“Polisse”
(2011)
Francia
Director: Maïwenn Le Besco
Sinopsis (Página
oficial):
La rutina diaria para los policías
de la Unidad de Protección de menores del Departamento de Policía: arrestar
pederastas, perseguir carteristas menores de edad y discutir problemas de pareja
a la hora de comer; interrogar a padres maltratadores, recoger declaraciones de
los chicos, hacer frente a los excesos de la sexualidad adolescente, disfrutar
la solidaridad con los colegas y reír descontroladamente en los momentos más
insospechados. Sabiendo que lo peor existe y viviendo con ello, ¿cómo mantienen
el equilibrio entre sus vidas privadas y la realidad que afrontan cada día de
trabajo? Fred, el hipersensible chico para todo
del grupo, va a pasarlo mal enfrentándose al escrutinio de Melissa, una fotógrafa con el encargo del
Ministerio de documentar la Unidad.
De la reseña para Cinema ad hoc.
La primera imagen que viene a la
cabeza sobre “Polisse”
es la de Maïwenn Le Besco recogiendo su Premio del Jurado en el
pasado Festival de Cannes entre sollozos y prácticamente ininteligibles
palabras. Un reconocimiento no exento de polémica porque muchas reacciones tras
ver su filme allí no fueron precisamente positivas. Se le acacharon problemas
de forma con sus parecidos razonables a “La clase” (Palma
de Oro en Cannes) de Laurent Cantet y “Ley 627” de Bertrand Tavernier. Y esa forma
precisamente hace que tal vez los méritos de su fondo no salgan a flote
correctamente. La mirada es pretendidamente documentalista y la propia Maïwenn
Le Besco se reserva un papel como fotógrafa que sigue a esa unidad del
Departamento de Policía de París especializada en menores. No obstante, la
directora y escritora del filme cita como referencia los documentales de Virgil
Vernier sobre la policía.
La mirada de la cineasta: desde el silencio |
Creo que la visión de la autora del
filme parte desde su silencioso personaje como espectador y al mismo tiempo ojo
que pone el objetivo de la parcialidad de la historia. ¿Qué interesa de un
departamento que tiene que lidiar con violencia sexual, explotación, malos
tratos, etc. con menores? Ser parte de ellos en ese día a día conlleva
enfrentarse a casos escabrosos y momentos extremadamente duros pero el humor se
convierte en la única arma que encuentra la unidad para combatir con la miseria
humana a la que se enfrentan en su jornada de trabajo. Es un proyecto valiente
y arriesgado aunque con referentes obvios. Maïwenn Le Besco ha trabajado
con completa libertad investigando y creando posibilidades en la historia. En
una de las primeras versiones del guión los personajes que protagonizan la cinta
se convertían en policías corruptos y cometían un atraco para huir a Las Vegas y gastar todo el botín.
Con las posibilidades que le ofreció el seguimiento a ese reparto coral se
completaron 150 horas de material rodado listo para montar, que fueron reducidas
a poco más de dos.
Casos de menores sobre menores (no recomendados para menores) |
Pasando al fondo a “Polisse” se le etiquetara como un
filme policial (y de policías) sobre abusos a niños y pedófilos pero se volverá
a la forma… del fondo. No sé si la cinta de Maïwenn Le Besco quiere
entablar un debate como proponía la cinta de Cantet o, por el contrario,
simplemente dar forma a un tema controvertido y normalmente enfatizado hacía el
drama con aspavientos de telefilme. La pedofilia, como los delitos y
declaraciones mostrados sobre menores, son retratados desde el punto de vista
del delito, del delator y del delatado criminal. Ese diario nos mete de lleno
en ese día a día de unos policías pero también pone rostros a víctimas y
verdugos. El punto de vista también establece en algunos casos un previo a modo
de incursión en los hechos para después pasar a su lado documentalista y
enfrentar los testimonios frente a la cámara en los interrogatorios. Se le
puede criticar que muestre pero, después, no desarrolle ni se moje en un
planteamiento que quiere ser pretendidamente simplista e incluso esquemático.
Tal vez la imposición de ese día a día pasa al espectador sea el objetivo de la
cineasta. Realmente el trabajo de esos policías es ese… No existe una conexión
posterior con los verdugos o víctimas, simple desconexión para no acabar
hospitalizados por depresión terminal. Meramente
trabajan en numerosos casos de manera rápida y la involucración personal no
tiene cabida; el espectador, al igual que los protagonistas, queda excluido de
esa otra historia posterior que vivan los denunciantes y denunciados.
Operación Policial: héroes anónimos y odiados por el pueblo |
El grupo es retratado como un clan
familiar juega con la práctica imposibilidad de conciliar la vida personal y
familiar. Presenciamos cómo dan todo lo mejor de sí para poder ejercer lo mejor
su profesión y ser unos anónimos héroes diarios que ofrecen lo mejor de sí
mismos (y dejando lo peor en su vida personal) para recibir cierta
incomprensión social e incluso palos secos desde sus superiores con una cierta
crítica a la burocracia. Dentro de esa brigada, que defiende los derechos de
los menores, nos encontramos con innumerables problemas familiares y personales,
matrimonios rotos, problemas de anorexia, amores imposibles y otros probables. La
película parece vivir de anécdotas reales y el nacimiento que origina la obra
procede de un documental televisivo sobre el tema que retrata. Y precisamente
esa compensación entre la vida privada y profesional lo que convierte en interesante una propuesta que
divaga entre la comedia y el drama que imponen esos casos basados en hechos reales.
La propia cineasta se ha basado en los hechos que ella misma presenció cuando
estuvo junto con el departamento de policía que retrata o en historias que le
contaron los oficiales. Tal vez esa apreciación de los casos quiere extenderse
a la totalidad social que quiere plasmas: desde un incesto de las clases más
altas hasta la explotación de niños para ser carteristas. Su gran mérito es
creerse a los actores (todos están esplendidos) pero a esos secundarios
aparentemente anónimos que parecen sacados de la calle y ofrecen una cara del
dolor o la ignorancia. Lo que no he cogido es su final, en montaje paralelo,
que nos ofrece dos caras tal vez de una misma moneda: la sonrisa ante la
tragedia y el suicidio de una parte de la sociedad al sentirse aislada. ¿Las
víctimas del silencio?
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