Tercer intento. “The Dog”, tercer capítulo de la primera temporada de “Fear the Walking Dead”, aterriza con la intención de mejorar el sentimiento de decepción inicial del spin-off de “The Walking Dead”. Es cierto que tras el gran piloto dirigido por Frank Darabont el show original nunca encontró su sitio hasta el ‘despido’ del director de “Cadena perpetua” y la irrupción de Glen Mazzara como showrunner. Ese margen de confianza también estaba sostenido por el propio material de Robert Kirkman, sabiendo el espectador de antemano que la serie mejoraría con la llegada de El Gobernador y, posteriormente, con la presumible introducción de Negan para la sexta temporada todavía sin estrenar. Muchos espectadores pensábamos que “Fear the Walking Dead” podría soltarse de esos hilos a los que está sometida su serie matriz y adaptación, pero los guionistas se han amparado en fórmulas familiares, completamente desgastadas y dejando un «MEH?» al otro lado de la pantalla. “The Dog”, por el contrario, muestra mejor sus armas aunque tampoco quede lejos todavía de su mejor versión… que esperemos exista. El comienzo de la Apocalipsis Zombie en Los Ángeles simplemente nos ha revelado que la civilización es tan frágil que una simple mecha ‘vírica’ puede prender su pira funeraria. El ser humano da la impresión de estar condenado al caos, a ceder a su egoísmo y estupidez para condenarse a sí mismo. Y es que cuando los personajes más inteligentes son tanto un friki de instituto adicto a las teorías conspiratorias y un drogadicto… mal vamos. Repasemos “The Dog”.
Como ya he comentado en anteriores reviews, para degustar apropiadamente “Fear the Walking Dead” hay que entender que su universo parte de la base de que nadie conoce qué es un zombie o muerto viviente y que nunca se hizo ninguna película, serie, cómic, novela… o referencia cultural a la posibilidad de que los muertos volvieran a la vida. Otra cuestión es el tono y enfoque porque el spin-off de “The Walking Dead” admitía muchas posibilidades que seguramente hubieran sido más atractivas y satisfactorias. Por ejemplo, podíamos irnos hacía una variación de “Resident Evil” con un cuerpo especial o agentes policiales atrapados en ese mundo pre-apocalíptico en irrupción. También hacía la construcción de un antihéroe y villano. ¿Por qué tenemos que disponer de un vodevil cutre y un remake improvisado y multi-racial de ‘La Tribu de los Brady’ y no de la evolución de un personaje como El Gobernador? Que el protagonista del spin-off fuera un villano y fuéramos testigos de su paso al lado oscuro, al menos, sería una novedad por encima de estudios de mercado, marketing y targets. En “The Dog” citan «las buenas personas son las primeras en morir» pero los guionistas siguen empeñados en que sigamos los pasos de una familia, compuesta de buenas personas que cometen errores, y cuya fragmentación y desunión sirva para conceptuar una parcela dramática. El capítulo sí hace mejor sus deberes cuando abre con ese motín, cada vez más virulento y agresivo, que va a provocar que los protagonistas que se encuentran en la barbería de Daniel Salazar tengan que abandonar el lugar. La tensión entre el propietario de la peluquería y Travis es tan tosca como gratuita y los guionistas se van a ‘sacar de la manga’ tanto un incendio al lado de local como que un andamiaje caído atrape a Griselda y hiera su pierna. La idea es que tanto Liza Ortiz como los Manawa y los Salazar estén condenados a entenderse y partan juntos en la furgoneta de Travis para también darnos ese contexto de violencia en las calles durante la pandemia en Los Ángeles: policía antidisturbios devorados, los hospitales como brote perfecto del virus y su expansión, apagones generalizados en toda la ciudad como muestra de la primera caída de la civilización al horror, imprecisión informativa en la radio… Contábamos con ese material pero sigue fallando el enfoque.
