Muy buenas noticias para “The Americans”, FX ha renovado el drama de espías por una temporada más haciendo que Keri Russell, Matthew Rhys y Noah Emmerich (junto al equipo de guionistas) tengan ‘trabajo’ extra. Con la tercera entrega se confirma el futuro de una de las series con mejores críticas del 2014 junto a “Hannibal” y “Juego de Tronos”. Mejores incluso la primera parte de la última temporada de “Mad Men” y la nueva niña bonita de la cadena de cable donde marcan unos flojos datos los espías rusos: “Fargo”. Evidentemente el reconocimiento de la prensa especializada y constar como uno de los mejores shows en televisión actuales (a la espera de confirmar en Emmys y Globos de Oro) ha provocado una decisión un tanto dubitativa para los seguidores de la serie. Sus nominaciones/premios en los BTJA, TCA o Sindicato de Guionistas han facilitado una decisión de la que nos alegramos desde este bastardo blog. Ahora es momento de repasar “New Car”, octavo capítulo de la segunda temporada de “The Americans”.
Seguimos con la tónica de la serie de separar los universos que propician Keri Russell (Phillip) y Matthew Rhys (Elizabeth) a aquellos que marca Noah Emmerich (Stan). Posiblemente la secuencia en la que se cruzan los patriarcas en sus respectivos coches marque el estado de la serie: el FBI va en sentido contrario a los agentes del Directorio ‘S’ pero no a los del KGB. Vamos a tener mucho más de Andrew Larrick y a recuperar Lucia para plantear un mar de paralelismos en las misiones que llevarán a cabo Phillip y Elizabeth y que en ellos mismos se proyecten los riesgos del (contra)espionaje. Digamos que Joseph Weisberg, aparte de potenciar la familia (dejamos a Paige para que también Henry ocupe un sitio dramático), quiere dejar al espectador la reflexión sobre las víctimas inocentes (o no) de las acciones tanto de los soviéticos como de los norteamericanos en la Guerra Fría. De momento, nos distanciamos del asesinato de Emmett y Leanne (y de Claudia) para ceñirnos a ese juego de monstruos y difusos planteamientos morales tan habituales en “The Americans”.
El juego de despachos entre la Rezidentura, Nina, Oleg, Arkady y el FBI con Stan (junto a esa línea de interconexión con Phillip en esa secretaria llamada Martha) va a seguir en paralelo a los espías protagonistas. “The Americans” ha decidido cambiar la mecánica para potenciar otros factores sabiendo que puede volver a sus anteriores mecanismos para formular un thriller. Vamos a proseguir con esa ‘llamada y respuesta’ una vez sobrellevado por Nina el truco de ‘apretar el ano’ (y abrirse de piernas) para llevar el detector de mentiras a un nuevo nivel en su operación/relación con Stan. No obstante, el peso de “New Car” lo lleva ese Camaro que seduce a Phillip y que trasladará a un debate al matrimonio: su vida es su trabajo y, por lo tanto, ¿no pueden disfrutar del american-way-of-life? ¿O la rigidez de su tapadera evita la felicidad de sus hijos (religión, videojuegos, etc.). Lucia, la joven espía sandinista en busca de venganza contra Larrick, va a ejecutar el paralelismo entra la decisión que tendrá que tomar tanto Elizabeth al deber decidir entre la vida del militar de alto rango y su compañera que no parará hasta completar su satisfacción personal. Larrick proseguirá dando pie a la operación Martial Eagle como último trabajo con los soviéticos mientras Elizabeth verá como Lucia muere delante suya anteponiendo los intereses de Unión Soviética a los propios. Phillip tendrá también que ver si sus sentimientos sobre Martha facilitan el paso siguiente a la manipulación que quiere llevar a cabo al querer dejar de espiar a sus propios compañeros. Finalmente Phillip parece levantar el pie mientras Elizabeth lo pisa más fuerte si cabe. Ambos secuestrarán a un conductor de un camión para usar el mismo para acceder al parque nacional donde se encuentra el campamento del Martial Eagle. Desconocemos si no matarlo supondrá consecuencias y recordarnos al trabajador que les brindó los mapas de la hélice…
La serie va a pasar a la Unión Soviética para que veamos un encuentro entre el científico Anton y Vasili, ambos desterrados a su propio país como castigo aunque con diferencias. Que Visili le muestre el cuadro de datos que vimos colocar a Phillip en el pasado capítulo para retomar su proyecto, puede que marque el futuro o también nos dé pistas de las técnicas de contraespionaje que utilizó EEUU. Es tiempo de aviones invisibles y una posible misión para investigar a dos empresas que trabajan en la fabricación del mismo. El problema es que EEUU ha plantando muchos planos falsos para provocar terribles consecuencias a aquellos que se atrevan a robarlos. Kate informará a Phillip que los planos de la hélice que robaron fueron falsos y que 160 hombres perecieron en el submarino donde fue probado. La notica deja devastado al matrimonio de espías rusos y esperan que la operación Martial Eagle demuestre la hipocresía estadounidense al mismo tiempo que Ronald Reagan da un discurso por televisión. Una hipocresía que hábilmente se traslada a la Rezidentura al comprobar en una conversación entre Arkady y Oleg que el fallo que provocó la muerte de 160 camaradas en el submarino fue más técnico (no midieron el propulsor suficientemente) a la excusa (oficial) de disponer de los planos equivocados. Parece que ambos hombres ahora dirigen las operaciones aunque se espera apuñalamiento por la espalda… Al que están apuñalando constatemente es a Stan, ya que al no poder acabar con Oleg sigue la burocracia y su petición sobre el Departamento de Justicia es rechazada para investigar la desaparición del científico. Cada vez se encuentra más distanciado de su familia y la burocracia va a frustrarle. Si en la pasada temporada quedó con un hipócrita en ésta va a ser una víctima en los planes de la Rezidentura para utilizar como agente activo afín a sus intereses. ¿Acabará cambiando de bando y trabajando junto a Phillip y Elizabeth? ¿Eso no sería fuerte o coherente dentro de La Guerra Fría? A la espera de la enésima posible reconversión de “The Americans”, Henry va a ser la catarsis en los posicionamientos de Phillip y Elizabeth al ser descubiertos por los vecinos al quedarse dormido jugando al videojuego. El pequeño sabe la diferencia de lo correcto y lo incorrecto y su error no hizo daño realmente a nadie. Parece que las lágrimas y las frases de Henry ejercen de catarsis sobre sus padres aunque nunca podamos afirmar si una persona es buena o ‘una especia de criminal’ cuando ejerce de espía (y asesino). ¿Están nuestros espías cansados de matar? ¿De ser esas malas personas manipuladas a conciencia y sacrificadas por una causa cada vez más borrosa? ¿Nos está sirviendo también ver los paralelismos entre la frustración de Stan y Phillip y Elizabeth para determinar quiénes son las víctimas y verdugos de una historia oscura repleta de grises y tonalidades? La reflexión, como siempre, la ejerce el espectador.
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