El universo de ‘American Horror Story’ ha llegado a su cita anual con Halloween y se esperan sorpresas anunciadas como el cover del tema de Lana del Rey ‘Gods & Monsters’. ¿Y, entonces, cuáles son los ‘Dioses y Monstruos’ de “American Horror Story: Freak Show”? Aunque Ryan Murphy y Brad Falchuk (entre otras muchas voces) nos habían revelado que estaríamos ante la mejor temporada (y habrá que esperar a su finalización para hacer una crítica objetiva), “American Horror Story: Asylum” queda muy lejos. Demasiado. Por el contrario, la serie tiene tantos y tantos alicientes para disfrutarla entre otros tantos monstruos (y monstruas). Jessica Lange es la diosa y Sarah Paulson es aquella que quiere desposeerla de tal condición, arrebatarla su trono desde que comenzaron a darle el protagonismo que se merecía. Las luchas de amor, odio, celos y arrebatos sentimentales entre Lange y Paulson son el eje sobre el que funcionan el resto de mecanismos y en el que las actuaciones musicales van a ser elementales para entender ese ‘freak show’ (en toda su extensión) que nos van a ir revelando Murphy y Falchuk en la cuarta entrega de la antología de ‘American Horror Story’. “Edward Mordrake: Part 1” es el tercer episodio de “American Horror Story: Freak Show” y primera parte de su especial de Halloween. Es momento de repasarlo.
Sabíamos que la inclusión del mito de Edward Mordrake no era casualidad para dar la bienvenida a Halloween en “Edward Mordrake: Part 1”. Su leyenda es la superstición de todo ‘freak show’ y Ethel Darling, que va a adquirir un gran protagonismo en el capítulo, nos explicará con pelos y señales la horrorosa historia de esa ‘abominación’ que no se sabe si es real o una leyenda urbana:
La historia, digna del mejor ‘hacedor’ de creepypastas, es lo mejor de “Edward Mordrake: Part 1”, que por fin nos presenta a esa pareja de timadores encarnados por Denis O'Hare y Emma Roberts. Stanley y ‘Maggie Esmeralda’ (con sus pelucas) no consiguen timar al ‘American Morbidity Museum’ aunque uno de sus miembros —conociendo su condición de falsos doctores— sugiere que si traen un espécimen real la recompensa será elevada. Quedan pocos ‘freak shows’ y Miss Esmeralda se hace pasar por una adivina para integrarse en el circo de los horrores como una más. Cuatro cosas:
a) La tensión sexual Jimmy Darling es inmediata y la disputa con las siamesas Tattler por esas manos de langosta (que dan mucho placer) aumenta con esa lapidaria frase: «Seguro que no es lo único que ofreces gratis».
b) Miss Esmeralda no es una asesina que vaya liquidando a freaks como cualquier cosa. Stanley, por el contrario, le anima indicándole una incuestionable verdad y ‘leitmotiv’ de la temporada: a esa sociedad biempensante e hipócrita no le importan nada los freaks y su desaparición. Sí enloquece y pone un toque de queda para proteger a los suyos… aunque todos sean, en el fondo, freaks. Prueba de ello bien pudiera ser las apetencias sexuales de Stanley y esa ‘sorpresa’ fuera de plano al bajarle los pantalones el chapero que ha contratado. ¿Será el martillo que le faltaba a Thor? ¿O tal vez sean dos?
c) Las aventuras de Dandy y Twisty the Clown pasan por reivindicar el papel de Patti Labelle dejando en evidencia el poco provecho que le sacaron a Stevie Nicks como bruja la pasada temporada. La sirvienta sabe que Dandy es un futuro sociópata que asesina animales y que su sobreprotectora madre tiene puesto en un altar y trata de comprar todos sus caprichos ante sus arrebatos y llantos inconsolables de bebé. Nora se va a enfrentar a Dandy disfrazado de payaso asesino. No por ser una pobre imitación de Twisty, su nuevo ejemplo mortal y destino a formarse como ‘psycho killer’, sino porque no tiene miedo y sabe que no tiene agallas para matar a una persona… todavía. Twisty seguirá haciendo de las suyas mientras la comunidad considera que el villano fue atrapado y los niños celebran Halloween. Como si fuera un homenaje a la imperecedera “La noche de Halloween” de John Carpenter, Twisty seguirá a su hogar a una niña con fobia a los payasos. Por suerte para la pequeña, el objetivo era su hermano mayor que se va a unir a Corey y Bonnie a la caravana de los horrores. Dandy deseando que empiece la fiesta y orgia de sangre. Por cierto, ¿y cuándo empezará? ¡Que empiece ya, que el público se va!
