La segunda temporada de “Utopia” comenzó con un capítulo que desconcertó a propios y extraños. Se trataba de una gran flashback cuya funcionalidad era tanto de dotar de sentido esta entrega con un misterio pendiente de resolver (Philip Carvel hizo un ajuste en ‘Janus’ que solamente conocía él) como de dejar clara la mitología de la serie al descubierto y así potenciar a un personaje como el Sr. Conejo y vuelta de tuerca. Milner tiene una debilidad y no es otra que ese amor prohibido y perdido… del que únicamente tiene una conexión llamada Jessica Hyde. Tras 35 años de búsqueda, la gran villana puede poner en funcionamiento el plan de La Red para ‘castrar’ al mundo entero y dejar abierto un futuro a la civilización sin un efecto de superpoblación. Si bien el segundo capítulo de esta entrega nos dejó en el presente, con las pertinentes señales para construir y reamar el propósito tanto de “Utopia” como de sus personajes, Dennis Kelly ha decidido dar su particular golpe sobre la mesa en este tercer episodio que pasamos a repasar.
Todo volvió a comenzar pero es momento de saber qué personajes están en cada bando. Tal y como indica Arby, «No hay bandos, solo personas que te ayudan y personas que no.» porque en realidad la línea que te posiciona a favor de La Red —y su plan genocida (por necesidad para salvar al mundo)— o en la sombra de esos personajes a la deriva —víctimas del mismo y marionetas atrapadas en su destino—. Esos saltos ‘de red’ van a potenciarse en este tercer capítulo para dejar a los espectadores sin saber del todo la agenda personal que llevan a cabo todos ellos. Nos quedamos con Jessica Hyde y un velado plan de escape, del mismo modo que el argumento volvía a unir a todos los personajes gracias a la bolsa amarilla de Arby/Pietre. La Red, de la que ahora forma parte Wilson Wilson y sobre la que decide bastante la Fundación Rochane con la extravagante Leah al frente, quería quitar del medio a Christian Donaldson por saber algo. Nos enteramos de que Becky estaba con Donaldson y era el hombre para el que trabajó y por el que traicionó a su grupo de amigos. Donaldson es uno de los eruditos del síndrome de Deel y Becky necesita de su ayuda para poder sobrevivir… aunque tenga que pagar un alto precio por sus medicinas. La necesidad de Ian (y Grant) por hallar el paradero de su amante/amiga/madre, provocó que todos acabaran juntos y revueltos con el hombre que ocultaba el mediocre Tony Bradley. ¿Quién será ese viejo que habla en un lenguaje extraño y que conoce tanto de la enfermedad? ¿Qué es aquello que (des)conoce Donaldson y por lo que La Red le quiere muerto? ¿Arreglarán sus asuntos pendientes Ian y Becky? ¿Por qué Arby les ayuda a escapar? ¿Sacrificará su carrera política Geoff? ¿Dónde está esa ‘hija adoptiva’ de Michael Dugdale llamada Alice Ward? ¿Qué nos espera hasta ese V-Day en el que La Red ‘infecte’ a toda la población con un ajuste que todavía desconoce?
Podríamos resumir las líneas argumentales del capítulo en que un hacker y la bombilla encendida de Donaldson van a dar una pista a los protagonistas respecto al plan de La Red para que todo el mundo acuda en masa la vacunarse sobre ese brote mundial ficticio de la famosa gripe rusa. Evidentemente después llegan las revelaciones, los motivos por los que los personajes están en cada bando y la evolución del enfrentamiento a sus conflictos. ¿Qué quiere Jessica Hyde aparte de la libertad? El golpe de efecto de Dennis Kelly es dar sentido a la temporada y que ese vejestorio llamado Anton —al que no se le entiende nada— se revele para Ian y Becky como Philip Carvel dando empaque a todo lo mostrado previamente. ¿O no es una idea brillante que unos fans revelen la identidad de su autor por su arte? En el episodio, habíamos visto a Anton (Carvel) romper con sus extraños vocablos por un «Janus. Todos vais a morir» ante una imágenes de televisión y ese Grant con el conecta. Entendemos todo y no resulta extraño teniendo en cuenta de que Carvel pudo fingir su muerte y fue un cobarde hasta para quitarse la vida incluso en su locura y gestación creativa de la novela gráfica de culto que publicó bajo el nombre de Mark Dane. Recordemos que Jessica Hyde, su hija, no sabe nada del ajuste que realizó en ‘Janus’ y tampoco Donaldson. Era un punto muerto y Kelly ha querido dar hondura dramática y emocional a toda la conspiración. ¿Cómo reaccionará Arby al saber que tuvo delante a su padre? ¿O Milner al saber que su amor imposible sigue con vida?
