Páginas Bastardas

miércoles, 14 de enero de 2015

Agent Carter (1x03) Time and Tide: En las sombras


Que nadie se vuelva un hipócrita o tergiverse la verdad. En lo referente a datos de audiencia, “Agent Carter” está más cerca del fracaso que del propio éxito. Otra cuestión es que maticemos sus ratings y los entendamos como paralelismo del único (y gran) problema que tiene Agents of S.H.I.E.L.D.la noche de los martes: rechazo de los espectadores y su imposible perdón por pecados pasados sin añadir la carencia de un lead-in que garantice alguna posibilidad de repunte. Dentro de esos matices nos encontramos al aumento de audiencia extra con grabaciones o que sus demográficos mejoren netamente la perspectiva general. La realidad es que el season premiere de “Agent Carter” no apasionó tanto como lo hace un nuevo trailer de Avengers: Age of Ultron. Otra cuestión es que —del mismo modo que la segunda temporada al servicio de Coulson y los suyos— Peggy Carter esté haciendo los deberes para ofrecer un show sólido que nos sirva multitud de easter eggs y fabrique con calidad la mitología alrededor de la agencia del universo Marvel. “Time and Tide”, tercer capítulo de la primera temporada de la propuesta ‘limitada’ de ABC, va a profundizar en el drama, pasado y psicología de los protagonistas. 

El mejor resumen del capítulo doble que formó el season premiere de “Agent Carter” lo hace la propia protagonista: «Soy Peggy Carter. Durante la guerra, combatí codo con codo con el Capitán América. Derrotamos al enemigo pero perdí al amor de mi vida. Trabajo para la SSR, la principal agencia de inteligencia encubierta de América. Pero ahora que la guerra ha terminado los parámetros de mi misión estos días son… diferentes. Todo cambió cuando un viejo amigo me pidió que me convirtiera en doble agente…». Ese viejo amigo era Howard Stark, que se transformar en un fugitivo de la justicia desde que alguien robó en su cámara acorazada y comenzó a vender sus invenciones más destructivas en el mercado negro. Peggy se convierte en la única que puede limpiar el nombre de Stark y su ‘mayordomo’ Edwin Jarvis le ayudará en lo que pueda… Aunque hallaron al hombre que robó los inventos de Stark, era parte de la cadena de una gran conspiración al servicio de Leviatán. Carter tiene únicamente un símbolo como pista y debe ser esa agente doble antes de que la SSR la descubra tanto a ella como a sus amigos. “Time and Tide” va a jugar bastante con el suspense del doble juego que lleva Peggy frente a esos compañeros de trabajo que la tratan como una simple secretaria. También con esa necesidad de la agente por conseguir el respeto de esos hombres y el conflicto y balance de ambos posicionamientos. ¿Puede convertirse su búsqueda de atención en el arma que éstos necesitan para hundirla? 


Aunque “Time and Tide” tiene alguna pelea —que no está a la altura de anteriores enfrentamientos— el peso lo lleva esa línea argumental de suspense para conocer más el pasado de Edwin Jarvis y el conflicto propio de Carter: toda aquella persona que se acerca a ella muere. ¿Podrá abrirse ante esa nueva amiga llamada Angie Martinelli? Precisamente la secuencia de apertura traza el elemento de misterio para revelarnos que no es el material con el que puede estar amenazada Peggy. Miss Carter puede sentirse segura en ese edificio en el que ningún hombre puede subir por encima de la primera planta. ¡Ni el mismísimo Harry Houdini, oigan! Subir, subir… pueden subir… pero las consecuencias son fulminantes. Que se lo digan a la pobre Molly, cuya visita de su novio supone el adiós de ese edificio exclusivo de señoritas que no es diferente a Fort Knox o Alcatraz. Esas líneas de ironía nos llevan a la presentación de Dottie Underwood de Iowa como nueva residente en el Griffith. Apostamos a que es de las malas… La llegada de Dottie se produce en un momento de tensión entre Angie y Peggy: la primera quiere que la segunda le cuente su día a día pero la segunda no quiere contar nada a la primera y guardarse todo hasta reventar. Peggy finalmente se abrirá a Angie para compartir el dramón y la muerte de uno de sus compañeros de trabajo aunque, en realidad, estemos ante un componente claramente cómico para compensar la seriedad que se impone en el tono habitual del show. Por cierto, ¿y quién muere? 


