“Mi semana
con Marilyn”
Título original: My Week with Marilyn
Director: Simon Curtis
Reino Unido
Director: Simon Curtis
Reino Unido
2011
Sinopsis (Página Oficial):
A principios del
verano de 1956, la estrella del cine norteamericana Marilyn Monroe pisó
por primera vez suelo británico. Recién casada con Arthur Miller y
coincidiendo con su luna de miel, Marilyn llega a Inglaterra para rodar “El
príncipe y la corista”, el film que le haría compartir escena con el
célebre Sir Laurence Olivier, legendario actor británico de teatro y
cine, que protagonizaba y dirigía la cinta. Ese mismo verano Colin Clark,
un joven de 23 años, pisaba un set de rodaje por primera vez. Recién licenciado
en Oxford y aspirante a director, aceptó un trabajo de ayudante de producción
en el set de “El príncipe y la corista”. Cuarenta años después
explicó sus experiencias durante los seis meses de rodaje en un libro
autobiográfico: ‘El príncipe, la corista y yo’. Pero en el libro se
omitía lo que había pasado durante una semana. No fue hasta años
después que Clark reveló, en una secuela de su autobiografía llamada “Mi
semana con Marilyn”, lo que de verdad ocurrió en esos siete días que
compartió con la mayor estrella de todos los tiempos. La semana que él pasó con
Marilyn.
De la reseña para Cinema ad hoc.
Si tuviera que resumir en 140 caracteres una
película como “Mi
semana con Marilyn” no
me quedaría más remedio que hacerlo de la siguiente manera: «Un pagafantas, que
sueña trabajar en la industria del cine, planta a Hermione por los por
los morros de Marilyn y una erección al baño María». Así de simple,
quitando el mayor peso (y poso) salvable del filme de Simon Curtis,
llamado Michelle Williams. Simplemente está espléndida como Marilyn
Monroe. Sólo los invidentes pueden negarlo. Es cierto que Michelle
Williams no es la hermana gemela de uno de los símbolos sexuales clave del
siglo XX, pero sus gestos y encarnación traspasan la pantalla. Hace, por
momentos, que cualquier espectador olvide el rostro original y lo identifique
en el de la actriz que saltó a la fama catódica por “Dawson crece”. Además, si
alguien me dice una posible buena intérprete para encarnar a ‘la Monroe’ que no
sea Naomi Watts, a la que veremos en “Blonde” a las órdenes de Andrew Dominik,
que hable ahora o que se pinte de carmín sus labios para callarse para siempre…
De Oscar... aunque se lo birlen junto al carmín |
Muchos se harán la pregunta de cómo es posible
que con este material únicamente se haya conseguido un escaso puñado de
nominaciones a los Oscar y BAFTA. Harvey Weinstein, ese señor al que le
dedicaron tantos Globos de Oro en la última gala como pelos tenía en su barba,
también está metido aquí y todo el mundo sabe que olfatea el éxito… Aunque, ¿en
dónde no está involucrado cuando se trata de premios conducidos por una
alfombra roja? “Mi
semana con Marilyn” se confirma como una película de
apariencias por su aparente presunción de éxito. Me imagino a Weinstein
y los demás productores asociados frotándose las manos cuando se plantearon el
proyecto: una película sobre las novelas-diarios de Colin Clark
alrededor del mito de Marilyn Monroe en el rodaje de “El príncipe y la corista”. Un
casting con Michelle Williams y Kenneth Branagh, la competencia
de Judi Dench y la mirada del mito desde la inocencia del primer amor de
Eddie Redmayne… harían el trabajo. Los elementos perfectamente
dispuestos en esa mirada metacinematográfica sobre una de las estrellas
indiscutibles de Hollywood detrás de las bambalinas, que en esa apariencia
parece directa al camino del éxito y del recuerdo. Nada más lejos de la
realidad, “Mi semana con Marilyn” es
una insustancial e imperfecta película construida sobre clichés del mito de Norma
Jeane: abandono de sus padres y parejas, miedos interiores, consumo de
barbitúricos a discreción, inseguridad para tomar la rienda de sus papeles y,
en definitiva, de una persona atrapada en un papel que tenía que interpretar
cada día para sobrevivir y condenarse a sí misma.
