Páginas Bastardas

lunes, 21 de septiembre de 2015

Fear the Walking Dead (1x04) Not Fade Away: Cuarentena, paranoia, suspense, peligro…


Cuarto intento. Tras The Dog” (1x03), el mejor capítulo emitido de “Fear the Walking Dead”, la intención es que el spin-off del popular show de AMC siga una línea ascendente de misterio y mejora en su calidad. No es que la creación nacida a través de The Walking Dead haya sido recibida con los brazos abiertos tanto por parte de la audiencia como de la crítica. Generando tanto decepción como dudas, en realidad donde ha cumplido sobradamente la propuesta de Dave Erickson y Robert Kirkman es en sus datos de audiencia y su inmediata renovación para una segunda temporada. Dentro de estos seis primeros episodios hemos llegado una evolución y riesgo en “Not Fade Away”, cuarto capítulo donde la mecánica cambia y los guionistas dan un giro sobre la introducción de los militares como nuevos héroes y también posibles futuros villanos del show. Hay que aplaudir que “Fear the Walking Dead” sorprenda con una entrega en la que ningún zombi o muerto viviente se entrometa en los elementos de suspense, donde la paranoia conviva con las medidas que la Guardia Nacional debe tomar para proteger a todos de un terror que precisamente ellos pueden desatar. Esa valentía argumental puede conllevar el directo abandono de esos telespectadores que ya quedaron sumidos en la decepción con los capítulos previos, donde el cliché lidiaba con la estupidez generalizada e inasumibles licencias creativas. Por el contrario, “Not Fade Away” quiere llegar bastante más lejos que lo ofrecido anteriormente, presentando a nuevos personajes y dando una completa vuelta de tuerca a un cambio más satisfactorio y un territorio menos explorado. Repasemos el episodio. 

La sensación que imprime “Not Fade Away” es de paranoia ante la ausencia de información y el encierro de los personajes, pasados ya nueve días, en un barrio alejado de ese mundo exterior ya supuestamente muerto y marchito. Nos van a poner en el punto de vista de los civiles: gente que es apilada en camiones con una maleta y se dirigen al este —supuestamente a Bakersfield (Las Vegas)—, muchos rumores, una cerca protectora, un toque de queda, promesas no cumplidas, teléfonos sin funcionar, medidas de precaución como hervir el agua, controles de salud… Madison quiere huir del horror, eliminando con pintura las todavía manchas de sangre que dejó su vecino mientras que Travis Manawa encarna el rol de personaje optimista y confiado en el buen hacer de los militares. Como la primera temporada de “Fear the Walking Dead” está compuesta de seis episodios —y vamos ya por el cuarto— entendemos que todo va a cambiar rápidamente y los personajes se van a plantear huir de allí… si no les abandonan antes los militares, claro. Chris y su vídeo-diario en plan “El diario de los muertos” de George A. Romero va a concluir cuando en una de las casas del perímetro exterior revela una luz o destello que parece enviar un mensaje o petición de ayuda a los supervivientes. ¿Hay alguien más allí fuera? ¿Qué desea? Es hora de presentar nuevos personajes como al lugarteniente Moyers (Jamie McShane), que se vanagloria de estar libre de infectados en diez kilómetros a la redonda. Vamos a descubrir que los guionistas nos van a presentar a través de la historia otro tipo de variación respecto a aquello que vivió el grupo de supervivientes de Atlanta. De momento, no les interesa que huyan al desierto y dejar la semilla en el espectador de qué ocurrió con aquellos que decidieron quedarse… ¿Tendremos, por lo tanto, una mutación de Alexandria, Woodbury, Terminus, el Hospital Grady Memorial, Richmond…? 


