Páginas Bastardas

domingo, 2 de octubre de 2016

Luke Cage: 13 episodios, un cuerpazo a prueba de balas y un solo café. ¡El bluff del año!

Serie de TV
“Luke Cage”
EEUU
2016

Sinopsis (Página Oficial):

Un ex presidiario encapuchado y de piel impenetrable lucha por limpiar su nombre y salvar su barrio. Él no buscaba pelea, pero la gente necesita un héroe.

Crítica Bastarda:

—¿Qué clase de negrata eres?
•De los que no les gusta que les llamen negratas. 

El estreno de “Luke Cage” era esperado al ser la única propuesta en 2016 que podría saciar a los fans de la alianza entre Netflix y Marvel tras la segunda temporada de Daredevil. El futuro antes de “The Defenders”, que aterrizará supuestamente el año que viene, sabemos que pasa por “Iron Fist” e incluso “Punisher” o la segunda entrega de Jessica Jones. Pero, no obstante, la propuesta de Cheo Hodari Coker llega también bajo un dictaminado y aparente halo de inferioridad respecto a los espectáculos previos del gigante del streaming. Las esperanzas de encontrar un conjunto a la altura de sus predecesoras parecen difuminarse en sus primeros episodios pese a mantener ese tono estético y características que han transformado en éxito las andanzas de Matt Murdock y Jessica Jones. Pero esa supuesta imagen es parte de la esencia de una renqueante proposición que va de menos a más y cuyo gran mérito es tratar de ganarse un nombre propio alcanzando un tono cercano al cruce del género de exploitation y un drama social sobre los héroes y su necesidad como catarsis y esperanza para el pueblo. “Luke Cage”, junto a una potente banda sonora y estética visual, trata en el fondo sobre la identidad (ya sean de héroes y villanos) y hacer lo correcto por encima de los errores que uno arrastra de un turbulento pasado. La cuestión es dejar de huir y aferrarse a un ideal de supervivencia colectivo para asentarse y fortalecerse, afianzando esa alegoría y comunión en las calles de Harlem de los propios superpoderes del protagonista tal y como revelan sus títulos de crédito. Para disfrutar, por el contrario, de la propuesta de Netflix se necesita también sobrellevar sus iniciales lugares comunes y clichés e incluso sus diálogos trillados para, posteriormente, propulsarse bajo una variación sin demasiada profundidad de The Wire, donde la corrupción política y la burocracia policial se citan con el mundo criminal y esa incursión fantástica del Universo Marvel



