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jueves, 13 de noviembre de 2014

American Horror Story. Freak Show (4x06) Bullseye: Happy Birthday, Elsa Mars!

“Bullseye”, sexto capítulo de “American Horror Story: Freak Show”, pudiera ser considerado un episodio de transición o engarce con la composición y preparación para el acto final de ese ‘Freak Show’. Con la decisión de dar el relevo como (gran) villano de la temporada a Dandy Mott, llegamos al análisis para tratar de diseccionar qué pretenden contarnos Ryan Murphy y Brad Falchuk. Se trata de un cuento con una sencilla moraleja: todos (los personajes) son freaks dentro de esa sociedad que decide ignorar o destruir a las minorías hipócritamente. La muerte del ‘inocente’ Twisty the Clown a manos de Edward Mordrake abrió una puerta sobrenatural al espectáculo e incluso la vivisección narrativa de Pink Cupcakes” (4x05) pudiera sugerir un purgatorio para homenajear a la cult-movie —y referente al propio universo de la serie— “El carnaval de las almas”. El show debe continuar y la esencia de “American Horror Story: Freak Show” es tan simple como una composición de anhelos y deseos, de necesidades de esos monstruos atrapados en sus propios cuerpos que proyectan grandes y vitales aspiraciones. Elsa Mars celebra su cumpleaños en “Bullseye” y es hora de soplar las velas. 

Nos quedamos a la espera de conocer la mecánica de la serie con las siamesas Tattler conviviendo con ese lobo con complejo de Peter Pan y Elsa reinando por fin nuevamente en su ‘Freak Show’. “Bullseye” se olvida de Dell Toledo y Desiree Dupree para ceñirse a ese ‘trono de hierro’, compuesto por plumas y lentejuelas, donde se sienta Elsa Mars gobernando sobre sus hijos y cachorros. Guillermo Tell (William Tell) se convierte en verbo en “American Horror Story: Freak Show” y considero al episodio articulado sobre los dos monólogos de sus personajes principales, comenzando con Elsa desenterrando una nueva atracción ante ‘el adiós’ de las siamesas:
Destino. Destino. Suerte. Las cárceles de hombre. La gente pasa el tiempo disfrutando de las opciones que vida les ofrece: café o té, derecha o izquierda… Como si importase. Todos estamos simplemente girando en la rueda. Y solamente existe una única forma de mantenerse fuera de la misma. No es la juventud. No es la belleza o el amor verdadero. Yo sé cómo poder mantenerse fuera de la rueda. Yo controlo mi destino. He sobrevivido porque sé que uno debe estar dispuesto a destruir a cualquiera, cualquier cosa, incluso las cosas que amas, para mantener a los dioses en jaque.
El discurso de Elsa revela que la vida de todos los ‘freaks’ depende de su afilado destino en esa rueda que no va a parar de girar. Vamos a descubrir que Paul es el amante (secreto) de Elsa y forma una extraña y ‘bizarra’ familia junto a esa eterna hija y bebé que ama sobre todas las cosas llamada Ma Petite. El matrimonio ‘freak’ con olor a menta, por el contrario, no es perfecto y el vodevil compuesto de un triángulo se dibuja sobre el regreso de Penny (Grace Gummer) y su perfume barato. La joven vive una aventura con Paul después de su paso lujurioso por el ‘Freak Show’. No iba ser todo malo después de que te droguen y protagonizar una orgía con monstruos de feria… Aquí no hay sexo sino amor y Penny ve en ese hombre, con cara bonita y brazos milimétricos, una oportunidad para escapar de su vida de clase media en la que está atrapada por culpa de su dominante y controlador padre (Lee Tergesen). Aunque por algunos momentos da la impresión de ser su marido… Esa propia rueda argumental nos lleva a una tienda para que Paul se haga con ese perfume ‘Romance de Venecia’, el favorito de su amante. En el lugar donde es maltratado socialmente se encuentra con Dandy, también de compras ‘duplicadas’. Paul no es tonto y las sospechas sobre el destino de las siamesas hacen girar su destino hacia Elsa, donde el perfume se convierte en celos pasionales. Esos celos hacen revivir los profesionales y, finalmente, todos los celos (juntos) llevan al lado oscuro sin cover de David Bowie que pueda salvar tu culo repleto de lentejuelas adheridas. Elsa es un alma demoniaca pero está esculpida sobre una escritura similar a Twisty the Clown: viven en su propia mentira y universo sin saber los daños que provocan a los demás. Elsa no puede soportar que sus vástagos hablen de ella a sus espaldas, cuestionen sus decisiones, no sean leales y que su amor sea tan hueco como un regalo que es simple envoltorio. Recordemos, ella es la Reina a todos los niveles. La (des)lealtad se paga con la muerte y Paul resolverá todos los problemas de Elsa: siendo apuñalado por un accidente premeditado en esa nueva atracción giratoria en la que casi se quedan cortos sus brazos de manera un tanto cómica. Por el contrario, hay una historia trágica en toda la anterior opereta romántica con Penny, escapando y enfrentándose a su padre y descubriendo a su amado en el lecho de muerte, revelando (a los espectadores) que Elsa no llamó ni a un médico ni a una ambulancia para poder salvar a aquel que fue su amante. Fue por celos… por todos los conocidos. 


