Tut: Tutankamón contra todos… incluyendo a la prima de color de Conchita Wurst

Miniserie de TV

“Tut”

Canadá

2015

Sinopsis (Página Oficial):

De la cadena Spike llega un acontecimiento épico de seis horas —y tres noches—. “Tut” cuenta la asombrosa historia de la saga de uno de los gobernantes de la historia más extraordinarios, Tutankamón (El Rey Tut), interpretado por Avan Jogia, y su asesor más cercano, el visir Ay, interpretado por Ben Kingsley. “Tut” gira en torno al ascenso del rey Tut al poder y su lucha por liderar Egipto y llevarlo a la gloria, mientras que sus más cercanos asesores, amigos y amantes diseñan sus propios intereses nefastos.

Crítica Bastarda:

La miniserie de Spike alrededor del faraón Tutankamón pudiera resumirse en su epílogo, cuando la arena va cubriendo el Valle de los Reyes de Luxor, cuando todo se pierde en el tiempo y se nos revelan los motivos porque los que el rey fue enterrado en una tumba menor, dando sentido a toda esa leyenda e incluso misticismo de los historiadores. Obviamente “Tut” no ha aterrizado para avivar ese debate generado por expertos que señalaron que Tutankamón padecía la enfermedad de Kohler, debido a cuestiones genéticas, y que no era posible que hubiera muerto conduciendo un carro, tal y como se creía. La miniserie canadiense llega de la mano de Muse Entertainment, responsable de “Los Kennedy” y “Los pilares de la Tierra” aunque también ha gestado bodrios dignos de la mejor (o peor, según se mire) sesión de SyFy Channel. ¿Qué nos puede esperar, por lo tanto, en este evento de seis horas?

“Tut” nos remite a la vida y milagros de Tutankamón, de cómo evoluciona desde su ingenuidad desde que tomó el trono que le dejó su envenenado padre. El Faraón Akenatón ya divisa que su legado seguramente quede apagado debido a esa debilidad y misericordia de su heredero, pese incluso a obligarlo a casarse con su hermana Anjesenamón. La miniserie de Spike obviamente también nos presenta las figuras del general Horemheb y el visir Ay, claves para entender el legado de Tutankamón tras su muerte. También existe un claro relieve sobre el comienzo de una gran crisis económica —acompañada de sequías (y plagas por necesidades del guión)— que macaría el principio del fin del gran imperio antes de la llegada de Ramsés I. No esperen demasiadas lecciones de historia sino un compendio de funcionales y efectistas intrigas políticas, romances, traiciones y, por supuesto, batallas para condensar toda su vocación de entretenimiento… sin mucha historia. 

“Tut” también nos quiere situar en la historia personal y de crecimiento del Faraón, ver cómo su evolución por tratar de gobernar se convierte contrariamente en una serie de sorprendentes revelaciones para el propio Tut-anj-Amón: todos aquellos que consideraba cercanos y aliados codiciaban su corona y torno. El reino de Mitanni, además, se erige como gran amenaza… aunque la barba postiza del príncipe Tis'ata nos haga recordar a un film faraónico blaxploitation protagonizado por Conchita Wurst. Sinceramente, nos hubiera convencido más una guerra de drags en el desierto con RuPaul interpretando todos los papeles posibles a lo Jack Nicholson en “Mars Attacks!”. Al menos, hubiera sido más seria, histórica y coherente…

Ni el tono telenovelesco ni un catálogo abrasivo de muertes cutres salvan al conjunto de la quema ante un material recreado de un modo bastante predecible, incapaz de llamar la atención en tiempos en los que la todopoderosa “Juego de Tronos”, quitando los dragones y sus elementos fantasiosos, supera cada una de las parcelas en las que desea despuntar “Tut”. Queda la historia… aunque quede cubierta de polvo y arena, prácticamente imperceptible a ojos de un espectador que verá toda la calidad de esta miniserie como un sepulcro tan menor y escondido como esa tumba perdida entre la grava de un valle en medio del desierto. Aquello que será difícil (o imposible) de olvidar es el catálogo de muertes cutres: 

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