Puede que “American Horror Story: Hotel” establezca una coherencia en el discurso de la antología de FX. La creación de Brad Falchuk y Ryan Murphy nos ha hablado desde su primera temporada de las segundas oportunidades envueltas en un halo de terror, misterio y fantasía. Los Harmon encontraron la felicidad siendo una familia de espectros atrapados en una ‘casa asesina’ mientras que Lana Winters se reinventó e incluso salió públicamente del armario gracias a su paso por Briarcliff lidiando en el proceso con un asesino en serie que encarnaba a ese mal que la miró directamente a la cara. Cordelia Foxx floreció siendo la nueva Suprema y trayendo nuevos tiempos al aquelarre contemporáneo mientras que los ‘freaks’, incluyendo Elsa Mars, pudieron hacer realidad sus sueños y alcanzar la ‘eternidad’ que merecían no sin vivir una purga y masacre. Para esta temporada nos queda claro que el vampirismo es la nueva carne de la transformación, esa segunda oportunidad que van a reflejar dos personajes recientemente mutados en monstruos adictos a la sangre. La ‘humanización’ de Iris es fundamental para entender “Room Service”, quinto capítulo de “American Horror Story: Hotel”, para evolucionar su personaje a una dimensión que le haga entender que a través de la muerte ha encontrado el concepto de vivir. Por otro lado, el virus haciendo mella en Alex Lowe refleja las luces y sombras de show, en esa gran capacidad estilística de los directores para mantener la habitual constante de calidad en AHS pero, al mismo tiempo, en revelarnos que todos esos excesos son dependientes de lugares comunes, revisiones y clichés. Repasemos “Room Service”.
Brad Falchuk y Ryan Murphy siempre han saboreado lo kitsch en lo monstruoso y el ridículo que habita en el género fantástico para recrearse y reinventarse sobre sí mismo. Alex va a propiciar una trama independiente que desconocemos hasta qué punto son reflejos de los temores y horrores que vive la sociedad estadounidense, reimplantando aquí el discurso de “El pueblo de los malditos” o “¿Quién puede matar a un niño?” bajo esa batuta de realidad respecto a las masacres de los institutos norteamericanos. De nuevo, disponemos de una conexión con “American Horror Story: Murder House” aunque todo esté generado desde una premisa un tanto inverosímil. Y es que una transformada y vampírica Alex va a tratar de salvar a ese niño enfermo de sarampión —y prácticamente terminal— inyectando su sangre vírica en el suero del pequeño. Aparte del milagro, no se justifica demasiado que la protagonista de esta temporada no tome consciencia de la auténtica dimensión de su propia enfermedad y actos… salvo para pasar por el depósito de sangre del hospital y darse un atracón. El fin, no obstante, justifica los medios y vamos a tener una de las tramas más potentes que hemos visto en la presente entrega de “American Horror Story: Hotel” pese a esa premisa en la que tampoco comprendemos si la transformación vampírica viene con manual o el virus del sarampión te da alas. A través de ese pequeño ‘pirata’, que no duda en utilizar a sus padres como su primer desayuno, el Halloween de ese colegio se va a transformar en una autentica matanza de adultos a manos de ese ejército de diminutos vampiros. El contagio directo de ese niño que tuvo sarampión y que salvó Alex es distinto, como si ambos virus chocaran entre sí y establecieran un nuevo concepto. Ignoren todas sus licencias y múltiples debilidades argumentales porque aquello que nos proponen aquí es un simple y efectivo cuento de terror sobre aquellos monstruos que viven entre nosotros y a los que tratamos como víctimas. En resumen y definitiva: vacunen a sus niños.
“Room Service” se centra en el papel de Iris tanto en la venganza que están planificando Ramona Royale y el despechado Donovan, como en su encuentro con la vida gracias a la muerte. Los guionistas van a aprovechar para que Liz Taylor relate su historia y conecte en el presente de ese inicialmente desagradable personaje que interpreta la siempre prodigiosa Kathy Bates. Nos vamos a 1984 para disfrutar de las nuevas piezas añadidas a la gran banda sonora de esta temporada. Depeche Mode (‘I Just Can't Get Enough’) y Kim Carnes (‘Bette Davis Eyes’) son dos clásicos fundamentales de principio de los 80 y paridos en 1981 para gestionar ese contexto en el que Nick Pryor quedó bautizado como Liz Taylor. La Condesa interpretada por Lady Gaga también nos deja una sensación de ser una especie de hada madrina, que concede los deseos de las personas que elige… gracias a su magia ‘vampírica’. Liz revela al público que la transexualidad no es sinónimo de homosexualidad y podemos incluso hallar lugar comunes respecto a “Transparent” de Amazon. No obstante, aquí la homofobia o el cambio de vida se traducen con elementos fantásticos y sangre saliendo a borbotones por cuellos cercenados. Liz Taylor, aparte de aportar de nuevo la referencia literaria dentro del capítulo (‘Cándido’ de Voltaire), ayuda a Iris a adaptarse a su nueva condición y hallar una nueva amiga dentro del Hotel Cortez. No falta paté exquisito gracias a la comida minina (aunque deje en el aire por qué huele peor que su caca) y, por supuesto, nuevas víctimas en hotel de los horrores gracias a esa insoportable pareja de hipsters con la que tiene que lidiar Iris. La madre de Donovan va a ceder a su sed, cócteles salvadores aparte, para rebanar sus primeros cuellos y alimentarse debidamente. Pero, pese a todo, “Room Service” se siente como un bajón respecto a “Devil's Night” (5x04), dejando a John Lowe cada vez más loco, amnésico y perdido… como si esa pesadilla estuviera condenada a la adicción sexual de Hypodermic Sally y el rechazo sobre ésta pudiera traer consecuencias fatales para ambos.
Que Alex también encuentre sentido dentro del Hotel Cortez ejerciendo como institutriz de esa manada de cachorros vampiros de la Condesa era la salida más obvia para que pudiera ‘vivir’ eternamente con su hijo desaparecido. Holden y Alex, durmiendo juntos en su ataúd, es una despedida un tanto descafeinada y previsible, teniendo en cuenta que los planes de Donovan y Ramona Royale respecto a la infiltrada e invisible Iris pudieran tener algún futuro punto de giro y sorpresa. ¿O es que Iris va a dejarse manipular habiendo encontrado un sentido para vivir y una inspiración como Liz Taylor? De momento, ha salido viva de su primer careo con la Condesa aunque desvele el único registro que tiene Lady Gaga. Pero si algo está revelando “American Horror Story: Hotel” son sus carencias estructurales en elementos argumentales que no tienen demasiado sentido más allá de sus grandes efectos secundarios para salir del paso. ¿O qué ocurrió con ese ejército de mocosos vampiros que ahora campan a sus anchas por la ciudad? ¿No va a investigar la policía el asesinato de los padres de ese pirata y baby-vamp? Y es en ese punto donde no sabemos ciertamente qué nos quieren contar los guionistas en la presente temporada de AHS más allá de su indudable talento artístico, conexiones y amasijo de referencias. Sí, el vampirismo es la nueva vida tras la muerte, pero creo que eso ya lo sabíamos y no es ninguna novedad. Esperemos que ahora, con todo expuesto, lleguen realmente las curvas que necesita esta temporada.
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