Heartbeat: Melissa George se merece una serie… pero no esta serie

Serie de TV

“Heartbeat”

EEUU

2016

Sinopsis (Página Oficial):

Se trata de una serie dramática desarrollada en torno a la vida de la doctora Alex Panttiere, una experta cirujana especialista en trasplantes del corazón interpretada por Melissa George. La vida de Alex está basada en la de la cirujana Kathy Magliato, expuesta en su libro 'Healing Hearts: A Memoir of a Female Heart Surgeon'. La doctora Panttiere es una renombrada cirujana, obstinada y valiente que opera según sus propias normas. Durante la serie, se verá obligada a compaginar su vida profesional con su ajetreada vida sentimental. 

Crítica Bastarda:

―Buen pinchazo

•Yo siempre la meto bien.

Cancelada por NBC, “Heartbeat” era ya la crónica de una muerte anunciada muy a pesar del amor que sentimos muchos por Melissa George desde que protagonizó la injustamente maltratada e infravalorada “Hunted”. Los problemas del drama médico que trataba de sacar adelante comenzaban desde la propia decadencia que vive el subgénero televisivo y donde únicamente ha sobrevivido satisfactoriamente “Chicago Med” al ser un spin-off de ya una saga establecida y asentada en la misma cadena. No resultaría nada nuevo hablar de los motivos por los que no llegaron a desarrollarse satisfactoriamente “Monday Mornings”, “Emily Owens M.D.” o derivaciones interesantes como “Critical” y otras disfuncionales como “The Mob Doctor”, “Complications”, “Do No Harm” o “Proof”. Y “Code Black”, como excepción a la regla, se ha salvado de la quema por sus pobres datos de audiencia antes de la campanada final. La dura realidad que nos revela la serie creada por Jill Gordon es que ni reciclando ni copiando otros shows que sí funcionaron como “House”, “The Mindy Project” o “Anatomía de Grey” se es capaz de establecer una idónea carcasa que consiga atraer al público. Tenemos una experta cirujana especializada en trasplantes de corazón ―y que conecta a través de ellos gracias a ‘tocar’ su órgano― declarada habitualmente en rebeldía contra las injusticias y el sistema que dictamina las normas. Su vuelta de tuerca es obvia: ella necesita un trasplante de corazón en el sentido emocional y metafórico, al estar atrapada tanto en los recuerdos de la muerte de su hermana y entre dos hombres que hacen palpitar su ‘alma’. Ni siquiera sus muchas y delirantes licencias ―como que la heroína en el pasado se cuele (literalmente) en el quirófano del médico de sus sueños― arrancan alguna clase de respuesta salvo su ridículo y tono irritante desde la secuencia inaugural. Creo que no revelaré nada nuevo si grito a los cuatro vientos que Melissa George se merecía (y merece) algo mejor en su carrera televisiva salvo reincidir en el sarcasmo del Dr. Gregory House y tener un cuerpo de modelo de pasarela. 

Los problemas de credibilidad (y hueca sofisticación) de “Heartbeat” pasan por el sinvivir personal y profesional de esa nombrada Directora de Innovaciones de un centro médico de Los Ángeles, especializada en traer los procedimientos médicos de vanguardia al hospital donde trabaja y aquí entran en juego tanto tratamientos experimentales como cierta consciencia respecto al subgénero. Se trata de un espejismo entre esas vivencias de la brillante Dra. Alexandra Panttiere, que trata de poner en orden la vida con sus dos hijos con la estimable colaboración de su famoso ex marido gay y ese triángulo romántico en el que se encuentra atrapada. El personaje que interpreta Melissa George trata de ganarse a la audiencia incluso bajo el referente real de la cirujana cardiotorácica Kathy Magliato pero, evidentemente, su forma acaba siendo algo irreal y demasiado fantástica para una serie que, irónicamente, carece de corazón y con latidos recreados artificialmente. Mejor no comentar nada de algunos personajes de discutible controversia racial (un afroamericano tuerto, una asiática irascible) entre toneladas de sexismo en tiempos en los que el sexismo es mirado con lupa en el espectro de las redes sociales. Con frases como «voy a operar con mis manos y no mis ovarios» no es demasiado entendible cómo la serie pudo sobrevivir a los dardos envenenados de internet en el reino del hembrismo o ganarse cierta (mala/buena) publicidad en el proceso. Tal vez pudiera ser porque nadie viera el espectáculo de NBC. Tal vez. En realidad y para quitar hierro al asunto, las intenciones de “Heartbeat” siempre trataron de ceñirse a esos tópicos y clichés del subgénero hospitalario e hilvanarlos mediante la sátira y el encanto de su actriz principal. Puede que la crónica de ese fracaso anunciado se resuma y sintetice en dos hechos:

1.- El supuesto galán es feo y tiene cara de perro. Con perdón de los perros.

2.- George Clooney sigue esperando en la mesa 103… ¿Ironía de la vida o nos queda esperar al intento 104 de drama médico para tener una serie en condiciones taquicárdicas favorables? 

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