Todo el cuarto episodio de la octava y última temporada de “Juego de Tronos” se podría resumir en un vaso de café (de Starbucks para más señas) que apareció en una secuencia. Se trata de un gazapo, de un fallo de raccord. En cierta medida, “The Last of the Starks (Los últimos Stark)” ha sido considerado como un desliz (e imperdonable equivocación, según se mire) para muchos de los seguidores del espectáculo de HBO. Si tomamos como referencia la web Imdb, comprobaremos que estamos ante el capítulo peor valorado de toda la serie. Y no por el vaso de Starbucks… En realidad, esta entrega definitoria se está quedando muy lejos de la expectación con la que se había anunciado y es cierto que a la propuesta ya no se le perdona cualquier mínima controversia que pudiera generar. Considero que, en este punto, la culpa la podría tener irónicamente la falta de material por parte de George R. R. Martin. No existe una base para poder comparar aquello que están realizando David Benioff y D.B. Weiss y, por lo tanto, nada está asentado en estas actuales arenas movedizas argumentales. No hay posibilidad de comparaciones… por el momento. Las quejas sobre “The Last of the Starks (Los últimos Stark)” residen seguramente en ciertas proposiciones narrativas discutibles y ciertas prisas por acelerar la trama. Irónicamente no es la primera vez (y dudo que sea la última) en la que los escritores del espectáculo conducen la trama a giros de guion arriesgados y difícilmente justificables. Recordemos que ya en la anterior entrega se realizaron estudios, desde un punto de vista sardónico y humorístico, de la velocidad de los dragones o las gélidas temperaturas que podían soportar los protagonistas. Inclusive, las elipsis utilizadas en “The Winds of Winter” (6x10) fueron criticadas… aunque los mismos (?) votantes que encumbraron aquel mítico season finale a ser considerado uno de los mejores episodios de la serie en Imdb. Repasemos, ahora, aquel que ya tiene la etiqueta del ‘peor’ del espectáculo… con o sin vaso de Starbucks.
“The Last of the Starks (Los últimos Stark)” comienza con un funeral para darnos cuenta de la pérdida que han sufrido los protagonistas ante la ya finalizada batalla contra el Rey de la Noche. Sobrevivir ha tenido un precio emocional y la caída de secundarios de la talla de Lyanna Mormont, Jorah Mormont, Beric Dondarrion, Theon Greyjoy, Edd… En cierta medida, aquí observamos una serie de grupos dentro del bando de los personajes que van a enfrentarse a Cersei Lannister. El juego de tronos todavía continúa y nadie está libre de pecado tras esa despedida teñida de lágrimas en la que cada protagonista despedirá a alguien como precio a pagar. Derrotar al Rey de la Noche se ha cobrado un precio y, asimismo, el episodio desea brindarnos un aire a una especie de funeral irlandés, donde los personajes coman y beban y decidan romper su silencio por la celebración de la vida. Posiblemente, Daenerys inicie ese consenso al proclamar a Gendry como Lord y cerrar cicatrices entre las casas residentes en la velada. Es un movimiento inteligente aunque, sin embargo, sabemos que los escritores han planificado la obsesión de la Targaryen para sentarse en el Trono de Hierro el material perfecto para profundizar en el enfrentamiento de Sansa con aquella que desea hacerse con el control de los Siete Reinos. Es seguro que la idea de que una ‘extranjera’ venida a gobernar a aquellos que ya han sufrido a muchos tiranos y locos aporte ese contrapeso para revelar una especie de maldición. Al igual que su hermano, Daenerys muestra sus cartas y va a quitarse la máscara para mostrar que está dispuesta a pagar cualquier precio para conseguir su fin. El impedimento principal pudiera ser el amor… y observará, dentro de esa puesta en escena (con vaso de Strabucks por medio) que está sola en esa batalla.
