En esta tercera y última temporada de “The Newsroom” nos quedaba un gran anticlímax ante su reducido bagaje. Con seis episodios para comple(men)tar el universo que ha creado, Aaron Sorkin ha decidido no dejarse nada en la sala de prensa y explotar al máximo esa trama que nos habla sobre el conflicto entre la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos y el Acta de Espionaje de 1917. Edward Snowden es la clave para comprender la historia que trata de narrar el guionista de “La red social” que ha decidido apartarse de ese componente y entorno realista para ceder a la ficción a tiempo completo. Si en la segunda temporada la Operación Génova se inspiró en la denominada ‘Tailwind’ que salpicó la credibilidad de CNN, ahora la filtración de documentos oficiales se ha convertido en el nuevo orden que han establecido unos márgenes morales en las cadenas de informativos. “Contempt”, cuarto capítulo de la tercera y última temporada de “The Newsroom” llega para abofetear a nuestros quijotes y su idealismo, arremeter también contra esa esencia vetusta que debe ponerse a la moda o perecer en el intento.
Sorkin quiere ser fiel a su estilo y personajes, a esas deficiencias que otros consideran méritos, a sentar unas bases de fidelidad que no encajan en nuestros moldes presentes. Posiblemente “The Newsroom” sea una cita obligada en las carreras de periodismo para delimitar el choque entre los nuevo y lo viejo, entre ese personaje que interpreta Grace Gummer (Hallie Shea) y esa mirada de su pareja que ha quedado atrapado y delimitado en una era que ya no es la actual. También Sorkin desea revolucionar su propio espíritu y enfrentarlo a la más terrible y dura realidad. Es hora de que ese quijote llamado Will McAvoy choque contra esos grandes e impenetrables molinos, que quede golpeado y al mismo tiempo su enmienda sirva como ejemplo romántico de forma. ¿Acabará siendo realidad este chiste entre Will y Charlie Skinner y estemos ante la precuela encubierta de “Sports night”? Queda en evidencia que el propio Sorkin no ha descubierto esa fórmula para contentar a todos ni con la libertad de HBO y su regreso a la televisión después de su Oscar y reconocimiento se han saldado con una falta de entendimiento por esa sociedad que ha pasado página a la propia noticia a través de las redes sociales e internet. Puede que estemos ante ese último proyecto antes de un gran silencio y la celebración final de Sorkin pasa por ofrecer un recital como despedida, una sobresaliente entrega como broche y declaración concluyente. Si sus haters se lo permiten, claro. En “Contempt” los personajes van a ser puestos a límite y el precio de la redención es un tanto oscuro y lejano.
Después de la citación recibida por Will, para declarar ante el gran jurado en la cena de Corresponsales de la Casa Blanca, Rebecca Halliday nos presenta la cronología de sucesos. Hay varios frentes abiertos y uno de ellos es la compra de ACN por parte del excéntrico Lucas Pruit. Sus intenciones de crear una red noticias centradas en el contenido que puedan generar los usuarios van a sacar de sus casillas a Charlie, que moverá ficha junto con Sloan para buscar un nuevo comprador. La multimillonaria Antonieta Dodd (Talia Balsam) es la candidata perfecta y la reunión funciona perfectamente y la jugada es trazada… pero por el lado contrario. Dood simplemente se reunió con ellos para empujar la negociación de otra compañía de medios que quería comprar y Pruit va a prometer, entre histeria de Charlie, llevarlo al Siglo XXI… aunque tenga que arrastrarlo por el XIX y XX. He ahí toda la síntesis que pretende plasmar el propio Sorkin.
El creador de “The Newsroom” es conocedor, como los espectadores, que Maggie y Jim están hechos el uno para el otro. Toda la dilatación de esa tensión sexual les ha llevado encontrar a sus respectivas parejas con las que dan la impresión de encajar. Las apariencias engañan y Jim no va a poder sobrellevar el rol de Hallie en su publicación online Carnivore mientras que Maggie es la eterna confidente exaltando los celos de Jack. Todo parece haber acabado para ambos y comienza ese resurgir a plazo fijo de su amor. Del mismo modo, Sorkin ha confeccionado que toda esa trama protagonizada por el romance de Don y Sloan sea una screwball algo socarrona con Wyatt —el nuevo director de Recursos Humanos— persiguiendo a la pareja para demostrar su noviazgo. El pérfido villano consigue encontrar la carta de Sloan en la que admite su relación cuando estaba preocupada por Don por utilizar la información financiera que le brindó. En realidad, Wyatt simplemente quería divertirse porque es incluso fan de la pareja y con la venta de la empresa nada importa en este momento.
Sabemos que la chicha de la temporada está en toda la historia Kundu y los documentos filtrados por esa ‘espía’ (y funcionaria) interpretada por Clea DuVall. El equipo prepara la historia asegurándose de que la familia del reportero, que va a comprometer su seguridad con toda la revelación, es sacada del país. Mac necesita más plazo y así se lo hace ver a Lilly en esa secuencia lluviosa en la que está cayendo a ambas un tremendo chaparrón y veladas amenazas. Se trata de un spoiler para todo aquello que está por devenir… ya que la compra de la empresa evita cualquier tipo de movimiento que pudiera paralizar la misma. Con las manos atadas, Will se niega a citar la fuente ante el gran jurado y el juez Cedarman —interpretado por Casey Sander, el padre de Bernadette Rostenkowski en ‘Big Bang’— desea que llegue a un acuerdo con para evitar mandarle a la cárcel. En la corte es el propio Will aquel que establece la dicotomía y al dificultad de establecer lo correcto ya que el fiscal tiene razón… pero el hecho de citar su fuente sería traicionar tanto a Neal como a sus propios ideales. Sorkin tiene claro que ese particular quijote tiene que enfrentarse a la dura realidad, en establecer que esos gigantes son sólidos e inamovibles molinos a los que nunca podrá vencer. Ante la inminente entrada en prisión de Will, Mac rinde un homenaje a los ‘haters’ de su personaje y errores… mandando un e-mail a todos los compañeros para anunciar su boda antes de la fatal condena. Todos colaboran: Maggie pone las flores, Don y Jim se encargan del anillo, Sloan del pastel y Charlie de ese músico que dote de banda sonora (‘Ave María’) esa gran y orquestada secuencia de montaje donde la Associated Press recibe toda la documentación ‘filtrada’. Tenemos boda, beso, ‘esposas’ y, por supuesto, drama. ¿Existe futuro para ‘News Night’ llegados a este terrible punto de giro y simbólico funeral?
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