Páginas Bastardas

martes, 24 de noviembre de 2015

Jessica Jones: La superheroína atrapada en la espiral y el influjo del pasado

Serie de TV
“Jessica Jones”
EEUU
2015

Sinopsis (Página Oficial):

Perseguida por un pasado traumático, la detective privada Jessica Jones usa sus poderes para encontrar a su torturador e impedir que haga daño a más gente.

Crítica Bastarda:

Esta es la historia de una mujer atrapada en su pasado, encerrada en una espiral sin salida que la remite a su condición y presente. “Jessica Jones”, nueva serie de Netflix que ratifica su fructífera alianza con Marvel Studios, nos habla sobre el trauma de toda persona que sobrevive al influjo de su testimonio y desea despegarse del poderoso peso de una aplastante gravedad llamada ayer. Jessica (Krysten Ritter) ansía volar, escapar y desatarse de esa enredadera que rompió sus propios principios, que quebrantó su alma e impidió que pudiera convertirse en una superheroína. El espectáculo admite una clara lectura como un thriller psicológico en el que su protagonista trata de regenerarse de sus profundos traumas interiores que van a quedar de nuevo abiertos con la 'resurrección' de su némesis. Kilgrave (David Tennant) está vivo y ya no es un eco postraumático sino una amenaza real que desea de un modo enfermizo hechizar nuevamente a aquella que considera su alma gemela. Kilgrave posee el poder de controlar la mente de cualquier persona y precisamente “Jessica Jones” despunta con un inteligente discurso sobre el libre albedrío, privando el sádico villano de tal condición a todo aquel que se cruce en su camino y dejando un interminable rastro de cadáveres y víctimas en el proceso. He ahí el contrapunto y gran peso dramático de la serie al establecer en ese criminal unos planes que escapan del habitual cliché del archivillano: no ambiciona dominar (o destruir) el mundo con tan poderoso don sino construir una mentira a su alrededor que acabe siendo verídica para él. 


“Jessica Jones” se recrea en las sombras alejándose de los efectos visuales para elevar su sensación de realismo salvo en pequeñas inserciones dentro del conjunto a modo onírico, dando una mayor valía a la psicología de los personajes, sometiendo a sus miedos y conflictos todo el potencial de las tramas. Kilgrave ha ido tendiendo numerosos hilos a los que han quedado atados diversas marionetas, cuantiosas víctimas que han sido traumatizadas por la pérdida de su libre albedrío. Se trata, por lo tanto, de una serie sobre personas dañadas donde incluso Kilgrave no parece estar exento de una propia traumática historia personal. En todo ese discurso existe cierta metáfora y alegoría respecto a la personalidad de los propios superhéroes, encajados en estudios de mercado y monumentales y artificiales producciones, carentes muchas veces de una completa libertad, rehuyendo de su cronología y voz propia. Pero el gran mérito de “Jessica Jones” es que todo el pasado y conflicto de su protagonista forma parte del resto de personajes a su alrededor, títeres del destino y esculpidos por las atormentadas decisiones de la heroína y su némesis. De este modo, Luke Cage (Mike Colter) o Trish Walker (Rachael Taylor) van estableciendo otros arcos argumentales en los que se dibuja el propio futuro de la propuesta a través del recurrente pasado. Nadie puede escapar... aunque siempre exista una cercana salida. 


Killgrave siempre es descrito como un cínico e insoportable niño caprichoso con complejo de dios, que utiliza a las personas que le rodean como juguetes par dar sentido tanto a su propio egocentrismo como una vida repleta de lujos y placeres. Ese ser infame sobrevive a su amoralidad desde la hipocresía, al desligarse de unos actos que él incita a cometer a otros sin necesidad de mancharse sus manos de sangre. En ese aspecto, “Jessica Jones” descubre un original filón de suspense al desconocer quién puede estar bajo el influjo de Killgrave, llevando a un extremo psicológico aquel «el infierno son los demás» de Jean Paul Sartre. Y precisamente la serie de Netflix amolda el concepto hacia su leitmotiv: la desconfianza en uno mismo y aquellos que te rodean remitiéndote a la más agría soledad. Jessica, por lo tanto, trata de reafirmarse, escapar de ese pasado sobre el que finalmente debe ceder al haber cometido un crimen terrible que sigue detonando ecos sobre su presente. La serie se recubre de noir con tonos oscuros a modo de pinceladas, de capas clásicas del género negro o de la reivindicación de la feminidad ante un entorno masculinamente opresivo. La idea es ofrecer una original revisión del mundo de los superhéroes siguiendo los paradigmas ya confinados en la sobresaliente Daredevil, guiando incluso un inminente encuentro para articular y dotar de sentido “The Defenders” o “Luke Cage”. Krysten Ritter capta perfectamente los matices de un personaje ciertamente complejo, siendo tan poderosa como vulnerable, tratando de asumir sus imperfecciones con su punto de vista sardónico e irónico y, sobre todo, gracias a su inteligencia deductiva. Esa tonalidad de 'antihéroe' y su autodestructiva vida teñida de alcoholismo, por lo tanto, se va a posicionar como la construcción de una heroína atrapada en esa cíclica espiral que la remite al mismo punto de arranque. Y es que nadie puede escapar del destino y mucho menos del pasado. Una de las más brillantes ideas de “Jessica Jones” es la inclusión de numerosas señales de «EXIT» en su puesta en escena. La protagonista siempre tiene una salida pero su conflicto es que desea evitarla, salvar y proteger a los inocentes para que también puedan tener su propia voz, dejar de ser fugitivos de ese tiempo anterior que les atenaza y les priva tanto de su identidad como de su personalidad. Se trata de un extraño y brillante acercamiento a la 'violación' donde también hemos evolucionado de aquel mítico «un gran poder conlleva una gran responsabilidad» a la propia e intrínseca responsabilidad de los actos que comete el héroe o que otros puedan cometer en su ausencia. A la serie le ayuda de sobremanera que todo sea tan calculadamente creíble, sombrío y convincente, como si fuera un universo alternativo pese a recalcar constantemente la Batalla de Nueva York de Los vengadores. Todos allí, en cierto modo, son víctimas que aportan el consecuente contexto de unos personajes que se sienten tanto culpables como luchan frente a sus demonios interiores, que tratan de sanar de cicatrices, de dejar de ser seres quebrados y abandonar sus pesadillas. Pero, como indica la frase final de 'American Psycho' de Bret Easton Ellis: esto no es una salida. Puede que solamente nos quede repetir y evocar como la protagonista «Calle Birch. Camino Higgins. Callejón Cobalt...» porque el pasado solamente se puede purgar con el recuerdo del pasado. Y parece que Jessica Jones no se va a poder librar del mismo tan fácilmente.

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