La verdad sobre el linaje de Jon Nieve se interpone irónicamente entre los movimientos emocionales de Daenerys. ¿Está dispuesta a sacrificar incluso al amor para poseer el Trono de Hierro? ¿Estamos ante otra nueva profética traición? Jon, asimismo, está movido por su corazón y será incapaz de cumplir la promesa realizada a la Rompedora de Cadenas, revelando la verdad a sus ‘hermanas’ Arya y Sansa. Dentro de ese juego de caída de piezas de dominó, quebranto juramentos, Sansa se verá imposibilitada para no utilizar el arma de destrucción masiva que puede frenar las aspiraciones de Daenerys Targaryen. Con la verdad mostrada a Tyrion (e indirectamente a Lord Varys), el arco argumental nos vuelve a posicionar a esos asesores que tratan de frenar a la dragona que tiene dentro aquella que supuestamente iba a liberar a Poniente de la tiranía. ¿Los reflejos de su padre (y hermano) se revelan en su conflicto para no convertirse en otro monstruo? La Madre de Dragones está dispuesta a lanzar a la cara de los espectadores, que confiaban en ella, el vaso de Strabucks. ¿Se trata de otra ‘errata’ que será borrada esta vez con efectos digitales en los próximos libretos? Lord Varys, sin embargo, se posiciona en contra de aquella que puede convertirse en una nueva tirana y está dispuesta a acabar con Desembarco del Rey y los inocentes que residen en su interior con tal de sentarse en el Trono de Hierro. ¿Y si el final de “Juego de Tronos” fuera irónicamente la destrucción de ese codiciado asiento construido acertadamente por espadas? Sea como fuera, Tyrion está dividido dentro de una nueva dicotomía y la pérdida de Jorah Mormont pudiera acentuar el (precipitado) paso al lado oscuro de Daenerys por necesidades del guion de cara a la recta final. ¿Será el elegido aquel (Jon Nieve / Aegon Targaryen) que rehuya de ser el ‘elegido’? ¿No es acaso una pista que la heroína para derrotar al Rey de la Noche haya sido una ‘outsider’ como Arya Stark? ¿También será clave Perro para acabar con Cersei junto a aquella joven que, sardónicamente, ahora vuelve a su lado para iniciar una nueva aventura juntos? Quizás Sansa ya inoculado ese sentimiento de cambio en todos ellos con sus acciones… La sangre, al fin y al cabo, es sangre y Perro ha de ajusticiar a aquel hermano que rompió tal regla primordial.
Hasta que Daenerys da el paso adelante para tomar Desembarco del Rey y destronar a Cersei, considero que “The Last of the Starks (Los últimos Stark)” resulta muy atrayente. Incluido ese arte de errar, como el vaso de Starbucks a modo del mejor ejercicio involuntario de ‘product placement’ visto en televisión en mucho tiempo. Los escritores rompen con las tensiones sexuales latentes del pasado. Que Tyrion utilice un juego para beber, y así sonsacar que Brienne es virgen, da paso a que Jaime por fin decida amar a otra mujer que no sea su hermana. Tal vez la reasignación de Tormund sea una (auto) lectura para los espectadores al otro lado de la pantalla: no nos queda otra que permanecer impasibles ante las decisiones de los personajes que han estado tantos años en el espectáculo de HBO. ¿Siempre encontraremos consuelo en otro lado o acabaremos como Fantasma? Puede que una joven norteña y el regreso al ‘hogar’ sea la clave para quitar de la ecuación a los salvajes y despedir a aquellos que huían del poder del invierno y el Rey de la Noche. No obstante, el episodio sigue recurriendo a la ruptura dentro de las relaciones amorosas iniciadas en la presente temporada. Es cierto que Cersei desea utilizar su maternidad para atrapar a Euron en sus redes y, de este modo, replicar la farsa que vivió junto a Robert Baratheon. Esta vez quiere rescribir su propia historia siendo ella aquella que lleve las riendas pero, nuevamente, parece que aquel juego de tronos iniciado tras descubrir su incesto —e ideado anteriormente por Meñique— vuelve a dejar claro que nunca será la protagonista de los actos forzados por terceros. Nunca será libre. El resto de parejas dan la impresión de estar conducidas a un mero acto también de apariencias. Arya nunca será la dama que Gendry desea, Brianne llorará desconsolada ante aquel hombre que ama y que nunca podrá apartarse del influjo de su hermana y, evidentemente, el romance de Jon y ‘Dany’ va a acabar en toda una tragedia griega con o sin embarazo (de dragones) por medio. ¿Será capaz de acabar la Khaleesi con su enemigo legítimo a ocupar el Trono de Hierro? ¿Buscarán una solución de consenso para apagar el fuego interior para conseguir el poder por parte de Targaryen? ¿Será un posible embarazo de ésta la vuelta de giro hacia su misión por no convertirse sarcásticamente en una tirana para librar a Poniente de la tiranía?
