“Tiburones en Malibú”
Título original: “Malibu Shark Attack”
Director: David Lister
Australia / Canadá
2009
Sinopsis (Oficial):
Un tsunami ocurrido en Malibú provoca que una especie de tiburón prehistórico, que se creía ya extinguida, reaparezca desde las profundidades atacando a los bañistas. Rápidamente se extiende la alarma a causa de la voracidad inusual de los animales, mientras una ola gigantesca se acerca a la costa, amenazando las paradisíacas y turísticas playas de Malibú
Dentro de la lista de las peores películas del siglo XXI tenemos los bodrios carismáticos y joyas del cine cutre pero también, y por el contrario, aquellas abominaciones insoportables capaces de provocar que la audiencia se saque los ojos y tímpanos con sus propias manos y haga un zapateo flamenco sobre los mismos. “Tiburones en Malibú” forma parte de ese segundo grupo de aberraciones cinematográficas y podríamos elegirla como una de las peores ‘shark movies’ de toda la historia casi con total seguridad si tuviéramos que confeccionar una lista imaginaria. Rodada en Parla, Australia, fingiendo ser la ciudad del ciudad del oeste del condado de Los Ángeles, “Tiburones en Malibú” cumple con su función ‘mierder’ en cuanto malas actuaciones y un pésimo guion se refiere, pero su problema principal no es cumplir con su cuota de mediocridad manifiesta sino acabar siendo tremendamente aburrida y olvidable. Su premisa, no obstante, apuntaba maneras como protoinspiración a “Sharknado” al combinar un desastre natural con la introducción de los parientes extintos del tiburón duende con incluso un triángulo romántico como complemento muchas veces cómico. Ambas cintas comparten ese afán de inundar espacios aparentemente seguros para que los escualos pongan en aprietos a los protagonistas, siendo los mecanismos de la cinta de David Lister el encierro de los personajes principales convertido en un asedio sin piedad de las monstruosas, implacables y veloces criaturas. ¿Podemos sacarnos los ojos y los tímpanos ya o esperamos al resto del horror?
“Tiburones en Malibú” es un bodrio (de los malos) porque falta mucho (de todo), comenzando por el humor y la autoparodia dentro de una prototípica y soporífera película con pésimos efectos visuales y cuyos absurdos argumentales pasan por ver un destructivo tsunami digital (de mierda) que no destruyó aparentemente nada… y mucho menos la indestructible cabina de los socorristas. Por mucho que tengamos la crónica de una periodista en varios insertos informativos para narrar la devastación de toda la zona, “Tiburones en Malibú” malgasta casi todo su metraje en la supervivencia inicial del grupo ante los ataques de esos tiburones duende que causan más daños que el propio tsunami. Ver para creer (si todavía conserva sus globos oculares en la cuenca de los ojos). Para colmo de males, el acto final se desarrolla en una completa oscuridad pretendiendo ejecutar un film de terror con monstruos entre pasillos inundados. No faltan las características aletas acechando el lugar y a esos protagonistas que nos importan lo mismo que la biografía de David Lister y de todo el equipo técnico autores de semejante e insufrible abominación.
Teniendo en cuenta que la animalista defensora de los animales (y los propios escritores) tampoco se enteraba muy bien de que son los ‘parientes’ de los tiburones duendes aquellos que estaban extintos, “Tiburones en Malibú” estaba condenada al fracaso desde su comienzo y los citados dramas y conflictos poco o nada importan a la audiencia: una tipa atrapada entre dos maromos, una ladrona haciendo trabajos en beneficio de la comunidad que busca vocación y novio, unos recién prometidos que aprovechan cualquier momento para meterse mano… Ni siquiera ver sierras eléctricas y sangre de escualo salpicando a la cámara consigue levantar una predecible e insoportable película carente de esa locura habitual en otras producciones de SyFy Channel salvo por esos toques violentos a modo de catarsis del grupo en un baño de hemoglobina. Al final todo se resume en una competición de los machos alfas y héroes canónicos por ver quién mata más tiburones y se queda con la chica (salvando al objeto del deseo en el proceso). ¿Y qué hemos aprendido ante uno de los mayores desastres cinematográficos del presente siglo? ¿La cuestión es aniquilar a las especies condenadas a la extinción por la supervivencia personal? ¿Qué los animalistas y/o los biólogos son los primeros en morir en ese nuevo irónico orden por bocazas? ¿Existe alguna clase de discurso profundo respecto al drama de las catástrofes naturales para no incurrir en una banalización del tema? ¿La solución a los triángulos románticos es montarse un trío, ‘compartir los juguetes’ o lanzar una moneda? ¿Ser vigilante de la playa puede ser sangrientamente divertido? ¿De verdad que nos importa una mierda el asunto e incluso un ‘happy ending’ de todo lo anterior? Bien, sáquese los ojos y los tímpanos y que comience el zapateo…
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