Páginas Bastardas

viernes, 1 de agosto de 2014

Rush: Todo un ‘rush’ cerebral

Serie de TV
“Rush”
Canadá
2014

Sinopsis (Página Oficial):

Hace pocos años, Rush era un cirujano en las esferas de un hospital destacado de Los Ángeles trabajando junto a su padre, el Dr. Warren Rush (Harry Hamlin), y su mejor amigo, Alex (Larenz Tate). La carrera de Rush era una de las más prometedoras pero, además de eso, él estaba enamorado de su hermosa compañera Sarah Peterson (Odette Annable). En una noche fatídica su mundo se vino abajo: su posición en el hospital se dio por terminada, su relación con su padre acabó destruida y Sarah le dejó. A pesar de todo, Alex era el único en permanecer a su lado. Poco después, Rush comenzó un servicio médico particular, el tratamiento de su clientela inmaculada sin juicios o ataduras. La serie recoge los hechos seis años más tarde de la fatídica noche y sigue cómo el negocio poco ortodoxo de Rush próspera con la ayuda de su asistente inteligente Eva (Sarah Habel). Y con Sarah en Los Ángeles, una vez más, Rush intenta con todo su arsenal encantador de chico malo recuperarla… 

Crítica Bastarda:

Pocas veces una secuencia introductoria puede sentenciar a una serie de una manera contundente… y para mal. “Rush” arranca con su protagonista contemplando (más que acompañando) las esnifadas de cocaína a la sintonía visual Instagram y sonora de James Blake con ese temazo titulado ‘Retrogade’, que después de “The Leftovers” da la impresión de quedar condenado a ser el nuevo ‘Angel’ de Massive Attack. Cambiamos a la sobredosis y a la música clásica, a que ese juego entre una atractiva rubia que no es ‘muy’ famosa (pero quiere serlo) y un desconocido que es nuestro protagonista. ¿Será agente? ¿Abogado? No, es un doctor a golpe de desfibrilador para tratar de reactivar las neuronas de la audiencia un tanto perpleja con el nuevo juguete de USA TV. Nos da consejos como que no deberíamos usar billetes de dólar para esnifar coca porque las probabilidades de contagiarte de hepatitis C son elevadas y deja claro que en su reino es el gentleman e impecable príncipe de la función. He ahí el choque que produce “Rush”: pretende ser muy sofisticada y mostrarnos el reverso más oscuro de famosos, actores, deportistas y alta sociedad para acabar teniendo unos diálogos, traumas y conflictos plagiados de la peor versión del ‘Sálvame Deluxe’


Tomando prestados de Mob Doctor, Ray Donovan, “House” y cualquier serie de médicos (y de gente fashion), “Rush” nos lleva a la imagen del chico malo (con cuerpo e imagen de modelo) que ejerce su profesión médica en la sombra para saciar sus adicciones con sus elevadas tarifas. No falta la ‘chica’ como gran motor de cambios y evolución y evidente tensión sexual con su ayudante entre maltratadores, torsiones escotarles de celebridades de Hollywood, tanteos con la mafia y lujosos coches y mansiones. Warren Rush no es médico, es algo parecido… algo tremendamente risible y superficial. Es hora de colocar en el coche un CD de música irónica y feliz para mantener el tipo aunque todo sea un disco rayado incapaz de avanzar una pista… o simplemente permutar el cambio de James Blake a la música clásica, con ese talento y precipicio a la auto-destrucción. 


Rush” en cierta medida juega bajo la atracción de su carcasa y el repelús del vacío (y shit) que rellena todo su gran y abismal fondo. El show nos va a obligar a seguir los pasos de ese drogadicto mujeriego y algo canalla con impecable look y que se va a quitar su inmaculada camisa para lucir abdominal. Seremos arrastrados por esa elitista clientela de de Los Ángeles y por algún camino turbio entre esnifadas y amores imposibles. Sufriremos esa moral del antihéroe un tanto despreciable y poco lógica y, evidentemente, esos CDs caseros como fin de una broma y cita sórdida y con poco efecto. “Rush” no es nuestra droga… y me cuesta creer que pueda ser la de alguien con ese espíritu de la peor ficción (y fricción) de The CW con esa máscara de sexo, pasión, peligros surgidos del alterne barato de diseño y narcóticos para ¿atraer a alguna maruja que empatice por su adicción a los barbitúricos? Es tan hipócrita que el protagonista tenga la dicotomía de elegir entre el dinero o hacer lo correcto como que alguien pueda creerse una serie con tan poco cerebro. Todo un ‘rush’ en el encéfalo. Seamos irónicos y coloquemos el CD rayado resplandeciente... en el cubo de la basura catódico más cercano.

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