Si algo funciona satisfactoriamente en “Luke Cage” es su autoconsciencia y momentos socarrones que condimentan un conjunto que utiliza algunas de las credenciales con las que triunfaron Daredevil y Jessica Jones, apuntalando sus estructuras gracias a un entramado de interesantes personajes secundarios y repescando y dotando de incluso mayor protagonismo a Claire Temple (Rosario Dawson). Esa vía para interconectar los espectáculos de Netflix, junto a esas características señales de ‘EXIT’, sigue siendo una de las constantes de una serie que al igual que sus antecesoras sigue atrapada en La Batalla de Nueva York de Los Vengadoressin contar muchos de los eventos posteriores que Agents of S.H.I.E.L.D. ha tratado de amoldar satisfactoriamente a sus tramas y arcos argumentales. Si bien dejamos Hell's Kitchen para establecernos en el nuevo ecosistema de Harlem, “Luke Cage” desea interconectar varias historias para que el héroe se encuentre en el centro de un gran huracán de violencia que se desata en las calles y cuyo eje es también Cottonmouth (Mahershala Ali). Las intenciones son que la estructura de la propuesta se recree en el blaxploitation junto a numerosas referencias literarias para dar sentido a ese recurrente «¡dulce Navidad!» y ese entrañable y estereotipado escenario que propicia la peluquería de Pops. Precisamente los lugares comunes se sumergen en esa esencia que trata de conectar la novela negra de Chester Himes o Donald Goines con los superpoderes de su protagonista y una concepción claramente existencial y reflexiva sobre su pasado y auténtica personalidad. La falta de ambición de Luke, que vive al comienzo de la serie en el anonimato, nos lleva a sus iniciales problemas para sobrevivir en un mundo en el que pagar el alquiler o mantener dos trabajos son necesidades básicas por encima de tener la capacidad de tener un cuerpo a prueba de balas. El héroe quiere que todo el mundo le deje en paz y no tardará en estar en el lugar equivocado, siendo ese imán que atraiga todas las piezas argumentales de la temporada. La serie de Netflix se vale de esas alusiones a la cultura popular como Jomo Kenyatta o Crispus Attucks para que el héroe deje de esconderse e inicie ese viaje de crecimiento personal que nos permita descubrir quién podía ser. En realidad, el futuro es el ideal que Luke Cage desea esculpir sobre ese don e intraspasable piel que recubre su organismo, siendo su pasado esa kryptonita capaz de destruir todo aquello que trata de edificar. El problema inicial —y también punto débil— con el que tiene que lidiar la propuesta son ciertos estereotipos, lugares comunes y predecibles giros de guion en su introducción. Si bien “Moment of Truth” (1x01) posiciona al antihéroe en los frentes de acción y asienta la idea de que tiene que volver al campo de batalla para ejercer justicia, “Code of the Streets” (1x02) invita a la desconfianza al utilizar ciertas secuencias previsibles y en la retina del menos curtido espectador. A esa amalgama se añaden ciertos toques de humor, tanto ácidos como sexuales, donde interesan ciertos detalles de la puesta de escena como el cuadro de The Notorious B.I.G. tras Cornell Stokes / Cottonmouth para revelar su estado emocional. “Luke Cage” es, por lo tanto, un espectáculo de pros y contras que camina en su inicio tan tambaleante como los sentimientos que alberga su propio protagonista. ¿Podrá enderezar su camino y solidificar ese etéreo y complicado futuro?



[AVISO SPOILERS] La serie de Netflix rápidamente instituye sus frentes con la ley de la calle frente a la investigación policial como contramedida a esa violencia desatada por las mafias del barrio que comienzan a desafiar a los habitantes y esos lugares, como la barbería de Pop, que parecían intocables. Entre actuaciones musicales y secuencias de montaje en paralelo, “Luke Cage” puede llegar a decepcionar en sus primeros episodios debido a sus trillados dilemas y lugares comunes donde únicamente destaca el discurso alrededor de la justicia que pueden impartir los vigilantes. De la frase recurrente «no he visto una mierda» nos vamos al cierre de “Who's Gonna Take the Weight?” (1x03), donde surge el primer giro sorprendente de guion al descubrir que el detective de policía Scarfe trabaja para Cornell Stokes (junto a más miembros del cuerpo en plantilla) y que éste no va a dudar utiliza cualquier media (por brutal y explosivo que sea). En “Step in the Arena” (1x04) los escritores aprovechan para desarrollar todo el pasado de Luke Cage, su paso por prisión, su etapa como ‘gladiador’ para ir asentando lo que podría ser un estereotipado primer acto compuesto de seis capítulos. En ese arco argumental inicial se nos presenta también la decadencia del héroe y por qué acabó encerrado en sí mismo para revelar el precio por sobrevivir al ser su preocupación sobre otros un arma empleada por sus enemigos. Y ese precio fue acabar como un renacido dios con corona metálica y el discurso sobre que nadie puede enjaular a un hombre que quiere ser libre. Ese concepto sobre la raza y el pasado pudiera conformar una acertada alegoría contemporánea sobre la evolución del hombre afroamericano aunque los escritores parecen más interesados ese enfrentamiento formal y discursivo entre los dos personajes principales en “Just to Get a Rep” (1x05). La batalla ideológica se posiciona entre Cage y Stokes mientras que Misty y el superhéroe establecen ese otro frente de debate de cómo debe ser impartir la justicia. ¿Si la policía está corrompida y comprada cómo se puede responsabilizar de que otros traten de llegar al lugar que no pueden alcanzar? Tras esos clichés en “Manifest” (1x07) llegan las curvas y los golpes sorpresivos de efecto para revelar que los auténticos villanos de la temporada son aquellos que surgen del propio pasado del héroe. Con la llegada de Diamondback y el asentamiento de la psicópata de Mariah Dillard, guiada por Shades Alvarez, la trama criminal trata de utilizar a Luke Cage en sus maquinaciones y venganzas para conjurar un anticlímax y que ese ‘pasado’ es el vehículo para ese arma capaz de atravesar la inexpugnable piel del superhéroe. Los intentos de la sanación del protagonista son, a partir de ese punto, tanto físicos como emocionales y “Luke Cage” recurre a indagar en ese pasado del que ha dejado de huir. Por el contrario, la verdad puede ser mucho más personal y dolorosa de lo que pensaba… y, de nuevo, en el sentido corporal y sensitivo. No obstante, la parte científica/médica del cierre de “DWYCK” (1x09) y el arranque de “Take It Personal” (1x10) es todo un despiporre digno del mejor cine de explotación como marca de esa combinación a la que recurre constantemente la nueva serie de Netflix y Marvel. Tal vez esos golpes de humor faciliten la digestión de esos intentos de confeccionar un discurso sociopolítico con esa otra realidad y contexto real para los espectadores. La cuestión sigue siendo ofrecer todo un entretenido crisol que permite al televidente fijarse e iluminar los huecos que considere apropiados.