Estamos en una de las doce zonas seguras al sur de San Gabriel y con ese material y esos personajes ‘afortunados’, llega la hora de introducir más personajes para empezar a dar respuestas y generar nuevas preguntas. Esa comunidad sabe que vive segura pero su inquietud crece por rumores y sucesos que se van a ir ocurriendo. No sabemos si la aventura romántica de Ofelia Salazar con un militar, interpretado por Shawn Hatosy, forma parte para conseguir medicamentos para su madre como trato preferente o habita algo real. “Fear the Walking Dead” desea ceñirse al drama y aumentar los conflictos de sus personajes… por flojos y trillados que pudieran parecer y ser. Nick ha dejado sus ‘medicamentos’ y su imagen en la piscina familiar —a golpe de ‘Perfect Day’ de Lou Reed— es simple fachada y postureo al soundtrack de “Trainspotting”, ya que se inyecta el goteo de morfina de uno de los pacientes de Liza. Alicia también decide lidiar con sus problemas interiores respecto a la pérdida de su novio utilizando la casa de su vecina Susan, tatuándose su piel y aferrándose al recuerdo humano de aquellos seres que dejaron de serlo. 


Moyers quiere utilizar a Travis para hablar con un vecino que se niega a hacerse la prueba de salud y, tras el suspense preliminar, hallaremos que la ansiedad y la mentira (para mantener la tranquilidad) carcomen a algunos de los supervivientes. La locura está a la vuelta de la esquina y Travis tiene todavía confianza en salir adelante con ayuda de los militares. Doug, ese vecino al borde de un ataque de nervios, finalmente abandona la habitación donde se encontraba encerrado y se somete al examen. Más tarde, Doug desaparece y Travis encuentra su coche abandonado cerca del perímetro exterior. No sé si las pelotas de golf de Moyers son un guiño hacia la figura de El Gobernador y si éste es un hábil manipulador o simplemente está contando la verdad. Doug fue encontrado lloriqueando y conducido a un centro de tratamiento gubernamental junto al resto de personas ‘enfermas’. Madison presta más atención a Chris que su padre y decide escabullirse e investigar fuera del perímetro. Encuentra que las calles, ya con ese aspecto post-apocalíptico habitual en The Walking Dead, están repletas de cadáveres… y algunos de ellos fueron asesinados sin estar enfermos… El fin justifica los medios (y miedos) y Daniel, con el que comparte ese encuentro repleto de paralelismos y un juego de espejo con uno de los cadáveres, tiene una historia personal escalofriante y deja entrever el razonamiento de los militares ante los temores que despierta alga desconocido. La introducción de una nueva médica, interpretada por Sandrine Holt, no sólo nos va a revelar que Liza no es una enfermera sino que está allí para ‘separar’ los garbanzos negros… o grises. La Dra. Bethany Exner quiere llevarse a esa instalación médica y militar a Griselda, permitiendo a Daniel acompañar a su esposa… pero nada sucede como estaba planeado. Y es que “Not Fade Away” finaliza con los soldados llegando con un jeep a casa de los Manawa para llevarse a la matriarca de los Salazar y confirmar que Daniel no será su acompañante sino Nick. Los militares, además, harán una demostración de fuerza golpeando más fuerte al yonki de lo que hizo su propia madre al enterarse nuevamente de sus mentiras por culpa de su adicción. Bethany necesita también la ayuda de Liza y la convence en menos de diez segundos de que debe acompañarla a la instalación médica. Liza acepta y es una decisión inteligente porque cualquier espectador sabe que los Manawa y los Salazar son unos ‘mierdecillas’ que están ahí simplemente porque firmaron un contrato con AMC. Madison no duda en sacar su vena de ‘bitch’ y echar la culpa de todo a la ‘inmigrante’ y a la ex. ¿Nada nuevo o dos en uno? Un descompuesto Travis sube al tejado para ver esos destellos que surgen de una casa del perímetro exterior… Ya ha despertado y existe otra realidad que esos militares les ocultan. El temor, como siempre, proviene de aquellos que están vivos… no de los muertos que regresaron a la vida. ¿Significa que también ha despertado “Fear the Walking Dead”?

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