de hipócritas! Pocos tuits para tanta pérdida para los Siete Reinos. Todas sus oraciones para él. Gracias.

Licencia de Creative Commons
Historias Bastardas Extraordinarias by Maldito Bastardo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.

5 comentarios:

  1. Ole bastardo! Bravo x tu vuelta al mundo crítico huyendo del descriptivo q plagaba tus últimos análisis... Este 7x05 aclara mazo tus opiniones, posibles desenlaces y meteduras de pata de los dioses guionistas... todos respiramos!

    ResponderEliminar
  2. Buen resumen, coincido con lo dicho. Sólo un apunte: Daenerys y Jon son tía y sobrino respectivamente, no primos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Drogon y Jon son "primos". Me refería a eso.

      Saludos bastardos y gracias por el comentario.

      Eliminar
  3. No veo razon para tanta queja por los diálogos, la serie se encamina a su final y es obvio que tiene que avanzar rápido... Saludos!

    ResponderEliminar
  4. Creo que es la mejor boutade que he leído en mi vida. Así que con vuestro permiso pienso utilizarla. Free willing. Bending my knees.

    ResponderEliminar

Lea antes los Mandamientos de este blog.