Posiblemente echemos en falta la misma valentía a la hora de afrontar sus posibilidades y discursos. En esa recta final, por ejemplo, la legislación y burocracia sobre las armas de fuego y esos orígenes en el miedo del pueblo americano tras la abolición de esclavitud generan un punto de debate en ese amasijo argumental. Los escritores pueden que no quieran escarbar en ese lugar tanto como la proposición de armas que sean capaces de acabar con esos justicieros que han nacido y surgido en las calles de Nueva York, amplificando ciertas resonancias de la actualidad estadounidense. En realidad, la idea de introducir a Diamondback sirve tanto para encajar la idea que el actual negocio de los traficantes de armas pasa por utiliza la tecnología chitauri dentro del orden del nuevo mundo en una estrategia en la que tampoco se rentabiliza el citado anterior discurso sociopolítico. ¿Si aparecen personas con poderes surgirá un modelo de negocio para acabar con los mismos? ¿Estamos condenados a servirnos de las armas de fuego para impedir la propia evolución del ser humano hacia una nueva era o, por el contrario, somos violentos por naturaleza y los superhéroes regidos por un código moral son un peligroso espejo para revelar nuestra autodestructiva esencia? ¿No debería ser más atinada esa metáfora de ver al héroe doblar pistolas como claro alegato a la inutilidad de las armas de fuego? Al mismo tiempo, Stryker se personifica como el hermanastro de Luke bajo ese halo religioso que enmarca tanto al personaje como la capacidad de convertir al héroe en ese mártir que dé una luz de esperanza a Harlem. En todo un batiburrillo argumental con multitud de muertes de personajes secundarios, ese anticlímax apenas permite un margen de fe en el destino de los protagonistas, posicionando a los grandes villanos como vencedores temporales. Veremos a Misty Knight buscando justicia fuera de su propia placa y construyendo un álter ego de todos conocido pero que los escritores, por otro lado, utilizan para afianzar ese relevo que supone tomar el cuerpo de aquella víctima que murió por uno de esos descuidos surgidos en el enfrentamiento entre Luke y su archienemigo. Ciertamente la peluquería de Pops es una acertada alegoría de un lugar expuesto a la irónica destrucción/construcción del héroe en la presente temporada. Que Bobby Fish encuentre la carpeta con las pruebas que pudiera exculpar a su amigo Luke abre ciertas vías a la esperanza de que el fin (alcanzar la justicia) justifica los medios (por destructores que sean). La idea es que esa secuencia de montaje final asiente también el futuro de la propuesta donde quedará, por supuesto, la conexión de ese ‘evil doctor’ con el némesis del héroe para replicar el experimento que creó a Luke Cage. Al fin y al cabo, la cuestión del éxito de ese científico fue tanto el error como el ADN de Carl Lucas. Y su hermano posiblemente comparta el mismo… Pensemos en que las irregularidades y deficiencias de la nueva serie de Netflix son compensadas por sus buenos momentos y su capacidad notable para entretener. El futuro del héroe, no obstante, sigue siendo una niebla que oculta el auténtico horizonte. A veces hay que dar un paso atrás para ir hacia adelante… No sabemos si Jeri Hogarth sacará a Luke de prisión o si las clases de defensa personal de Claire darán sus frutos para su evolución y apropiada metamorfosis. También desconocemos si el gobierno de EEUU tiene otros planes respecto a ese Power Man, con complejo de Rocky Balboa, que ha surgido en los medios de comunicación y que seguramente sea una llamada a esos viejos conocidos como Matt Murdock y Jessica Jones junto a esos venideros compañeros de Los Defensores. En cierta forma, el propio suspense existencial de los personajes se traslada al otro lado de pantalla para asimilar la proposición que ha conformado esta nueva serie, como si todo hubiera quedado a medias como justo rasero de la crónica de una transición. A esperar toca pues. 