Tensión matrimonial |
El mayor enemigo de “Mi semana con Marilyn” es,
por lo tanto, un imperfecto y ramplón libreto que desestructura la narración a
base de tópicos: el primer amor de un enamorado joven que se encuentra delante
del mito y conecta con esa ‘diosa griega’ sentimentalmente desde su minúscula
mortalidad, aunque con ello quede ciego para ver a otro amor más auténtico y
palpable. Parece que el suelo sobre el que está construida la película de Simon
Curtis es un tambaleante decorado de cartón piedra a punto de derrumbarse y
sobre el que están unos extraordinarios Michelle Williams y Kenneth
Branagh. La película, ante la desintegración de la historia, se convierte
en un objeto al control, absoluto de su actriz principal haciéndose con la
pantalla en cada uno de sus planos. Su interpretación me parece monumental y
por encima de los premiados lloriqueos de Viola Davis o los kilos de maquillaje
y peluca conservadora de Meryl Streep. Pero la otra ‘apariencia’ es la
que manda cuando se abre un sobre para indicar el nombre de una premiada.
Billy Wilder siempre dijo que trabajar con Miss Monroe fue un infierno: era incapaz de decir sus frases y el genio tenía que es esconder por todo el decorado y atrezo notas con sus diálogos. Como bien dijo el director de “Con faldas y a lo loco”, su madre podría hacerlo mucho mejor… pero nadie quería ver a su madre sino a Marilyn. En la película se trabaja sobre esa incapacidad y bloqueo de la estrella por miedo, aunque finalmente siempre aparecía la capacidad natural de Norma Jeane para devorar la pantalla y besarla con un carmín llamado talento. La propia película parece, por momentos, leerlo y las mejores secuencias son precisamente en las que el admirador y la estrella comporten momentos de intimismo y alegría sin importarles nada a su alrededor. ¿Sería, por lo tanto, la perfecta historia para Sofia Coppola y el relamido esteticismo sobre lo etéreo?
Resultado final: icono del Siglo XX |
El protagonista afirma ser un don nadie y
efectivamente parece ser así a nivel biográfico. Dedicó su vida a hacer
películas documentales y trabajar para televisión y, tal y como reconocen los
títulos de crédito finales, no tuvo relevancia hasta que a mediados de los
noventa publicó ‘El
príncipe, la corista y yo: los diarios de Colin Clark’, sacando
a relucir las bragas de una señora famosa como mal caballero inglés. En el año
2000 salió a la luz “Mi
semana con Marilyn” y dos años después murió… En 2004
se hizo una adaptación en formato documental titulada ‘The Prince, the Showgirl and Me’ que, al parecer y juzgar, no
tuvo relevancia. “Mi semana con Marilyn” de Simon Curtis mantiene la maldición de Colin
Clark vigente: nadie se acordará de las pecas, ojos como platos y sonrisa
de Eddie Redmayne sino del mito al que mira enamorado
a través del proyector.
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Scarlett Johansson aparte de Naomi Watts es una buena opción, ¿no?
ResponderEliminarDaniel
Hola Daniel!
EliminarSon las dos opciones viables pero ninguna realmente se parece físicamente a Marilyn. O eso creen mis ojos. ;)
Gracias por el comentario y saludos!
La protagonista es muy buena actriz, se le ve buena actriz, pero no he visto a Marilyn en ella en ningún momento. Marilyn era toda ella sensualidad cosa que en esta actriz la sensual. La mandíbula y la mirada de Marilyn eran únicas y èsta actriz se parece más a Renè zelvager ( creo que se escribe asi, no lo se )
ResponderEliminarEs un reflejo de la insuficiencia de conseguir la plenitud por todas las limitaciones de los mortales
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