¿Cuál es el camino del (anti)héroe dentro de las series de televisión? Es cierto que si analizamos infinidad de propuestas, de diferente índole, siempre encontraremos un denominador común centrado en el conflicto del personaje a través de su propio pasado. Muchas veces olvidamos las capas dramáticas de espectáculos claramente cómicos y esta segunda temporada “Ash vs Evil Dead” se ha centrado rotundamente en dar forma al pasado de Ash Williams llevándolo de vuelta a su hogar natal y dando sentido (circular) al acto que determine el camino tanto del protagonista como a la propia saga iniciada por “Posesión infernal” allá por 1981. Puede que suene tremendamente exagerado aunque para los seguidores de la ficción de Starz, que en España emite DARK, todo el significado de las toneladas de sangre y vísceras que surgen y empapan hasta las entrañas a los personajes va más lejos del pasajero entretenimiento. Posiblemente nos encontremos ante la mejor comedia de sketches físicos (de terror o no) que actualmente se emite en EEUU y el nuevo viaje de Ashy Slashy engloba un concepto que va de lo aterrador y diabólico hasta lo más divertido y desopilante que un espectador puede imaginar. Los elementos previos, no obstante, siguen presentes y tanto el destino del Necronomicón como el regreso de Ruby Knowby a la vida de Ash son ya constantes para ir construyendo un espectáculo que no se conforma con las cimas alcanzadas anteriormente. La idea es proseguir con una comedia grosera, bestia y loca mutando el gore hacia un carnaval de delirios sanguinolentos y excesivos que parecen no tener límites ni fin. ¿Qué ha ocurrido desde “Home” (2x01) hasta “Second Coming” (2x10)?
Tras un sorprendente debut una de las cuestiones fundamentales de la serie de Starz era ratificar su condición o dejarse llevar por esa espiral de sangre, vísceras y comedia inherentes en el espectáculo. Esta vez Ash Williams ha regresado con las pilas cargadas y con un renovado espíritu diabólico para ofrecernos un festín de notable capacidad para empaparnos hasta los intestinos de hemoglobina y ese tono macarra y socarrón de la serie. Conjugando todo tipo de elementos de corte fantástico y reinventándose a sí misma en cada momento, “Ash vs Evil Dead” se ha conformado finalmente como el relevo generacional y en formato serie de la obra de culto de Peter Jackson: “Braindead”. Esta segunda entrega sigue sin tomarse en serio pero ofrece mucho más que la primera por someterse a conceptos creativos, añadiendo algunos cliffhangers así como cierto desarrollo de los personajes principales. La idea es que todos ellos se enfrenten al pasado e incluso traspasen ciertas barreras para tratar de modificarlo arrancándonos algunas risas en todo ese proceso. Ash, evidentemente, sigue luchando frente al tiempo, ejerciendo como ese héroe cada vez más preocupado de buscar un espacio que propicie un retiro soñado tras enfrentarse a demonios y ser aquel condenado a proteger el Necronomicón (incluso de sí mismo). Ese retiro que consiguió junto a Pablo y Kelly sabemos que va a tener fecha de caducidad y los escritores han ideado un arco argumental para Ruby y, de este modo, gestionar el regreso para combatir el mal por parte de nuestros héroes.