APUNTES BASTARDOS:

El detalle de la temporada ha sido la evolución de ese cuadro de The Notorious B.I.G. para marcar los reyes criminales que por ese despacho deambulan y, finalmente, ese condición abstracta de esa reina y rey del nuevo orden de Harlem. 


Uno de los puntos de intereses de la primera temporada de “Luke Cage” ha sido el original cameo de Stan Lee para marcar el conflicto del héroe y ser, curiosamente, el primer paso del camino de baldosas amarillas para el jocoso cameo de Method Man, que aprovechará para marcarse toda una canción. 


Da lo mismo los dramas que hayamos visto en esta temporada. El principal conflicto de nuestro protagonista (y gran fallo argumental de la serie) es que el pobre Luke Cage no gana para ropa nueva. El pobre se queja a todos esos tiranos de los productos textiles que acribillan sus prendas sabiendo que no conseguirán traspasar su poderosa piel. Que al final sea la propia sociedad y habitantes de Harlem aquellos que deciden poner de moda la ropa acribillada, cual queso gruyer, simboliza esa comunión entre el pueblo y el héroe que representa la nueva ley del barrio. Lo suyo, no obstante, es que Luke Cage fuera desnudo y se dejara de tonterías… 


Otra de las cuestiones de debate de la primera temporada de “Luke Cage” es su gran debilidad y absurdo argumental. De acuerdo, la serie es ciencia ficción pero no tiene ningún tipo de sentido. Vamos a ver, el tipo tiene una dentadura perfecta y un cuerpo de escándalo (en cualquier clase de contexto). Entonces, ¿¡cómo narices invita a toda hembra que se cruza en su camino a un café y solamente una prueba un expreso y en el primer episodio!? ¿¡Cómo memoles se puede explicar que Luke Cage solamente se tome un café en 13 episodios si en Jessica Jones mojaba la caña de chocolate en cualquier variación y clase de café en cada capítulo que aparecía como secundario!? No tiene sentido y yo tampoco, personalmente, se lo encuentro. Encima los agentes federales le invitan a tomarse su café antes de partir y abandonar la ciudad y el el tipo no está por la labor. ¿Perdona? ¿De verdad? Espero que la cosa mejore en el futuro del personaje porque que el maromo no tome cafés debería ser considerado publicidad engañosa… Lo dicho, todo un bluff para los amantes de la cafeína. 

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1 comentario:

  1. La serie comete las faltas que has mencionado y adolece de algunas de las características de sus dos antecesoras pero lo disimula muy bien con una estética impecable, una música que es un personaje más y unos secundarios sólidos, ademas de un protagonista creíble... En lo personal, me ha gustado y creo que hace una equipo perfecto con las otras dos series.. Saludos

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