Dandy va a dejar sus crímenes para convertirse en el perfecto gentleman para su futura mujer de dos cabezas. Su madre encuentra en las hermanas Tattler el perfecto ‘juguete’ para que su hijo recupere su humanidad, pero sabemos que mientras que la dulzura de Bette puede incentivar el amor, Dot es la desconfianza y acritud en persona. Los guionistas van a seguir planteando su separación mediante una operación quirúrgica —seguida por los medios— remarcando que únicamente una de las dos sobreviviría si se llevara a cabo. Del mismo modo, la doble narración, gracias a sus diarios, garantiza que Dandy descubra las duras (y brutalmente sinceras) palabras que le dedica Dot. Su madre ejerce la lectura y el discurso propio de la audiencia: Dandy es un niño malcriado atrapado en el cuerpo de un adulto que utiliza sus berrinches para llamar la atención y conseguir aquello que desea. En realidad, en todo ese enfrentamiento al desamor yace el discurso y monólogo para revelar el mal que alberga y que ha enraizado y corrompido su alma: 
¡Me gustaría que pudieras estar dentro de mi cuerpo durante un minuto para saber lo que se siente al ser yo! Es como cuando tuve tuberculosis y me llevaste al desierto de Utah y no había nada más que espacio abierto seco durante cientos de kilómetros alrededor. Eso es lo que hay dentro de mí. Esas chicas eran una corriente fría de agua glaciar. Mi corazón floreció a medida que se alimentaba. Y ahora todo se ha ido. No hay nada que haya quedado, pero el polvo y los escorpiones siguen dentro de mí. Nunca estaba destinado a sentir el amor. El desierto no tiene piedad. Cualquier cosa que se intenta plantar allí muere. Debo aceptar este vacío como una bendición, no una maldición. Yo sé por qué me pusieron aquí, madre. Mi propósito es traer la muerte.

Precisamente la revelación y reivindicación del villano —agarrando su arma homicida— provoca la llegada de Jimmy a la puerta de su casa… para descubrir que allí se encuentran las siamesas. ¿Traerá efectivamente la muerte Dandy al mundo aparte de sus verdades a medias sobre su implicación en los crímenes de Twisty the Clown? Será otra historia para el próximo episodio… como la posible huida de Jimmy junto a Maggie Esmerelda, que tendrá que decidir si asesinar a su amado finalmente tras decidir hacer caso omiso por partida doble a las imágenes de los avances y salvar la ‘diminuta’ vida de Ma Petite. Estamos seguros que Stanley desenterró a Paul y fue el primer ‘freak’ llegado a su colección, tal y como vimos en esa secuencia del ‘American Morbidity Museum’ del capítulo anterior. De momento, esos crímenes tan espeluznantes están ocurriendo en las mentes y cabezas de Maggie y Stanley, dejando claro que en esta temporada los deseos pueden llegar a ser tan vívidos como la propia realidad. 


Aquello que tampoco confirmamos es saber si son del todo reales los lamentos de Miss Mars al ritmo angelical de ‘September Song’ de Frank Sinatra. Las lágrimas de Elsa son parte de ese deseo final, de ese soplo a una única vela y oportunidad que le queda en esa vida en la que controla su destino… pero a la que le falta amor. Demasiado. Elsa Mars quiere que el público la ame, pero sus decisiones pueden traer consecuencias incluso de la única persona que parece ser siempre fiel: Ethel Darling. La mujer barbuda es franca: si Elsa miente (que está claro que miente) ella misma la asesinará con sus propias manos. Elsa puede hacer realidad su sueño gracias a la televisión —que irónicamente proyecta sus imágenes a nuestras pantallas— mientras es seducida por el engaño y pesadilla en ese personaje interpretado por Denis O'Hare. Las tornas parecen haber cambiado desde American Horror Story: Murder House, desde esos personajes de ‘hija de puta integral’ a un rol inusual para Jessica Lange dentro del universo de Ryan Murphy y Brad Falchuk. Elsa puede ser una femme fatale, una artista, una asesina pero ciertamente es, sobre todas las cosas, tonta… por necesidad… o para creerse su propia mentira, relegando algo tan simple como el amor sobre su persona a un deseo final y posiblemente fatal. Ese cumpleaños que queda sumido a esa otra soledad de la que hablaba Dandy, a esa otra oscuridad que cubre todo.

Fuente MEME: 

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