Milner se va mostrar como un animal más débil con su punto flaco y no es otro que Carvel y ese remanente que le quedaba de él: Jessica Hyde. Sabemos que la chica tiene un plan de escape y lo comprobaremos cuando es enviada por Milner a que ‘extraigan’ de su cerebro toda la información. En rebanadas, claro. Conocíamos que Jessica había soportado sus torturas para ganar tiempo porque realmente desconoce el ajuste que hizo su padre sobre ‘Janus’ y finge una catatonia tras el mind-game que vimos en el pasado capítulo para que Milner piense que ha quebrado definitivamente su ya juguete roto. Hay sentimientos muchos más fuertes en todo el asunto. Milner se considera la madre, en cierta medida, de los hijos de Carvel y destinada a cuidar de ellos. Ahí aparece Leah como enlace con La Red y recordatorio de la visión de la organización para completar su plan. El tiempo apremia y el V-Day está más cerca presionado a Geoff para el anuncio inminente. Milner envía a la muerte a su hija por ese ‘bien común’ pero Jessica Hyde escapa aunque sea con trozos de sesos (y demás casquería) en sus fosas nasales. La cuestión es que Jessica tampoco está confeccionada simplemente para llevar esa información del ‘ajuste’ a los protagonistas sino para revelarnos que ese pequeña que tuvo que huir desde su infancia tiene sentimientos. Quería ser madre… pero su padre le negó tal condición al ser la portadora de ‘Janus’ y también da la impresión de que siente algo hacia Ian en esa secuencia hábilmente confeccionada como si fuera otra niña de un parque en un columpio. Una niña perdida que desea encontrar ahora su camino. El juego de esta temporada es que los personajes conocen información que desconoce el resto. Por ejemplo, Ian y Becky mantienen el secreto de la identidad de Anton al resto. Becky sabe que es el hombre que diseñó su enfermedad y, en realidad, el único que pude curarla. El egoísmo se impone de nuevo porque no es una serie sobre la épica o el sacrificio sino algo de tejidos más oscuros. El problema es que el informático al enterarse de la vinculación de la chica que ama con Donaldson rompe su silencio e informa a Milner para darse cuenta de que la provecta agente del MI5 está con La Red. A Ian le molesta más la ‘traición’ y mentira sobre las intenciones de Becky en la primera temporada que la revelación de una verdad un tanto escabrosa: la chica se acostó con Donaldson. La verdad es que da algo de repelús pero Ian se enfrenta a su enésima crisis sentimental. El ‘sentimentalismo’, de hecho, también es la perdición de Milner que desvela a Ian un detalle con el que desvela su bando… pero no su identidad. Carvel está vivo y Milner sabe que puede continuar con su plan… como si supiera que está condenada al reencuentro con aquel hombre al que amó y que la llevó a todo esa idea maquiavelista y oscura para dar un futuro a la humanidad a través de un gran genocidio premeditado. Todo ese empaque dramático se complementa con la referencia y la elección de casting, ¿o no es casualidad que el gran villano ‘alocado’ sea interpretado por Ian McDiarmid (Palpatine)?
Los chicos van a desvelar el plan de La Red gracias a Arby y llevarles a un joven hacker para que dé sentido a un encuentro que tuvo Donaldson que provocó su persecución por parte de La Red. El antiguo profesor de Donaldson, vinculado en el pasado a la temible organización secreta, se encontró con su alumno y le dijo completamente borracho una frase absurda: «Jimmy Deeshel es un hombre gordo». Recuerden que esto es “Utopia” y buscar algo en google puede matarte al localizar La Red tu posición rápidamente y saber que has buscado el fruto prohíbido. El antiguo profesor de Donaldson, de hecho, ya ha muerto en extrañas circunstancias y el joven hacker desvela que aquello que buscan es ‘Jimmy Deesh: L’, un proyecto de los 60 abandonado por la gente que diseñó el ébola y que ese ‘fat man’ de la cita hace referencia a la bomba lanzada por EEUU sobre Nagasaki. El plan de los villanos es dejarse de imposturas y virus ficticios: van a infectar con un brote de gripe altamente mortal a la población para que se lancen a los brazos de la vacuna con la proteína ‘Janus’ que garantice el plan completo. Millones de personas van a morir para dejar estériles al resto de supervivientes menos ese porcentaje escaso que perpetúe el futuro de la civilización. El problema es que tememos que el ajuste que hizo Carvel a su creación sea algo más chungo que ese ‘fat man’. ¿Estamos ante la precuela de “28 días después” y no nos hemos enterado? Arby pide identidades nuevas al hacker pero todo encajará en la recta final. Milner designa a Lee y Wilson Wilson para que ‘cacen’ a los protagonistas y su pasado provocará la previsible ruptura. Recordemos que ambos son causantes de las desgracias físicas ajenas y Lee haya una pista y deja en la cuneta a Wilson Wilson para descubrir que Arby era el responsable de esa ‘miga de pan’ y que acabó con el joven hacker y sus padres con una proposición para nada indecente sino lógica. Entregará al resto a cambio de que Amanda y a Tess, con nuevas identidades, queden a salvo de los planes de La Red. ¿Cambiará de idea al enterarse de que está con papá y su hermana está en camino? El cambio de bandos se completa con la revelación de que Dugdale trabaja para la red y entrega a una científica nerd con la que parecía conectar al descubrir la proteína en la vacuna. ¿Está siendo chantajeado? ¿Tiene que ver el velado paradero de Alice en el asunto? Para liar todo, Jessica Hyde acude al funcionario para cerrar un capítulo que nos revela que “Utopia” ha vuelto con sus toneladas de humor negro y, tal y como nos revela Lee en el arranque al quitar del medio al jefe de Ian, el suicidio (catódico) no va a funcionar.
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