Tal vez en todas las mecánicas sintamos que Kelly ha quedado un tanto debilitada frente al resto de tramas y personajes aunque es cierto que el rey del espectáculo es el propio Ash Williams y, obviamente, su viaje a su ciudad natal es para enfrentarse a sus demonios tanto en el sentido físico como metafórico. Conoceremos desde a su padre hasta a su mejor amigo de la infancia o incluso se reencontrará con esa hermana a la que tuvo que asesinar al convertirse en un deadite. Todo ese material nos transporta desde Jacksonville hasta incluso las puertas del mismísimo infierno, como si el héroe jamás pudiera alcanzar una jubilación establecida y viviera atrapado en una espiral condenada a repetirse en cada temporada. Para sacar a Ash de su exilio los escritores utilizarán la traición de los tres hijos satánicos de Ruby sobre su madre para que ésta se vea forzada a esconder el Necronomicón y pedir auxilio al ‘elegido’. La idea es que Ash se vea forzado a dejar de huir y enfrentarse a todos los demonios que lo han acechado a lo largo de su vida, encontrando un punto de partida para que sea reconocido por un héroe por los suyos. Este héroe tiene una motosierra como arma e incluso sobrellevará ese enfrentamiento directo con su iconizado coche para regalarnos algunos de los mejores momentos de la temporada junto a su paso por el depósito de cadáveres en “The Morgue” (2x02) y el episodio ‘psicológico’ (?) de rigor [“Ashy Slashy” (2x08)]. En realidad, esa batalla que mantiene el héroe es para revelar su condición y despegarse de esa leyenda oscura que le otorgó un mote y etiqueta ligado desde entonces. Es tiempo dejar de escabullirse y contrarrestar nuevas amenazas como Baal (Joel Tobeck), regalándonos todo tipo de proposiciones y homenajes al género de terror y fantástico.
Delirante y entretenida de principio a fin, esta segunda entrega se posiciona como un recital y oda a la sangre desplegada por todos los rincones de la pantalla, concretando unos pasajes violentos y definitorios que también incluyen algunas capas dramáticas. Ruby, por ejemplo, se enfrenta a la mortalidad mientras Pablo lucha y abraza al mismo tiempo esa nueva conexión y comunión con el Necronomicón. E incluso Ash tiene que sacrificar todo para poder salvar a aquel que se ha convertido en su mejor amigo y por el que está dispuesto a regresar al comienzo de todo, dejándonos una extraña lectura y contraposición de esas dos primeras partes de la franquicia. ¿No pudo trastocar el viaje en el tiempo de Ash su propio pasado y condicionar esa secuela/remake que parecía “Terroríficamente muertos”? Ese cruce entre futuro y pasado realmente sirve a los escritores tanto para rendir culto a la franquicia como para perfilar una extraña variación de un filme/serie de orígenes que cierre incluso un gran círculo que, no obstante, esconde todavía sorpresas. Tal vez aquello que nos refleje el desenlace de “Ash vs Evil Dead” es ese eterno retorno a los 80 para volver a un tiempo posterior y encontrar una recompensa un tanto impostada y falsa, como si la propia serie tratara de leerse a sí misma y detonar ese sentimiento irónico que depara toda decadencia y su posterior celebración. Otra cuestión es la posibilidad temática que ofrece la propuesta de Starz, decantándose en esta ocasión por la nostalgia como oda para recrearse y ensalzar una proyección un tanta caótica y sinsentido. ¿O alguien encontró alguna clase de coherencia en que Ash y los suyos no alterasen la línea temporal tras abrir (literalmente) el infierno sobre la cabaña en la que se desarrollaban los sucesos de la primera película? Posiblemente surja aquí otra posibilidad dentro del relato que pase por esa otra Ruby que controla la realidad en la que habita el héroe. En realidad, si un seriéfilo se pone a pensar seriamente en ese cierre se dará cuenta que deja muchas más preguntas en el aire que los desenlaces de “Westworld” o “Mr. Robot”. Sea como fuera, el futuro es un concepto mutable y sugerente para un espectáculo que pretende seguir dejando una sangrienta huella y marca frente a nuestras pantallas tal y como reflejan sus propios títulos de crédito. Y nosotros, claro, encantados.
Apunte bastardo: Usted no es humano (sino un deadite) si no se le cayó una lágrima cuando Ash vuelve a perder su virginal y recuperada mano. Mi reino por una cerveza en mi mano.
Apunte bastardo: Usted no es humano (sino un deadite) si no se le cayó una lágrima cuando Ash vuelve a perder su virginal y recuperada mano. Mi reino por una cerveza en mi mano.
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