Jack Thompson informa a Roger Dooley de todo acerca Leet Brannis y que da la impresión de que se han apropiado de la identidad de personas fallecidas años atrás. El hombre del traje verde es la clave y esa misteriosa máquina de escribir se desconoce qué capacidad de transmisión tiene. ¿Hasta Moscú o la Atlántida? Sabíamos que la matricula encontrada entre ese amasijo de metal iba a llevar al SSR a Stark y va a interrumpir la investigación de Peggy en la bóveda asaltada. Jarvis será llevado al centro para ser interrogado y aquí aparece un elemento con el que no contábamos: fue acusado de traición y Thompson le presiona duramente con la deportación tanto para él como de su esposa. Peggy está allí y Jarvis está cerca de revelar todos los secretos que también la expondrán. Peggy tendrá que ser Peggy y la imagen de aquella agente inepta e incompetente que hecha todo a perder y revela a Jarvis que no tienen nada para retenerlo. Ante esa caída directa hacia la ausencia completa de respeto por parte de sus compañeros, ésta ve una salida al descubrir en su investigación de la bóveda de Stark dónde se encuentran los objetos sustraídos. Aquí todo es un tanto evidente y Jarvis actúa como parte de la audiencia: no tiene sentido que Carter se apunte alguna clase de tanto respecto a la recuperación de las armas al tener que exponer también su traición. ¿Y qué clase de traición cometió Jarvis? El mayordomo y compañero de aventuras de Carter falsificó la firma de un general con el fin de salvar a su esposa judía durante la guerra. Howard Stark fue fundamental para salvar a ambos de tan complicada situación y ahora entendemos toda la conexión de dichos personajes y que el pobre Jarvis tenga que ejercer de ‘Geoffrey’ a perpetuidad. La ruta de escape por las alcantarillas, esa noche de lluvia en la que se cometió el robo, lleva a Carter y Jarvis a encontrarse con el símbolo de Brannis en un barco que se encuentra en el puerto de la ciudad. Todo es un poco obvio y sabemos que alguien con sombrero les vigila en la distancia… como si hubiera calculado previamente su movimiento. Sí, se trata de una trampa y allí aparecerá un matón para poner en aprietos tanto a Peggy como Jarvis aunque, de nuevo, el recurso de salvación estuviera un tanto masacado. Carter tuvo que declinar de su gloria a favor de Sousa y la recuperación de las armas por parte del SSR nos lleva al impactante cliffhanger: Krzeminski llevaba al sospechoso al centro de Reserva Científica Estratégica y éste comenzó a cantar… aunque los guionistas han pensado un método simple de mantener el suspense. Sí, matar a ambos a manos de ese misterioso hombre de sombrero al corriente de todo. ¿Quién será el traidor? Porque es un traidor, ¿verdad? A nadie le caía bien Krzeminski y su muerte deja impactados y tristes a todos. ¡Hipócritas! De acueeeeeeeeeeeeeeeeeeeerdo, son los ‘buenos’ y son personas. Jo, que era Krzeminski. ¡Qué buen tipo! ¡Qué tolerante, honesto, sensible, respetuoso y educado! ¡Yo también lloro! Iros a la mierda, que si hubierais votado voluntariamente para quitar a uno del medio, Krzeminski hubiera conseguido el 99% de los votos. Hail HYDRA! Hail HYDRA! No obstante y que conste, Howard Stark es el gran villano para SSR… Menos mal que Angie está allí para dejar claro que desgracias hay en todas partes y que un poco de Schnapps aminora tanto drama. De momento, la agente Carter sigue en las sombras y entendemos que hasta que no resuelva la conspiración y limpie el nombre de Stark no conseguirá el reconocimiento que merece. El de Krzeminski, desde luego, ya no le hace falta. ¿Llorará realmente por eso Peggy? 

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