d) Elsa Mars es tonta. O chochea. O ambas cosas. Su entrevista con la adivina ‘Maggie Esmeralda’ más falsa que el acento ‘british’ de Wes Bentley se resuelve por esa lluvia de tópicos: vas a ser una ‘superstar’, Marlene Dietrich es una bitch ‘roba fama’ y un hombre guapo y moreno te llevará a la cima de tu carrera. Después de mojar sus bragas al no estar inventadas las compresas de Concha Velasco, decide enfrentarse a Bette Tattler y Dot Tattler y ratificar que ella es el ombligo más ombligo del ‘freak show’. Así le va… Y es hay que ser tonta (y vieja chocha) para pensar que vas a llenar el aforo del espectáculo teniendo un toque de queda y una maldición circense que te encoje los testículos al tamaño de la pepita del coño. Su cover de ‘Gods & Monsters’ de Lana del Rey se salda con la invocación de Edward Mordrake y, evidentemente, cero aplausos. ¡Hasta el fantasma huyó de allí ante tanta muerta de hambre (y gloria)! Mi apuesta personal es que los rollos y desequilibrios de las Tattler —sueños maravillosos para una, pesadillas para la otra en esa eterna dicotomía y lucha de caracteres antagónicos unidos fisiológicamente— se saldará cosiendo a Elsa Mars junto a las siamesas por ese gran e inabarcable ombligo de todas ellas. No obstante, esa secuencia pesadillesca con la que sueña Dot y enloquece Bette confirma que ambas hermanas están condenadas a una separación de la que únicamente sobrevivirá una de ellas.
Mientras que Meep —el asesino de pobres animales que obtuvo su merecido— consiguió su digno funeral, “Edward Mordrake: Part 1” nos presenta a Kathy Bates como reina de la función. Al enterarse por vía de un doctor —en una secuencia tan acojonante (a nivel dramático) como acongojante— que tiene cirrosis del hígado y que apenas la quedan unos meses (como mucho un año) de vida, decide volver al aguardiente y la botella de alcohol. Su problema y preocupación es el futuro de Jimmy. El regreso de su padre también genera un encuentro y conversación en la que se sincera con Dell Toledo y éste devuelve el gesto. El ‘hombre de acero’ del ‘Freak Show’ nos revela sus problemas con su mujer Desiree Dupree debido a su impotencia y el desenfreno sexual de la hermafrodita de tres pechos. Así explicamos las infidelidades previas de Desiree (puro deseo en ‘francés’) y que los celos de Dell no van a traer nada bueno a su relación. Sin Viagra que valga, Ethel Darling revela su estado de salud a su ex pareja y padre de su hijo para que sea el modelo a seguir y le empuje a establecerse entre esos dos mundos sobre los que oscila y se tambalea. El culebrón, de momento, en OFF. Ethel también tendrá que sincerarse ante la visita de Edward Mordrake (niebla verde y torturados fantasmas a juego) y así mostramos toda su triste historia, cómo pasó del éxito a querer abrazar la gloria con su marido Dell en Europa y su descenso a los infiernos regresando a EEUU. Ehtel nunca podrá superar haber condenado a su hijo desde su nacimiento ya que su marido se encargó de convertir su propio parto en un espectáculo de feria. No sabemos si Mordrake es el Papa Legba de la temporada pero su otra cara diabólica (y siempre sonriente) indica que Ethel no es la elegida. ¿Y quién será? Lo descubriremos en el próximo episodio tras ese «To be continued…».
