Chasing Life: (Ex) becaria y con leucemia

Serie de TV

“Chasing Life”

EEUU

2014

Sinopsis (Página Oficial):

“Chasing Life” sigue a la veinteañera April Carver (Italia Ricci), una aspirante a periodista inteligente y perspicaz, que está labrando su camino ascendente dentro de un periódico de Boston tratando de impresionar a su riguroso editor. Cuando no persigue las exclusivas más candentes, April intenta equilibrar su ambiciosa carrera con su familia —su madre viuda, Sara, la hermana pequeña rebelde, Brenna, y su abuela—. Justo cuando las cosas empezaban a verse bien tanto en el trabajo como en casa y encontrarse frente al romance con un compañero del periódico, Dominic, April se encuentra con la devastadora noticia por parte de su tío distanciado de la familia: tiene cáncer.

Crítica Bastarda:

Con “Chasing Life” hemos llegado al nivel magnánimo de maldad por parte de los guionistas de la televisión norteamericana. ¿No era suficiente para la protagonista ser una becaria sin padre para que encima la endosen una leucemia? ¡ASESINOS! ¡HIJOS DE FRUTA! ¡PANDA DE CABRONES! Olvídense de los matices y madurez de “Con C mayúscula” o “Breaking Bad”, para codearse con el cáncer de su personaje principal como pieza fundamental dramática, porque esta serie de ABC Family es un culebrón en toda regla. La cuestión es que la carrera periodística de la sufrida April Carver la conduzca a un reencuentro con un tío con el que no se habla (Steven Weber) que es oncólogo (¡qué casualidad!) y que le va a dar la buena nueva por una rocambolesca entrevista. Mientras consigue ascender en su carrera profesional y dejar de ser una invisible becaria sin nombre, será incapaz de poder revelar a su familia su enfermedad. ¡Incluso a su mejor amiga o aquel que promete ser su churri! Pero no porque quiera… sino porque los guionistas han entrado en una fase de HIJOS DE FRUTA totales. 

La protagonista se lo quiere contar a su familia… pero:

— Su madre se apunta a una página de citas online para buscarse novio y triunfar en menos de 24 horas. Cuando está en casa se mete somníferos a mansalva para dormir sin que su niña pueda confesar su estado de salud. Ains.

— Su hermana es la típica chica rebelde y está siempre de resaca, metida con malas compañías… como el típico novio que la quiere como juguete para pasar el rato y por el que pierde las bragas una y otra vez.

— La abuela es una ludópata egoísta algo cotilla.

— Su mejor amiga se ha echado un novio de pocas palabras y no quiere parar de bailar (y bailar) en los locales más ruidosos de toda la ciudad o ponerse delante de coches patrulla con la sirena a tope cuando hablan por teléfono. 

— Acaba de ser ascendida de becaria y nadie se puede enterar de su enfermedad en la redacción. Su jefe deja claro que no quiere a nadie ‘enfermo’ allí. Hija, de una alergia a un leucemia… ¿no crees que hay algo de diferencia?

Después de semejante recital de estupidez (la protagonista tiene tiempo hasta de leerse un libro para revelar su preocupante estado de salud a su familia) llega un cliffhanger final en el que vemos que, en su visita en el cementerio para sincerarse (por fin) en la tumba de su padre, se encuentra con una posible hermana bastarda. WTF? ¿Trasplante de médula a la vista? En fin, que es un culebrón y, a juzgar por sus nefastos diálogos, poco o nada estilizado. Tampoco mejora demasiado el conjunto cuando las situaciones son de un vodevil cutre y barato del tipo: te escuché hablando por las escaleras de la oficina con un señor mayor que te decía «Te quiero» y pensaba que eras la amante de un hombre casado y mucho mayor que tú. En fin, estupidez total… en un mundo estúpido donde lamentablemente no falta el cáncer y gente estúpida que o no escucha o calla en silencio. Un mundo, en definitiva, hemorroide en plenitud. Y, por supuesto, con mucho guionista cabrón e HIJO DE FRUTA. Porque hay que ser HIJO DE FRUTA para escribir una serie así…

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