La ‘nueva’ “Homeland” ya está aquí y “Iron in the Fire”, cuarto capítulo de su cuarta temporada, nos posiciona a la nueva mecánica que pretende la serie estrella de Showtime. Pudiéramos entablar una alegoría sobre la apatía y abandono de Carrie Mathison sobre esa hija que le ata a Nicholas Brody, que le arrastra a un pasado del que quiere escapar y que ya ha muerto. La antiheroína sabe de su existencia, memorias y necesidad pero el despegue al otro lado del mundo establece las pautas de la propia ficción a su actual destino. Los personajes de “Homeland” tienen un potente backstory que les hace más atractivos que cualquier procedimental y el cable confiere al show una madurez para hablar sin pelos en la lengua de política, terrorismo y hegemonía mundial. La realidad —no obstante y pese a que “Iron in the Fire” es un capítulo notable y brillante— es simple y directa: “The Honourable Woman” ocupará su posición en el top 10 de los medios especializados cuando seleccionen sus ficciones favoritas de 2014. O tal vez la meta de ambas es ejercer de una moneda con dos distintas y diagonalmente opuestas caras… amarradas al mismo eje. Repasemos “Iron in the Fire”, trascendental episodio que hace honor a su título.
El escenario conspirativo-político nos habla del asesinato coordinado de Sandy Bachman (Corey Stoll sin rata en la cabeza), víctima de su contacto secreto que le proporcionaba información de objetivos terroristas pero, al mismo tiempo, intercambiaba su valioso material clasificado con toda clase de agencias de inteligencia. Carrie es la nueva jefa de estación de Islamabad y los capítulos previos han servido para presentar tanto el escenario como a los nuevos personajes. No a todos. “Iron in the Fire” es el episodio que va a encajar todas las piezas con nuevos fragmentos para pivotar todo el mecanismo que intuíamos pero, ahora, rota perfectamente. Sabíamos que Aayan Ibrahim era el sobrino de Haissam Haqqani y teníamos pendiente desvelar uno de sus secretos con ese ‘alijo’ de fármacos robados de la universidad, aunque todo lo anterior sea una maniobra de los guionistas para conducirnos al esperado golpe de efecto de la temporada. Ese ‘cambio de juego’ es, en definitiva, aquel que proporciona la ficción basculando y equilibrando perfectamente entre sus facetas de drama y thriller como pocas series pueden ejecutarlo en la actualidad. Si Saul dio Carrie las coordenadas para instalar un segundo puesto independiente a la embajada —trabajando con su propia gente como Max, Fara o el recién llegado Quinn— va a ser una porción moral perfecta para apuntar al personaje principal, esa zorra implacable y ‘Drone Queen’ constantemente abofeteada (púdicamente hablando) por sus compañeros, amigos y familiares. ¿Veremos alguna evolución y catarsis o seguirá huyendo de sí misma y su pasado?
Aayan es el objetivo pero también ese misterioso agente del ISI que ‘coordinó’ el asesinato de Sandy y que rápidamente John Redmond, el antagonista de Carrie dentro de la embajada en ese juego de despachos, identifica como Farhad Ghazi. Redmond tiene su propia agenda como seguir la pista de Carrie y sus investigaciones, queriendo tantear a los agentes de su jefa e incluso llevar a cabo una investigación paralela. ¿Con qué fines? ¿Quiere el puesto de Carrie o trabaja para alguien más? El sujeto, al vimos en los vídeos de Youtube gracias a las pesquisas de Quinn, no pertenece a la Inteligencia Paquistaní sino que es un capo local que actúa como mercenario para ciertas tácticas intimidatorias. “Iron in the Fire” nos va a presentar una dirección palpitante —cortesía de Michael Offer— muy en la onda de Paul Greengrass, utilizando planos inestables ubicados muchas veces en el punto de vista de vigilantes que acechan a sus objetivos. Para impulsar el argumento y potenciar a Aayan descubriremos que el padre de Kiran (¿su novia?) encontró su bolsa y la destrozó, denunciándolo a la universidad y siendo expulsado. El cúmulo de desgracias de ese superviviente bien pudiera establecer una comedia negra pero los guionistas han ido diseminando toda la información (y necesidades) de Aayan para conducirlo a la cueva de esa loba llamada Carrie Mathison. Quiere 80.000 rupias (500 libras) y nosotros sabemos el motivo pero no el porqué. Mientras Fara y Max actúan como agentes de campo siguiéndole sin que lo sepa y Quinn nos regala alguna secuencia aposentada en el género para poder clonar el teléfono de Ghazi, llegan nuevas caras y revelaciones para apuntalar la cuarta temporada de “Homeland”. ¡Y de qué manera!
