“Foxcatcher”
Director: Bennett Miller
EEUU
2014
Sinopsis (Página Oficial):
Solo, hundido y sin recursos, el ex-campeón olímpico de lucha libre Mark Schultz (Channing Tatum) es invitado de repente por el millonario John du Pont (Steve Carell) para viajar a su lujosa finca y montar juntos un equipo para los Juegos de Seúl 1988. Mark aprovecha la oportunidad con la intención de salir también de la sombra de su popular hermano mayor David (Mark Ruffalo), prominente entrenador y ganador igualmente de la medalla olímpica. Pero una vez instalado Mark en el centro de entrenamiento de la granja “Foxcatcher”, lo que en principio parece una relación de amistad y respeto mutuo se vuelve algo más oscuro debido a la personalidad explosiva de DuPont y la presión psicológica que ejerce contra todos los de su alrededor. Poco después, la llegada de David al mismo lugar se convertirá en el presagio de una trágica relación de celos, traición y venganza de consecuencias imprevisibles. Del nominado al Oscar al mejor Director, Bennett Miller (“Capote”, “Moneyball”), llega este multipremiado y apasionante drama de suspense basado en hechos reales sobre tres hombres y su imposible lucha por demostrar quiénes eran y ganarse el amor de los suyos.
Me gustaría pensar en “Foxcatcher” como una alegoría del capitalismo, disfrutar de esa obra maestra con la que muchos han gozado… pero, por el contrario, el film de Bennett Miller no solamente me parece el peor de su notable filmografía y, lo que es peor, no veo ninguna obra maestra sino una comedia y versión de lucha grecorromana de un alargado sketch para ‘Saturday Night Live’ de “Detrás del candelabro”. No obstante, la pieza tiene suficiente interés. Primero, porque se trata de un film deportivo donde el biopic se entremezcla para que florezca un discurso autodestructivo sobre la fragilidad emocional de un país condenado a la paranoia. Y, sobre todo, su segundo y fructífero discurso: la esquizofrenia que simboliza El Águila de América, John du Pont. Se trata de dar forma a ese elemento invisible sobre las líneas de un cuento que narra la historia de un tiburón que lo devora todo, que acaba apoderándose de los iconos para sumirlos a sus intereses o, sepultarlos, si no son conquistados. ¿Representa du Pont la peor cara de EEUU? ¿Esa nación con los ojos muertos capaz de levantar una pistola para llamar la atención a golpe de patriotismo y un reflejo turbador del fanatismo alrededor de su presencia?
Partimos del oro, de la élite de Mark Schultz (Channing Tatum) pero enseguida nos introducen las sombras: la de su hermano, la de un futuro en la que no le ha valido prácticamente nada su pasado, gloria y éxitos. Mark es un ser miserable y mortal de nuevo, ese dios griego caído del Olimpo al mundo terrenal. Y aquí aparece la figura de du Pont y la seducción es inmediata con un centro de entrenamiento en su finca de Pennsylvania perfectamente aclimatado. Se trata de una recreación de ese cielo perdido. La élite ha vuelto, el oro reluce. Rápidamente vemos los problemas de du Pont con una madre a la que no puede complacer y que el multimillonario más que un protector y benefactor quiere crear su propia leyenda, siendo entrenador y mentor de sus luchadores. La llegada de David (Mark Ruffalo) no hace más que aumentar y desarrollar los celos, el triángulo se enreda con el patriotismo, generando una metáfora moldeable a los intereses de Bennett Miller.
Después llega la polémica, esa relación platónica que se muestra en pantalla y que deja entrever otra a juicio de la propia audiencia. ¿Una revisión insinuada de “Detrás del candelabro”? La película deportiva desaparece entre esas brumas y gimnasios esculpidos bajo la hipérbole y metáfora de esa gran jaula que pudiera sintetizar una nación. El biopic se convierte en un reflejo desagradable e incluso un tanto distorsionado. “Foxcatcher” va acrecentando una línea impalpable de extraño suspense para reventar ese ambiente amenazador en su recta final. Puede que precisamente el drama se encuentre en la intrínseca revelación: es una historia real nos guste o no, sobre que el mecenazgo esconde un lado oscuro y que el ego mezclado con la falta de autoestima es un material demasiado voluble y peligroso. Esa sensación de confusión y perturbación es precisamente el mérito de una cinta que me parece funciona mejor cuando cede más a la carcajada, cuando se desata de esos hilos de un drama basado en hechos reales. ¿Solamente nos quedará esnifar cocaína en un helicóptero mientras se ensaya un discurso épico y motivador? ¿He ahí la metáfora de una nación o la de una película?
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