Hemos llegado a “Waterloo”, al séptimo y último capítulo de esa mid-season de “Mad Men” que marca la división de su séptima y final temporada. ¿Por qué ese título? ¿Es Don Draper Napoleón? ¿Sufrirá el exilio nuestro antihéroe definitivo tras la más dura de sus derrotas? No es que Matthew Weiner haya dado pistas definitivas en el regreso de Don a SC&P pero sí ha encajado y pulido toda la evolución de los protagonistas y sus arcos argumentales a la marcha del propio american-way-of-life y sus engranajes a finales de los 60. Todo comenzaba a quedar obsoleto y la llegada del ‘monolito’ informático a las oficinas estadounidenses no ha dejado de marcar los tiempos de una temporada corta, intensa y, de nuevo, excepcional en los márgenes de la gran televisión que podemos disfrutar este año. Weiner siempre planifica los season finale como si se tratara del último capítulo del drama que ha encandilado a la crítica y marcando una leyenda en los Emmys… y llegamos a “Waterloo” para confirmarlo, para preguntamos qué batalla importante y personal de los personajes de “Mad Men” será perdida o si nos espera alguna sorpresa de última hora. Es momento de repasar el mid-season finale de esta séptima entrega de la serie de AMC.
Si esta temporada ha estado marcada por la ‘evolución’ y la ‘revolución’, el despegue del Apolo 11 va a sentar las bases de otra aventura espacial de los protagonistas; una aventura que va a posicionarlos directamente frente a sus conflictos. Ted, por ejemplo, está agotado mentalmente y su malhumor durante un vuelo con algunos ejecutivos de Sunkist, al tratar el tema sobre el que gira todo (la misión a la Luna), apaga los motores… para que la histeria estalle. “Waterloo” va a generar la hipocondría de todo SC&P generando opiniones encontradas. Por ejemplo, el comportamiento de Ted no es suicida sino que refleja en parte su decadencia emocional al borde de la depresión. Ya no quiere seguir adelante… con su trabajo. Ese suicidio profesional contrasta con la carta que recibirá Don Draper de la mano de Jim Cutler, al perder Cigarrillos Commander de Philip Morris, despidiéndole por incumplir su contrato. La secuencia, no obstante, está mitigada por la presencia de Meredith aprovechando el momento de debilidad de su jefe (y de ella misma) para besarle. Como siempre, “Mad Men” bascula perfectamente el drama con humor o con notables recursos de guión. La carta (de)generará en un enfrentamiento entre Jim y Don, donde el cínico personaje que interpreta Harry Hamlin pondrá en su sitio a Mr. Draper tildando su aureola de misterio como una máscara para tapar que es un borracho, un matón y un jugador de fútbol americano con traje. Don provocará una reunión de socios en pleno pasillo para tener una de esas escenas made in SC&P. Recordemos que Roger y Pete son del ‘Team Don’ mientras que Joan y Bert son el contrapeso de la consciencia del pasado del protagonista. El pobre Harry todavía no es socio y su maltrato por parte del resto será remarcado a lo largo del episodio, dejando que la situación con el propio voto de Don quede a su favor. No sabemos si Joan sigue sin perdonar a Don su desliz que costó la cuenta de Jaguar que consiguió prostituyéndose o simplemente está harta de todos ellos. Tampoco es tan afín a Jim, recordándole en un tono sarcástico que nunca tuvo que haber enviado esa carta.
“Waterloo” va a propulsar, cual cohete, a todos los personajes y tramas haciendo que se enfrenten a sus conflictos y misiones emocionales. Tendremos en paralelo la llegada televisada a la Luna durante todo el capítulo y retazos de todos los frentes. Por ejemplo, el despertar sexual de Sally llegará en ese viaje a casa de Carolyn, una vieja compañera de cuarto de estudios, donde la hija de Don tendrá que ‘elegir’ entre el prototipo descamisado de adolescente y un nerd con telescopio. ¿A quién elegirá Sally? Su madre está orgullosa de su belleza y vamos a ver a la joven más guapa y arreglada que nunca para que esos contactos telefónicos con su padre nos lleven a un acto de ¿cinismo? Sally besará a Sean, el nerd, para dejar en ¿evidencia? al inexperto muchacho y que ella se fume un cigarro sin que sepamos sus sentimientos reales. ¿Sabía que su madre prefería a Neal al igual que el resto de los espectadores? ¿Trataba el asunto de tener el control? Sea como fuera, da la impresión de que Matthew Weiner tenía que dar también un cierre y sentido a las historias de los Francis/Draper y la miga realmente está en la situación vital de Don que se va expandiendo al resto de personajes. En el caso de Peggy tendremos un contacto de la creativa con un obrero de mantenimiento llamado Nick que estaba en su casa haciendo que consiga su número de teléfono para algún trabajo… mientras que Julio, el hombre actual de su vida, también nos dice adiós porque su madre ha conseguido un nuevo trabajo en Nueva Jersey. Aquí se halla la catarsis emocional de la propia Peggy con ese hijo al que nunca ha visto crecer y que ‘abandonó’ por su trabajo. Peggy va a recobrar todo el protagonismo y confianza en el viaje que realiza junto a Pete, Harry y Don a Indianápolis para conseguir la cuenta de Burger Chef. Una cadena de acontecimientos, habitual en ese cosmos de llamadas e imprevistos habitual de la serie, va a provocar que finalmente ella tenga que exponer la estrategia y no Don. Peggy se enfrentará a sus temores pero la confianza de Don en ella es otro de los alicientes para que Peggy lo borde y consolide sus propias dudas y deficiencias vitales como parte de esa necesitada mesa familiar de los Burger Chef. ¿Prueba superada o seguimos en ese trabajo eterno en progreso?