Carrie quiere exprimir los contactos de inteligencia de Saul y prologará la estancia de su mentor dejando caer toda la conspiración alrededor de la muerte de Sandy. La pregunta es, ¿por qué? Carrie no quiere informar ni a Langley ni a la Casa Blanca dejando en evidencia ese habitual juego burocrático en el que se expulsan a diplomáticos sin que nadie sea identificado como responsable. A Carrie le importa una ‘shit’ Sandy sino la conspiración que huele detrás de toda esa putrefacta y pestilente cortina de humo y resulta incluso interesante que aquí no se plantee —en sus líneas de diálogo— la muerte de todos esos civiles en una boda. Recordemos: remordimientos cero, gracias a sus fármacos, máscara para dormir, jazz y copa de vino. Saul está preocupado por la falta de sentimientos de Carrie y va a dejar, al igual que Quinn, caer la bofetada moral sobre su mejilla. Nueva evocación y nota: Carrie es una máquina autómata, metáfora del sistema insensible que justifica el fin con los medios. Saul va a agitar la jaula mientras ellos ponen en su mirilla a Farhad Ghazi como parte de su plan. ¿Qué va a salir de todo eso? Lo primero es que ‘La Reina de los Drones’ ha engañado a Aayan con un asilo y plaza en la facultad de medicina de Londres ante la desaprobación tanto de Quinn como de Fara. De nuevo, el fin justifica los medios y Carrie sabe que ese joven es el ‘hierro en el fuego’ y que puede llevarle a una pista importante y vital. Será una ‘bitch’ pero su olfato nunca falla y es que descubriremos que Haissam Haqqani (Numan Acar) está vivo y es el objetivo de esa entrega de fármacos. Suprise Motherfucker!
Paralelamente, nos revelan a la rata (complemento de Corey Stoll). Se trata del Profesor Dennis Boyd (Mark Moses), esposo de la embajadora Martha, y los servicios secretos ¿paquistaníes? le tantean con una agente llamada Tasneem Qureshi (Nimrat Kaur). La aparición de Tasneem para reanudar el cambio de información clasificada a través de Sandy Bachman quiere continuar y Dennis se asusta. Tratará de huir de Islamabad y recuperar su antiguo trabajo a costa de amargar a su esposa… que está más preocupada por su matrimonio y su carrera que de ese tufo a coincidencia en todo el asunto. La decisión, por el contrario, hará que Tasneem emplee otros mecanismos más físicos y directos de chantaje ya que le amenazará con filtrar su traición y exponer la carrera de su esposa. ¿De verdad que el profesor se ha creído que esa femme fatale le dejará marchar una vez haya completado su misión? De momento, sabemos tanto como Dennis: una llave y muchos misterios y preguntas sin resolver. Saul, por su parte, se reúne con el antiguo General Bunny Latif y sale a la palestra las diferencias entre la Guerra Fría y la lucha contra esos terroristas que decapitan cabezas y causan terribles atentados con víctimas inocentes. Que “Homeland” se atreva a cuestionar el 11-S como conspiración americana-israelí para su cruzada contra el mundo islámico y, al mismo tiempo, quiebre la credibilidad de las otras mentiras de aquellos que portan tal argumento, es un interesante punto de vista. En ese mundo de farsas e invenciones donde los estadounidenses están siendo expulsados de Afganistán al igual que los rusos, Saul quiere hablar con alguien de la dirección del ISI y rentabilizar sus contactos y viejos favores. Allí se personará, cual capo de la mafia siciliana, Aasar Khan (Raza Jaffrey). El careo de Saul con una de las cabezas pensantes del ISI nos trae también parte de sus conflictos. ¿Quién habla ahí? ¿Saul Berenson, el ciudadano individual, el exdirector de la CIA o la mismísima Carrie Mathison? Saul, por el contrario, tiene más experiencia que el joven ambicioso y pudiéramos trazar aquí un cambio generacional en la propia “Homeland”. Saul mueve el avispero gracias al incidente con Sandy Bachman y la llamada a Farhad Ghazi no se hace esperar. ¿El problema? El teléfono clonado no depara ningún resultado y Carrie quiere detener al peligroso capo generando un enfrentamiento con directo Quinn. Queda claro que esta temporada está ideada sobre una Carrie amoral y directa y el resto de personajes golpeándola con claros argumentos para dirigirla por el camino más correcto. La llamada de Fara informando de que Haissam Haqqani sigue con vida cambia todo dejando en evidencia una confabulación entre los talibanes y la inteligencia paquistaní sin que conozcamos sus fines. La muerte de Sandy cobra sentido y el objetivo nunca estuvo presente en la boda para así fingir la muerte y levantando la persecución de la CIA.
Carrie necesita con más fuerza a Aayan y emplea sus técnicas de ‘bitch’. Que seduzca al joven en el piso franco contrasta con el diálogo que mantiene con Fara. Nuevamente, recibe su dosis moral… aunque Carrie le quiere utilizar como un perro de paja dentro de su juego maquiavélico para llegar a su tío, el yihadista Haissam Haqqani. “Homeland” confirma que ha hecho sobradamente los deberes para reformular una nueva serie y mutar con sus componentes pasados. Pudiéramos entender ahora la ficción como un juego de espejos sobre Brody y sus réplicas. Y Carrie, aquí, queda como una brillante bitch calculadora e indecente Un consejo, si te besa Carrie Mathison… escupe que ahí hay mucho veneno. Demasiado. Tanto, que te mata y te ata. Que no se extrañe la oficial de la CIA si una al levantarse se encuentra con una pintada del tipo indicado más arriba.
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