Sabíamos que la inclusión del mito de Edward Mordrake no era casualidad para dar la bienvenida a Halloween en “Edward Mordrake: Part 1”. Su leyenda es la superstición de todo ‘freak show’ y Ethel Darling, que va a adquirir un gran protagonismo en el capítulo, nos explicará con pelos y señales la horrorosa historia de esa ‘abominación’ que no se sabe si es real o una leyenda urbana:
Edward Mordrake fue un aristócrata que vivió en la década de mediados de 1800. Él era heredero de todo tipo de títulos. Podría haber sido un duque o un señor o una mierda… si las cosas hubieran sido diferentes. Las cosas nunca son diferentes. Edward era un inglés de noble cuna, un hombre joven con logros finos. Él era un erudito. Él era un poeta. Músico de rara habilidad, pero tenía otro rostro en la parte posterior de la cabeza… horrible como un demonio. Nadie más podía escuchar lo que decía, pero susurraba a Edward incesantemente sobre las cosas que sólo se hablan en el infierno. Edward trató de matarlo. Muchas veces de muchas maneras diferentes. Pero esa cosa nunca moría. Él se volvió loco. Su familia lo había ingresado en un manicomio en Bedlam. A decir verdad, estaban muy felices de tener el monstruo de la familia desterrado y lejos de su vista. En la casa de locos, escribió poesía y trabajó en una ópera inacabada. Cualquier cosa para mantener su mente fuera los susurros del demonio, pero nunca tuvo ningún alivio. Le estaba diciendo que hiciera cosas. Ordenándoselas. Una noche, Edward escapó del manicomio y terminó en el lugar donde hemos acabado todos: en el freak show. Le apodaron como ‘El príncipe de dos caras’ y mostró todas las habilidades refinadas que había aprendido como el vástago de una de las grandes familias de Inglaterra. Había encontrado un hogar con otros como él pero, en realidad, no había nadie como Edward. Él no estaba contento. Una noche de Halloween, Edward destrozó todo, asesinó a cada freak de la troupe y, luego, se ahorcó. La leyenda dice que incluso en la muerte la demoníaca cara sonreía. Si alguien realiza un espectáculo de ‘feaks’ en Halloween, convocan el espíritu de Edward Mordrake y su media cara de demonio. Una vez que aparece, nunca deja a nadie solo. Esa cara susurrante elegirá un monstruo más para llevar con él de vuelta al infierno…
La historia, digna del mejor ‘hacedor’ de creepypastas, es lo mejor de “Edward Mordrake: Part 1”, que por fin nos presenta a esa pareja de timadores encarnados por Denis O'Hare y Emma Roberts. Stanley y ‘Maggie Esmeralda’ (con sus pelucas) no consiguen timar al ‘American Morbidity Museum’ aunque uno de sus miembros —conociendo su condición de falsos doctores— sugiere que si traen un espécimen real la recompensa será elevada. Quedan pocos ‘freak shows’ y Miss Esmeralda se hace pasar por una adivina para integrarse en el circo de los horrores como una más. Cuatro cosas:
a) La tensión sexual Jimmy Darling es inmediata y la disputa con las siamesas Tattler por esas manos de langosta (que dan mucho placer) aumenta con esa lapidaria frase: «Seguro que no es lo único que ofreces gratis».
b) Miss Esmeralda no es una asesina que vaya liquidando a freaks como cualquier cosa. Stanley, por el contrario, le anima indicándole una incuestionable verdad y ‘leitmotiv’ de la temporada: a esa sociedad biempensante e hipócrita no le importan nada los freaks y su desaparición. Sí enloquece y pone un toque de queda para proteger a los suyos… aunque todos sean, en el fondo, freaks. Prueba de ello bien pudiera ser las apetencias sexuales de Stanley y esa ‘sorpresa’ fuera de plano al bajarle los pantalones el chapero que ha contratado. ¿Será el martillo que le faltaba a Thor? ¿O tal vez sean dos?