Don también va a atravesar por su propia catarsis confirmando que la relación con Megan ha acabado… pero por parte de su mujer. Su inminente despido provocará su ‘exilio’ a Los Ángeles haciendo que el silencio telefónico y una copa ejerzan de recursos de guión para plasmar que todo ha acabado y de manera ¿satisfactoria? por ambas partes, pese a tener lágrimas por medio. Bert es la pieza clave del capítulo y realmente abre y cierra el mismo en ese viaje espacial que finalmente se ratifica con su propia muerte. La última conversación con Roger será terapéutica para el único viejo socio que queda en pie de la antigua ‘Sterling Cooper’. Roger nunca fue un líder aunque poseía el talento, la habilidad y la experiencia necesaria en el mundo publicitario y con la muerte de Bert es momento de serlo. Sobre todo teniendo en cuenta que el pérfido Jim quiere aprovechar la situación para mirar al futuro de la agencia con Harry como socio y la visión de la informática como herramienta. Roger tendrá que realizar su misión a la luna y pasa por reunirse con el pez gordo de McCann-Erickson y llegar a un acuerdo con ellos. La idea es ser un subsidiaria independiente y McCann está encantado siempre y cuando tengan a todo el equipo de Chevy: Roger, Jim, Ted y, por supuesto, Don. Roger quería cortar aquí su vinculación con Jim y Ted pero para General Motors Don y Ted son una única persona y un excelente equipo. Roger se reunirá con Don a su regreso de la presentación de Burger Chef para dejar claro que las máquinas no sustituirán a sus trabajadores y su maniobra pasa por exponer los millones de beneficio que supondría la compra del 51% de la empresa por parte de McCann. Pete y Joan están excitados con el asunto y el problema es Ted, que vive un vacio creativo y existencial que será utilizado por Don para repasar el suyo propio y revelarle qué se encuentra al final del abismo. La inseguridad de Ted para volver a todos los niveles contrasta con el posicionamiento final de Jim, que levantará la mano al final reconociendo que es mucho dinero. El humor no debe faltar en “Mad Men” pese a que el pobre Harry estará llorando con tanto desprecio… ¿y un futuro divorcio al no conseguir ser socio?
Es momento de comunicar a todos los empleados los cambios en SC&P dentro de esa misión a la Luna en paralelo mientras que Peggy revela a Don que han conseguido a Burger Chef fundiéndose en un abrazo. Don no se queda, tiene que trabajar… y el elemento será utilizado para formalizar la despedida de Bert con un «Don, my boy». Matthew Weiner quiere utilizar la secuencia tanto como un adiós a Robert Morse y una intromisión de un género que no había tocado en su serie. Bert y sus calcetines, acompañado de algunas secretarias, realizará un número musical dejando claro que ‘las mejores cosas de la vida son gratis’. Don se conmoverá tanto que sus lágrimas y encuentro onírico harán que tenga que sentarse en la mesa de su secretaria. Don ha tenido su ‘visión’ y en el 2015 comprobaremos si está finalmente loco y acaba regalándole su pezón a Peggy o volviendo por todo lo alto al mundo de la publicidad. Sabemos que no es el caso ni el primer encuentro ‘fantasmal’ de esa cabeza de nuevo en ebullición. ¿Y por qué ‘Waterloo’? Realmente la otra despedida de Bert dejaba claro que todo hombre que retorna de su exilio siempre acaba perdiendo su gran y vital batalla. ¿Está condenado Don Draper o su capacidad de reinventarse, de ceder su legado a Peggy y de llegar finalmente a su soñada redención le han transformado en su mejor versión? La cuestión, como nos dejó claro Bert, es la lealtad… aunque sepamos que la posible batalla esté perdida y Weiner ha optado por dar un halo de esperanza ante la tragedia general y los avances tecnológicos y sociales que orbitan alrededor de sus protagonistas. Nos vemos en 2015, Don Draper.
A continuación, todas las reviews de la primera parte de la séptima y última temporada de “Mad Men”:
✍ (7x04) The Monolith: Es hora de evolucionar Don Draper
✍ (7x03) A Field Trip: ¿Todo el mundo odia a Don? ¿A Lou? ¿¡O a Betty!?
✍ (7x02) A Day's Work: Este será nuestro año
✍ Comienza la séptima y última temporada de Mad Men
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Uno de los mejores episodios de la Serie. Sin duda alguna.
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ResponderEliminarCOMENTARIO SIN SPAM: Mad Men es una serie que en cada temporada me ha sorprendido. Es una excelente propuesta de televisión, espero esta segunda temporada y última sea lo que tanto hemos esperado.
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ResponderEliminarCOMENTARIO SIN SPAM: Mad Men es una serie que en cada temporada me ha sorprendido. Es una excelente propuesta de televisión, espero esta segunda temporada y última sea lo que tanto hemos esperado.
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