Por necesidades también del guion y parte de una manifiesta ruptura, “The Last of the Starks (Los últimos Stark)” separa en dos bloques principales a la armada que desea destronar a Cersei Lannister. Daenerys y Tyrion navegarán hacia Rocadragón mientras que Jon y Davos conducirán al ejército por El Camino Real. Quizás, en este punto, tanto Daenerys como los escritores deseen tomar atajos y se hayan topado con desagradables sorpresas. La jugada argumental pudiera ser tan previsible como arriesgada al planificar Euron Greyjoy una emboscada en alta mar… si tal opción fuera viable. ¿Otro gazapo más del episodio? Todo esto es debido a que el líder de la Flota de Hierro ha planeado esconderse en unas rocas —y rezar para que la visión aérea de Rhaegal y Drogon (o la propia Daenerys) no le delate—. Con una precisión quirúrgica —y sacando una irrepetible tirada de crítico letal todos los tiradores de las ballestas gigantes que diseño Qyburn— Rhaegal caerá abatido al mar por golpe de magia. Pese a la ira de Daenerys y su intento de utilizar a Drogon frente a la marina de guerra de Euron, su retirada acaba siendo el movimiento más sabio frente a la destrucción de todos los barcos Targaryen por esas letales armas que parecen dar una nueva dimensión a la última batalla de la serie. Es también un movimiento narrativo muy arriesgado que Euron solamente se conforme con capturar a Missandei y deje al resto de importantes personajes del conflicto llegar a costa tras el naufragio… La recta final tampoco resulta excesivamente convincente para planificar ese primer enfrentamiento entre Cersei y Daenerys a las puertas de Desembarco del Rey en estos vientos de precipitación argumental. Sabíamos, por las acciones de Tyrion y Lord Varys, que la Madre de Dragones trataría de buscare una solución que no fuera incendiaria… pero, sin embargo, todo parece indicar que su ira interior se va a encender tras la ejecución de Missandei. Era algo inevitable y, asimismo, el problema por el que la audiencia haya podido rehuir de todo lo que sucede pueda ser esos aires a un film de los Monty Python. ¿Tenía sentido llevar a un dragón y dejarlo a un ‘lado del ring’ con todas esas ballestas monumentales asesinas que adornan los muros de Desembarco del Rey y que llegaron a una distancia superior en alta mar? ¿Por qué Cersei no decide acabar de una vez por todas con su odiado hermano cuando lo tenía también ‘a tiro? Quizás la respuesta a esas preguntas esté en un «Dracarys» y vaso de Starbucks. El fuego de dragón (en alto valyrio) da la impresión de que va a ser definitorio para poder derrotar a Cersei y Euron mientras que, en paralelo, habita un canto a la propia liberación de Missandei y el aire improvisado que ha rodeado su decapitación a manos de la Montaña. Asimismo, Cersei da la impresión de ceder al mismo conflicto que Jaime: da lo mismo que desee acabar y romper con sus hermanos (mandando a un asesino que sabíamos que no iba a hacer su trabajo).
La sangre es la sangre y acabar con la propia familia parece un acto suicida (y regla primordial que no puede ser rota) a estas alturas en las que todas las Casas han quedado prácticamente bajo mínimos. ¿Se aplicará a la propia Daenerys para no liquidar a Jon? Pero, ¿justifica todo lo anterior aquello que se ha distinguido como una gran errata al otro lado de la pantalla? Toda esa aureola espontánea rodea tanto a esas secuencias cuestionadas —y ampliamente criticadas— sintetizadas en un vaso de Starbucks. ¿Se solucionará todo con un borrado (y cuenta nueva)? ¿Mi reino por un vaso de Starbucks?
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