Páginas Bastardas

sábado, 10 de diciembre de 2016

Arma letal (Lethal Weapon): Poli bueno, poli loco-bueno…

Serie de TV
“Arma letal”
(Lethal Weapon)
Título original: “Lethal Weapon”
EEUU
2016

Sinopsis (Página Oficial):

Combinando acción y drama con un viaje de vida-y-muerte, amistad y humor, “Arma letal” reimagina la exitosa franquicia de la película original, siguiendo al clásico dúo de policía Riggs y Murtaugh, que trabajan combatiendo a los criminales del mundo actual en Los Ángeles. Desconsolado tras la pérdida de su joven esposa y su hijo que nunca llegó a nacer, el detective y ex Navy SEAL Martin Riggs se traslada a California para ‘empezar de nuevo’ en la policía de Los Ángeles. Él está emparejado con Roger Murtaugh, que acaba de volver al trabajo después de un ataque al corazón casi fatal. La inclinación de Riggs para tirarse de cabeza a la línea de fuego choca inmediatamente con la prudencia de Murtaugh, que siempre sigue el procedimiento y manual… Cuando el capitán Brooks Avery les asigna su primer caso juntos, Riggs arrastra Murtaugh a una persecución a toda velocidad que acaba con un tiroteo con traficantes de drogas y, pese a sus protestas, se siente más vivo que nunca. Riggs, tras su primer caso juntos, se da cuenta de que puede haber encontrado algo por lo que vale la pena vivir: su compañero y amigo Murtaugh. E incluso Murtaugh se imagina que esa nueva asociación podría funcionar después de todo… sólo si Riggs no consigue que los maten antes…

Crítica Bastarda:

Entre el aluvión de nuevos policíacos/procedimentales y de adaptaciones televisivas de largometrajes y clásicos populares, el aterrizaje de “Arma letal” pudiera hacer saltar las alertas a los fans del film de Richard Donner. Por el contrario, la propuesta de Matthew Miller es un explosivo entretenimiento (bastante ridículo cercano a la fantasmada) cuyo principal mérito es que no teme en absoluto poner sus cartas boca arriba y encima de la mesa. Sin nada que envidiar en la mayoría de ocasiones a Angie Tribeca”, en lo que comicidad amparada en el humor absurdo se refiere, la nueva serie de FOX trata de alternar un impacto emocional y dramático con otro plagado de acción y tensión marca de un ritmo febril que quedaría asimilado por el género posteriormente. La adaptación de “Arma Letal” puede resultar tan floja como voluble al limitarse a comprimir un largometraje en apenas poco más de menos de 50 minutos por episodio. Importa poco la trama más allá de ser una simple excusa para hilvanar secuencias de acción y dotar de cierto desarrollo emocional a las cruzadas de ese par de protagonistas atrapados en una ‘buddy movie’. Martin Riggs vive rodeado de dolor desde que perdió a su esposa a punto de dar a luz a su hijo y se ha visto arrastrado a una espiral de autodestrucción… y, por supuesto, locura desatada. 


Nos vamos directos a las aventuras de un poli bueno y otro poli loco-bueno para someter el conjunto a la acción adrenalínica dejando el cerebro apartado en cada episodio. Aunque la propuesta trata de interconectar el estilo gamberro y desenfadado, marca de los ochenta, se siente que el conjunto está afectado por los actuales tiempos de autocensura y postureo. Todo queda definido en ver cómo han tapado con una tabla de surf la raja del culo de Martin Riggs y éste encima bebe chupitos de Jack Daniel's. Un momento, ¿un texano que come como un cerdo (en el sentido literal) y bebe bourbon de marca? Podemos poner la misma cara que el personaje que interpreta Kevin Rahm o morir en el intento. El gran problema pudiera ser que a raíz del éxito del film de Brett Ratner surgieron otras cintas con la que se pudiera confundir la actual serie de FOX. Si bien “Rush Hour” no sobrepasó el corte de la cancelación en el presente año, cuesta distinguir una gran parcela del espectáculo de otras dosis de largometrajes de Brett Ratner (“Hora punta”) o Michael Bay (“Dos policías rebeldes”) junto a ingredientes humorísticos que compensen la digestión. ¿Conectamos incluso a Damon Wayans con “El último Boy Scout” y otro de sus reboots bastardos? Tal vez todo ese empaque grandilocuentemente dramático acabe por empañar ese otro espectáculo al que no conviene tomarse en serio y cuya perfecta metáfora la establece ese reloj que monitoriza el ritmo cardíaco de Roger Murtaugh: se trata de un concepto artificial y de modernización visual que, en el fondo, hace exactamente lo mismo que otro analógico. El problema es que tanto la estética como el marketing mandan en el reino de las apariencias en el que todo ha de estar registrado y acotado en un baile efectismo de luces y números. Otra arma letal, pues. 

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