Título original: “The Last Stand”
Director: Kim Ji-woon
EEUU
Director: Kim Ji-woon
EEUU
2013
Sinopsis (Página
Oficial):
Atormentado por la culpa tras una operación fallida, el sheriff Ray Owens (Arnold Schwarzenegger) deja su puesto en la división de narcóticos del Departamento de Policía de Los Ángeles para trasladarse a la tranquila localidad fronteriza de Sommerton Junction, donde el crimen no abunda precisamente.
Pero esta existencia apacible se ve truncada cuando Gabriel Cortez (Eduardo Noriega), el más destacado capo del narcotráfico del hemisferio oeste, efectúa una espectacular y sanguinaria huida de un convoy penitenciario del FBI.
No se puede
culpar a las viejas glorias de regresar a la gran pantalla para mostrarnos arrugas,
carnes fofas, artrosis y hacer caja para poder pagar a las enfermeras más sexys del asilo. La acusación carece de sentido, además, si la vieja gloria en cuestión
nos dijo tiempo atrás que ‘volvería’. La vuelta con (re)vuelta de Arnold Schwarzenegger no han sido
realmente sus apariciones en las dos primeras partes de “Los mercenarios” sino el espíritu que ha impuesto “El último desafío” de Kim Ji-woon: un western clásico tonal y
crepuscular que homenajea sin pudor a “Rio
Bravo” con Somerton como paisaje y espejismo y esteroides de condimento
perfecto. Si bien el actor que epató a generaciones no es John Wayne, trata de envejecer en pantalla lo más dignamente
posible. En esta película lo ha conseguido.
El choque
entre Gabriel Cortez (Eduardo Noriega),
en plena huida amplificando los resortes del género, y su banda de letales esbirros
con un pueblo fronterizo en el que parece no pasar el tiempo, provocará un
enfrentamiento a vida y muerte. Schwarzenegger
nunca se ha caracterizado por sus registros y su apatía delante de la cámara
es visible y constante. Puede que el director de “A Bittersweet Life” y “Encontré al diablo” hubiera encontrado el perfecto vehículo en otro actor ‘más en
forma’ y que no se arrastre por la pantalla como si estuviera magnetizado al
suelo. El carisma y la nostalgia son las vías de escape que dejan la propuesta
a merced de fans y haters mientras que Kim
Ji-woon se dedica a los suyo: trazando buenas secuencias de acción y clímax
originales, sin hemoglobina que falte con la intención de marcar distancias y
diferencias con esos personajes y tramas arquetípicos (y tópicos).
Desde un
museo como carta de amor balística, el filme siempre ha decidido no
tomarse en serio a sí mismo. Si de Terminator pasó a The Governator, ahora Schwarzenegger requiere amarrar un
regreso sólido para volver a engatusar al pasado y al futuro a través de algo
más que un simple repaso al museo de cera. Tal vez nunca vuelva aquel
superhéroe de antaño que deba enfrentarse en la actualidad a gánsteres despiadados y limpiar el
nombre de los buenos emigrantes. “El
último desafío”, que funcionaría mucho mejor como un fan-made-film, tiene que ser vista como una comedia negra con sus
guiños y referencias al western clásico, que tantea sin dificultad lo ridículo
con lo inverosímil entre clichés insoldables. Es posible que funcionara mucho
mejor como un homenaje radical a la
sudorosa Serie B en plan grindhouse
como “Machete” de Robert Rodríguez y Ethan Maniquis. De momento, nos quedamos con esa parodia andante que
protagoniza Forest Whitaker y un
baño de sangre en plan shoot-em-up tan divertido como explosivo y eficaz.
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