Con el estreno en EEUU de la segunda temporada de “The Americans” (que está cosechando excelentes críticas) es momento de repasar esa primera entrega tan sólida, completa y con unos admirables márgenes de calidad. Y es que la serie ha plantado en nuestros televisores una de las ficciones con mayor futuro y crecimiento dentro de la presente y competida era de grandes series. “The Americans” tenía una sombra peligrosa de sospechas llamada “Homeland” como tendencia catódica imprescindible y el halo cinematográfico del resurgir, a golpe de calentamiento en microondas, de la Guerra Fría con títulos tan dispares como “Misión imposible: Protocolo Fantasma”, “Salt”, “Iron Man 2”, “La sombra de la traición”… Matthew Rhys y Keri Russell están ansiosos, al parecer, de tener trabajo estable. Gracias a “The Americans”, nueva ficción de FX, pueden que tengan serie para rato. Está claro que la cadena de cable no quiere ser una tercera o cuarta en discordia y está lanzándose a revolucionar la competencia con series claves en la comedia norteamericana como “Louie”, en el género de terror como “American Horror Story” o ficciones fuera de lo común (y con focos de público muy amplio) como “Wilfred”, “Sons of Anarchy”, “Justified” o “Legit”. “The Americans” quiere ofrece algo nuevo sobre lugares comunes previos volteando la historia y dotándola de una inusitada y peligrosa perspectiva. Después de sus primeros trece primeros capítulos se puede afirmar alto y claro que esta serie ha llegado para quedarse.
Los iniciales destellos sobre algunos absurdos y numerosos flashbacks explicativos, que dejaba el piloto, podrían despertar cierto escepticismo pero, pasada la carta de presentación, va desarrollándose una gran serie que vuela en paralelo de “Homeland”. Ni ritmo, ni estética, ni personajes… y ni siquiera trasfondo son iguales que a la serie que protagonizan Carrie Mathison y Nicholas Brody. La familia sí es una pieza fundamental en el día a día de esa pareja de espías soviéticos infiltrados en Washington DC durante los años 80 y el misterioso Directorio ‘S’ tiene suficiente bazas y juego colateral para crear una serie con proyección de futuro. Es cierto que el matrimonio de espías rusos está un poco como Pyotr por su casa maquinando infinidades de conspiraciones ante su propio vecino de enfrente, el agente del FBI que tiene que cazarlos… y que también rompe los moldes y clichés preestablecidos sobre su personaje. Por encima de ese choque inicial de planteamientos en posiciones diferentes entre Elizabeth (Keri Russell) y Philip (Matthew Rhys) sobre el american way of life, enseguida comprobamos que el potencial de suspense y drama se juega en una balanza de intrigas, engaños y daños (y víctimas) colaterales.
“The Americans” apunta directamente a la familia norteamericana como fábula y crítica de la farsa del sueño americano. Un matrimonio de espías que se replantea pasar a la realidad con su mentira mientras enfrente el agente del FBI que debe capturarlos está desconectado completamente de la suya. Los espejos que utiliza la serie pasan a un segundo plano ya que el objetivo es garantizar un ‘entretenimiento’ como misiones imposibles y un juego de espionaje inteligente que ofrece contraplanos de la Rezidentura soviética y la sede del FBI. El tablero está dispuesto en un movimiento de fichas que denotan que la venganza, como el buen vodka, se sirve fría… y “The Americans” funciona por contrastes de interés y desaliento a partes iguales, dejando el conjunto más cercano a la comedia negra que a un drama funcional con espías rusos; donde el frío muchas veces no es soviético ni el calor la fogosidad patriótica norteamericana. Una guerra más sucia que fría va a ser revelada y desmigajada, pero el acierto de la serie, aparte de dirigirse al gris por encima de blancos y negros, es que la multitud de personajes y el juego de espionaje y contraespionaje deja un poso de incertidumbre en el espectador: ¿quiénes son los buenos y los malos de la historia?
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