Páginas Bastardas

miércoles, 25 de julio de 2018

Un toque de violencia: La violencia como liberación y pecado de la sociedad

“Un toque de violencia”
Título original: “Tian zhu ding (A Touch of Sin)”
Director: Jia Zhang Ke
China
2013

Sinopsis (Página Oficial):

Un minero indignado se rebela contra la corrupción imperante en su pueblo. Un emigrante que vuelve a casa para Año Nuevo descubre las infinitas posibilidades de un arma de fuego. Una guapa recepcionista de una sauna llega al límite cuando un cliente rico la agrede. Un joven obrero va de trabajo en trabajo intentando mejorar su vida. Cuatro personas, cuatro provincias. Un retrato de la China actual, un gigante económico erosionado lentamente por la violencia.

Crítica Bastarda:

Considero fundamental enlazar cualquier texto sobre “Un toque de violencia” de Jia Zhang Ke con las propias notas del director:
La película se basa en cuatro muertes, cuatro incidentes que realmente tuvieron lugar en China en los últimos años, tres asesinatos y un suicidio. Ocurrieron en Shanxi, Chongqing, Hubel y Guangdong; en otras palabras, de norte a sur, abarcando gran parte del país. Quise usar estas noticias dispersas para realizar un amplio retrato de la vida en la China contemporánea. China sigue cambiando con gran rapidez, y parece más próspera que antes. Sin embargo, mucha gente se enfrenta a una crisis personal debido al desigual reparto de la riqueza y a la creciente disparidad entre ricos y pobres, la violencia se incrementa. Obviamente, la violencia es el recurso más rápido y más directo del que disponen los pobres para recuperar la dignidad perdida. Aunque no consiga explicármelo claramente, estas cuatro personas y los incidentes que protagonizaron me recordaron a las películas de artes marciales de Hu King. Me he inspirado en las artes marciales para construir estas cuatros historias modernas. Los dilemas a los que debemos enfrentarnos han cambiado muy poco a través de los siglos. También creo que es una película acerca de las conexiones ocultas entre personas, lo que me empuja a hacerme preguntas sobre la forma en que nuestra sociedad ha evolucionado. En esta sociedad «civilizada» que ha tardado tanto en evolucionar, ¿qué une realmente a una persona con otra?

Planteemos “Un toque de violencia”, por lo tanto, desde la esencia de su propio título español y traducción de ese otro pecado. ¿El ser humano está ligado a la violencia como su mayor pecado? ¿Es aquello que une a una persona con otra en esta sociedad «civilizada» que ha tardado tanto en evolucionar? Vayamos a la violencia sobre la propia vida, a esa gran novela que siempre ha construido Jia Zhang Ke para retratar los cambios sociopolíticos de ese gigante con pies de barro. Precisamente asociamos el cine asiático contemporáneo con la violencia de triadas o yakuzas y artes marciales y el propio espectador da la impresión de condenar a una cinematografía a sus espectáculos más viscerales. Estas cuatro historias rompen esa dinámica aunque queden integradas en la brutalidad pero superponiendo un retrato surrealista sobre lo cotidiano, sobre la complejidad de las personas al sufrir el desconsuelo. 


Las historias se suceden pero no están conectadas aunque si enlazadas con determinados elementos coincidentes donde la conclusión, a modo de epílogo, da la impresión de entrelazar las mismas. Todas ellas acaban en un torrente de violencia o revelan que la violencia es la solución al conflicto, donde el individuo se evapora y el riesgo crece. Volvemos a esa transformación del gigante con pies de barro y, en paralelo, a las de las personas que tratan de habitarlo. Esa sociedad contemporánea que ha pasado del ‘zen’ al ‘sin’ como gran virus que crece en la injusticia y la privación de la libertad, como si estuviéramos condenados a revelarnos ante la infamia y opresión. Puede que Jia Zhang Ke se muestre en este film más crítico que de costumbre y quiere enmarcar esos cuatro inquietantes actos de violencia tanto como un contra-plano a la audiencia y trasladando el wuxia a un entorno contemporáneo donde tengan que pasar de seres anónimos a una especie de caballeros portadores de la violencia, sin carácter estético o pictórico sino en su vertiente más destructiva con un trasfondo teatral. Posiblemente esa ira física sea la forma de liberación de la sociedad aunque implique su propio suicidio, su propio pecado. 

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