“Relatos salvajes”
Director: Damián Szifrón
Argentina/España
2014
Sinopsis (Página Oficial):
Una traición amorosa, el retorno del pasado, una tragedia, o incluso la violencia contenida en un detalle cotidiano, se presentan para impulsarlos al vértigo de perder los estribos, al innegable placer de perder del control.
Me anunciaron una obra maestra e incluso según Filmaffinty es la tercera mejor película del 2014 junto a “Whiplash” e “Interstellar”. Me anunciaron que la nominada a la Mejor película de habla no inglesa en los Oscars —y ganadora del Goya a la Mejor película hispanoamericana— era una de las joyas imprescindibles de los últimos años. Me anunciaron, en definitiva, que iba a encontrar algo salvaje: salvaje por aquí, salvaje por acá, salvaje por allá. Es obvio que cuando uno sobrepasa la vorágine del hype y la expectación y ve calmado el asunto —y con el peso de la cita y re-que-te-cita— se encuentra muchas veces con un objeto condenado a la decepción. Y es que, para que cualquier visitante entienda el concepto, me anunciaron que me encontraría con un peligroso y hambriento tigre y, finalmente, “Relatos salvajes” me pareció el más cándido cachorro de minino. Y todos sabemos que los gatos son fenómenos virales.
Repaso esos relatos que me han parecido para nada salvajes:
1.- Pasternak AKA Germanwings (?). La venganza se sirve en la cabina de un avión. Material Sensible AKA Sin Comentarios.
2.- Las ratas. ¿Los empresarios inmobiliarios y los políticos deben ser envenenados con matarratas… como ratas que son? Centrémonos en que la violencia lleva a la violencia y las ratas son como seres humanos incapaces de perdonar o tener remordimientos.
3.- El más fuerte. Lucha de clases. «El miedo es el camino hacia el lado oscuro, el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento, el sufrimiento al lado oscuro». Un anuncio de Audi se convierte en una pesadilla y lucha a muerte. Nadie gana cuando la violencia se convierte en el argumento, en esa espiral en la que la más cruel guerra se confunde irónicamente con un pasional amor. Posiblemente la más certera pieza del conjunto.
4.- Bombita. ¿Apología del terrorismo o un recordatorio de que las sufragistas, la lucha armada contra el ‘apartheid’ en Sudáfrica o los rebeldes que trataron de asesinar a Hitler pusieron bombas? ¿Es peligroso ‘legitimar’ el terrorismo (controlado) por una injusticia social harta del terror burocrático? No obstante, el interés dramático de la historia protagonizada por Ricardo Darín es desarrollar emocionalmente a un padre en busca del encuentro y conexión con su esposa y, sobre todo, con su hija. El fin justifica los medios… aunque sea con una bomba que no mató a nadie… salvo a ese injusto sistema de multas. ¿Material Sensible AKA Sin Comentarios?
5.- La propuesta. Los ricos también lloran… aunque sean los asesinos de mujeres inocentes embarazadas. Ellos nunca pagan… O puede que sí… Pagan con dinero porque compran todo, incluida la libertad. Y el dinero corrompe a aquellos que lo poseen pero mucho más a los que lo desean y no lo tienen. Al final, y como siempre, pagan los mismos: los pobres y las víctimas.
6.- Hasta que la muerte nos separe. Boda, fiesta e infidelidad. Llegó la furia y la ira, la venganza, la más dura y depravada venganza. Ante la locura únicamente queda la locura y el shock como catarsis para descubrir que ese reciente matrimonio de bestias se cortejan de nuevo, bailan como si fuera la primera vez y deciden ejercer como esos animales atrapados en un relato salvaje. Es hora de fornicar… El resto no importa. THE END.
Después de tantos halagos yo me quedo igual que como empecé. Me interesa la lectura social de la obra, como si Damián Szifrón quisiera plasmar la venganza de la sociedad sobre ese poder que genera desigualdad y corrupción. Se trata de una colección de cuentos para nada asombrosos y considero que la única lectura ‘salvaje’ es que son y pudieran ser alucinantemente reales y cercanos al mundo en el que vivimos, donde la violencia parece justificar todo. Me interesa, por lo tanto, el diálogo que establece con la también estrenada en 2014 en España “Un toque de violencia” de Jia Zhang Ke. No he visto ninguna obra maestra, ni una sexta parte… simplemente que la violencia es su común denominador y crece como un virus en esa fantasía que choca con la cita de ‘basado en hechos reales’. Se trata de que un gobierno abusivo con corrupción creciente y que siente apatía por el pueblo que lo conforma acaba vinculado estrechamente la visceralidad y violencia como forma de vida. Y puede pasar en Argentina, España, China o EEUU… Así que más que relatos salvajes diría que son relatos reales para gente que ama a los cachorros y gatitos. Y nunca pasan de moda. Y todos sabemos que los gatos son fenómenos virales. Lo entiendo, les entiendo, pero no me vendan garras de tigre cuando saben que están hablando de unas escasamente afiladas uñas de morroño.
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