c) Las aventuras de Dandy y Twisty the Clown pasan por reivindicar el papel de Patti Labelle dejando en evidencia el poco provecho que le sacaron a Stevie Nicks como bruja la pasada temporada. La sirvienta sabe que Dandy es un futuro sociópata que asesina animales y que su sobreprotectora madre tiene puesto en un altar y trata de comprar todos sus caprichos ante sus arrebatos y llantos inconsolables de bebé. Nora se va a enfrentar a Dandy disfrazado de payaso asesino. No por ser una pobre imitación de Twisty, su nuevo ejemplo mortal y destino a formarse como ‘psycho killer’, sino porque no tiene miedo y sabe que no tiene agallas para matar a una persona… todavía. Twisty seguirá haciendo de las suyas mientras la comunidad considera que el villano fue atrapado y los niños celebran Halloween. Como si fuera un homenaje a la imperecedera “La noche de Halloween” de John Carpenter, Twisty seguirá a su hogar a una niña con fobia a los payasos. Por suerte para la pequeña, el objetivo era su hermano mayor que se va a unir a Corey y Bonnie a la caravana de los horrores. Dandy deseando que empiece la fiesta y orgia de sangre. Por cierto, ¿y cuándo empezará? ¡Que empiece ya, que el público se va!
d) Elsa Mars es tonta. O chochea. O ambas cosas. Su entrevista con la adivina ‘Maggie Esmeralda’ más falsa que el acento ‘british’ de Wes Bentley se resuelve por esa lluvia de tópicos: vas a ser una ‘superstar’, Marlene Dietrich es una bitch ‘roba fama’ y un hombre guapo y moreno te llevará a la cima de tu carrera. Después de mojar sus bragas al no estar inventadas las compresas de Concha Velasco, decide enfrentarse a Bette Tattler y Dot Tattler y ratificar que ella es el ombligo más ombligo del ‘freak show’. Así le va… Y es hay que ser tonta (y vieja chocha) para pensar que vas a llenar el aforo del espectáculo teniendo un toque de queda y una maldición circense que te encoje los testículos al tamaño de la pepita del coño. Su cover de ‘Gods & Monsters’ de Lana del Rey se salda con la invocación de Edward Mordrake y, evidentemente, cero aplausos. ¡Hasta el fantasma huyó de allí ante tanta muerta de hambre (y gloria)! Mi apuesta personal es que los rollos y desequilibrios de las Tattler —sueños maravillosos para una, pesadillas para la otra en esa eterna dicotomía y lucha de caracteres antagónicos unidos fisiológicamente— se saldará cosiendo a Elsa Mars junto a las siamesas por ese gran e inabarcable ombligo de todas ellas. No obstante, esa secuencia pesadillesca con la que sueña Dot y enloquece Bette confirma que ambas hermanas están condenadas a una separación de la que únicamente sobrevivirá una de ellas.
Mientras que Meep —el asesino de pobres animales que obtuvo su merecido— consiguió su digno funeral, “Edward Mordrake: Part 1” nos presenta a Kathy Bates como reina de la función. Al enterarse por vía de un doctor —en una secuencia tan acojonante (a nivel dramático) como acongojante— que tiene cirrosis del hígado y que apenas la quedan unos meses (como mucho un año) de vida, decide volver al aguardiente y la botella de alcohol. Su problema y preocupación es el futuro de Jimmy. El regreso de su padre también genera un encuentro y conversación en la que se sincera con Dell Toledo y éste devuelve el gesto. El ‘hombre de acero’ del ‘Freak Show’ nos revela sus problemas con su mujer Desiree Dupree debido a su impotencia y el desenfreno sexual de la hermafrodita de tres pechos. Así explicamos las infidelidades previas de Desiree (puro deseo en ‘francés’) y que los celos de Dell no van a traer nada bueno a su relación. Sin Viagra que valga, Ethel Darling revela su estado de salud a su ex pareja y padre de su hijo para que sea el modelo a seguir y le empuje a establecerse entre esos dos mundos sobre los que oscila y se tambalea. El culebrón, de momento, en OFF. Ethel también tendrá que sincerarse ante la visita de Edward Mordrake (niebla verde y torturados fantasmas a juego) y así mostramos toda su triste historia, cómo pasó del éxito a querer abrazar la gloria con su marido Dell en Europa y su descenso a los infiernos regresando a EEUU. Ehtel nunca podrá superar haber condenado a su hijo desde su nacimiento ya que su marido se encargó de convertir su propio parto en un espectáculo de feria. No sabemos si Mordrake es el Papa Legba de la temporada pero su otra cara diabólica (y siempre sonriente) indica que Ethel no es la elegida. ¿Y quién será? Lo descubriremos en el próximo episodio tras ese «To be continued…».
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