Mientras tanto, Madison tiene que lidiar con la drogadicción de Nick y “Fear the Walking Dead” se ciñe al manual clásico del subgénero zombie, llevando la tensión al hogar con mecanismos clásicos: visitas perrunas, ruidos varios, apagones y, por supuesto, el vecino hambriento transformado en un peligroso muerto viviente. Pero, antes, juguemos al Monopoly. Si algo nos revela “The Dog” es que un perro es el perfecto imán para ‘caminantes’ y así nos explican por qué no hemos visto prácticamente ninguno en la serie dedicada a seguir los pasos de Rick Grimes y compañía. El mejor amigo del hombre acabó siendo su mejor Happy Meal. El Sr. Dawson dará sus saludos gástricos al chucho mientras Madison y sus hijos buscan la escopeta y munición en casa de su vecina Susan. Travis llega en ese ‘intercambio’ de hogares y evidentemente explota la tensión cuando comprobamos que todavía los personajes se encuentran en ese nivel de estupidez generalizada respecto al virus y lo que es un muerto viviente. ¡POR FAVOR, NO DISPAREN A LOS ZOMBIES! ¡AMAMOS A LOS ZOMBIES Y HAY QUE PROTEGERLOS DEL PODER ESTABLECIDO! El único ser con cerebro y puntería es Daniel, que quita la escopeta a Madison para dar buena cuenta de la cabeza (y sesos) del Sr. Dawson. Puede que los guionistas quieran mostrar la evolución de Travis Manawa, de cómo un ser débil y escasamente violento —y que detesta las armas de fuego— tiene que pasar a defender a sus dos familias de una gran y aterradora amenazada, tratando además de volver a estrechar vínculos con su hijo y lidiar con la situación de vivir con las dos mujeres que amó en su vida bajo el mismo techo. Salvando los futuros paralelismos con “Perros de paja” de Sam Peckinpah, a ESO yo le llamo vodevil… Por otro lado, la aventura de Alicia para encontrar munición y más cartuchos para la escopeta nos lleva a la presentación de la señora Tran ya transformada y dispuesta a tomar su primera cena como parte de la horda de zombies. No hay nada como transformar un patio trasero en un laberíntico entramado de parras y poner en aprieto a uno de los personajes principales… para que sepamos el resultado: Alicia sale sin ningún rasguño y Chris casi con la nariz rota al trata de ayudar… a su amada y material masturbatorio (?).
La chusca tensión entre Daniel y Travis provoca que cada uno parta por su cuenta pese a las objeciones de esa modelo de pasarela y perchero que encarna Ofelia. El pie de Griselda Griselda no está bien y Liza advierte de que necesitan un médico para evitar que la infección envenene la sangre de la matriarca de los Salazar. La verdad es que en este punto a muchos espectadores nos siguen sin importar demasiado los personajes y sus intentos de huir al desierto, sintiendo únicamente lástima por ese pastor alemán que fue devorado sin una oportunidad. Las conversaciones del tipo «no dejes que Travis acabe conmigo si me tranformo en una muerta viviente», «no acabes a martillazos con tu vecina zombie» o «no enseñes a mi niño como funciona una escopeta que voté a Obama» sinceramente ayudan demasiado poco a que nos tomemos en serio a esta tribu de los Brady. El drama aquí lo tiene ese drogadicto compartiendo sus pastillas con la pobre señora Griselda y, sobre todo, la llegada del Sr. Tran para encontrarse con su esposa transformada en una maruja-caminante. Los helicópteros Chinook sobrevolando el cielo y esa petición de ayuda a la Guarda Nacional en la radio se hacen evidentes cuando el giro llega con el allanamiento del ejército en casa de los Tran para poner fin a ese drama que poco o nada nos había importado los 40 minutos previos. El señor Tran va directo a cuarentena por estar cubierto de sangre infectada. ¡CASTIGADO! ¿Y el resto de personajes? ¡CASTIGADOS! Pero, oigan… que se iban al desierto y únicamente regresaron porque Madison es una buena samaritana y quería salvar al Sr. Tran… ¡CASTIGADA! ¡CASTIGADOS TODOS! Madison, viendo el panorama, miente a un miembro del ejército y vende la tumba del Sr. Dawson como el trágico funeral tras la muerte del perro de la familia. Pobrecito. Él nunca lo haría… Así que el tema queda de la siguiente manera:
—Mientras Travis ve con buenos ojos la llegada de la Guardia Nacional para hacerse con el control de la zona, Daniel ve que están jodidos de antemano.
—Nick sigue siendo un ‘fruto’ yonki… pero, al menos, tiene algo de moral para cometer sus crímenes delante de niñas. POR FAVOR, que se cambie de ropa y se lave.
—Lo que iba a ser una fuga al desierto ha acabado en una variación de ‘Gran Hermano’ con tres familias que se odian conviviendo bajo el mismo techo… En fin, que muchos NO nos alistamos para ESTO.
Confirmado: a la tercera no va la vencida. Pero, eso sí, ¡JUGUEMOS AL MONOPOLY MIENTRAS EN EL EXTERIOR SE DESATA EL FIN DEL MUNDO Y NUESTROS VECINOS SE COMEN LOS UNOS A LOS OTROS!
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