“Louie” ha llegado a su tercer episodio para que nos olvidemos de la stand-up comedy habitual de las dos pasadas entregas y nos sumerjamos en un relato corto sobre la masculinidad, la madurez y la edad. En el prólogo de “Cop Story”, tercer capítulo de la quinta temporada de “Louie”, nos apartamos de esa historia que vendrá a continuación. Se trata, como suele ser habitual, de una anécdota basada en el humor absurdo con Louie en una tienda de artículos de cocina siendo ignorado por una trabajadora asiática que acaba siendo la propietaria. Besos con maniquíes aparte, el choque generacional inmediatamente bascula una conversación en la que inicialmente nos posicionamos a favor del protagonista pero que, de repente, encuentra otra material mucho más acertado. Digamos que Louie no forma parte de esa clientela mucho más joven y seria acerca de la cocina. Louie realmente no quería las mejores ollas —comercializadas para expertos cocineros— sino que deseaba que alguien halagara a su ego. Toda esa alegoría claramente expuesta trata sobre una generación que no es que no cuente con esos cuarentones, que no formarán parte de su futuro, sino que quieren ser más y mejores. Es Manhattan y esa dueña es una triunfadora con apenas 24 años es una cara, aunque el discurso es bastante indulgente y optimista. «Si te sientes estúpido con gente más joven alrededor, las cosas están yendo bien». Supongo que cualquier joven español no se sentirá muy representado con esa cara dorada de la moneda. Demasiada abrillantada e incluso ciencia ficción en cualquier país sumido en una crisis económica. A esta ‘asiática’ había que ponerla “Hermosa juventud” de Jaime Rosales para que se tragara cada una de sus soberbias y arrogantes palabras. Aunque puede que Louis C.K. nos esté contando que esos jóvenes triunfadores asiáticos son el futuro. El resto nos vamos a sentir mal, independientemente de la edad. Repasemos “Cop Story”.
El capítulo trata sobre la historia de Louie con viejo conocido. Se trata de Lenny (Michael Rappaport) y un ex novio de su hermana y policía de Nueva York. Lenny es el típico prototipo agresivo de persona corpulenta, que desea caer bien con una cercanía bastante despectiva e insultante y que, evidentemente, es repelido por cualquier ser con dos dedos de frente. Louie es un ‘loser’, un saco de boxeo que lentamente se va a ir llenando de golpes, saliva y sudor, que va intentar hacer llevadero lo que podíamos considerar incluso un secuestro en contra de su voluntad. Lenny reconoce a Louie desde su coche patrulla y le humilla públicamente antes e incluso después de revelar quién es en realidad. Louie tendrá que sufrir cómo Lenny le cachea para coger su teléfono e incluso sonsacarle su código de seguridad para que así puedan tener un encuentro para ver un partido de los Knicks. Sabemos que la cosa no puede acabar nada bien con Louie actuando como una víctima incómoda y pasiva y, por el contrario, con Lenny dinamitando cualquier modal o protocolo social.
“Cop Story” nos plantea dos visiones sobre la soledad del hombre. Lenny trata de ser lo más masculino y troglodita posible mientras que Louie se ha convertido en un ama de casa burguesa, pacífica y completamente atrapada en un modo de vida donde tejer es el mejor pasatiempo. Ambos no encajan en moldes sociales, son seres solitarios. Lenny entra en casa de Louie poniéndole una pistola en su cara, marcado el territorio de la virilidad y utilizando la violencia física con golpes continuados como modo de comunicación. La inmadurez crónica y la madurez excesiva (Louie siempre ha dado la impresión de formar a veces parte de la tercera edad) chocan en una historia en la que Lenny comienza a fracasar y ser humillado. Un policía no cuela a nuestra extraña pareja por la puerta trasera del estado y acaban en un bar viendo el partido. Lenny comparte sus emociones pero la comunicación entre ambos personajes es imposible. Louie, como suele ser habitual, hace una de sus preguntas absurdas y FAILS frecuentes: ¿Cómo te gusta ser policía? En “Cop Story” hay un material oscuro, con un personaje que culpa a los demás de sus problemas y, sobre todo, a las mujeres que le han rechazado toda su vida. Lenny podía convertirse en un maltratador o un asesino y a nadie nos extrañaría ya que ha encontrado en la violencia la única forma que tiene de comunicarse con un mundo que le ignora. Lenny también piensa en el suicidio… y aquí aparece el giro de la historia que nos cuenta el capítulo: ese policía perdió su arma de fuego…
El cambio de roles de “Cop Story” se hace evidente. Lenny se desintegra y toda esa violencia y virilidad no era más que una gran armadura para protegerse del mundo. Es destructivo, impulsivo y capaz de reventar todo aquello que se encuentre delante de él… pero se trata de un bebé enorme que está completamente enrabietado y derrumbado por la impotencia de no poder enfrentarse a ese mundo al que culpa de todo. Él es el culpable de sus actos y un Louie tranquilo repasará la ruta de ambos durante toda la noche para encontrarse que uno de sus juegos de basket fue el causante de la pérdida de su arma. “Cop Story” va a jugar con la comedia en ese territorio. Louie encuentra el arma pero tiene que volver a su casa, escondiéndola en su chaqueta y cayéndose al suelo delante de una furgoneta repleta de policías… Todo ese concepto de desastres y calamidades, en realidad, forma la propia historia del héroe con un subtexto burlesco sobre la incompetencia de la policía de Nueva York y un cuerpo repleto, al parecer, de gente desequilibrada, peligrosa o simplemente inepta y ciega. Esa lectura entre líneas nos lleva al regreso de Louie ante un Lenny que responde nuevamente con violencia en un abrazo que destila compasión, desesperación y un gran colapso sentimental. Al fin y al cabo, Lenny simplemente quería algo de amor de ese mundo que le repudia y, Louie —aunque sea a regañadientes y tomando el rol paternal— se lo va a dar. El amor lo puede todo, aunque yo pensaba que a Louie se le iba a disparar la pistola y reventar los sesos de su amigo por toda la entrada y pasillo de su hogar. Fin.
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